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Científicos no dan crédito al encontrar un virus submarino gigante en el fondo del Pacífico con una estructura 'extraterrestre'

Si algo demuestra el descubrimiento de PelV-1, es que el mundo microscópico es más vasto y sorprendente de lo que jamás imaginamos, y que estamos apenas arañando la superficie.
Científicos no dan crédito al encontrar un virus submarino gigante en el fondo del Pacífico con una estructura 'extraterrestre'
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Actualizado: 15:00 10/8/2025
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Un equipo internacional de científicos ha descubierto en el Pacífico un nuevo virus marino, PelV-1, cuya anatomía extrema reescribe lo que sabíamos sobre los virus. Su característica más llamativa es una cola de más de 2,3 micras de longitud, un apéndice 19 veces más largo que el del SARS-CoV-2 y el más largo documentado hasta ahora en un virus. El hallazgo, no solo llama la atención por su tamaño, sino por lo que podría revelar sobre la evolución de la vida viral en los ecosistemas marinos más remotos.

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Un virus con una estructura poco común

El virus fue hallado en el Giro Subtropical del Pacífico Norte, una región de aguas pobres en nutrientes pero ricas en microorganismos. PelV-1 infecta a Pelagodinium sp., un dinoflagelado simbiótico que desempeña un rol crucial en la ecología marina. Su cápside, de apenas 200 nanómetros, es diminuta en comparación con su larga cola, un filamento de tan solo 30 nanómetros de grosor que, sin embargo, alcanza más de 2 micras de longitud. Esta estructura no solo rompe récords: plantea interrogantes sobre sus funciones en la infección celular, la movilidad o la interacción con el huésped.

Pero la arquitectura inusual no es lo único sorprendente. PelV-1 también posee una segunda protuberancia, más corta y robusta, que emerge de una abertura en forma de estrella en el otro extremo del virus. Esta morfología nunca antes vista sugiere una sofisticación estructural que podría tener implicaciones funcionales en su capacidad infecciosa. Además, el genoma del virus, con 459.000 pares de bases, codifica cientos de genes, muchos de los cuales tienen funciones típicamente asociadas a células, no a virus: metabolismo de lípidos, azúcares, aminoácidos, canales iónicos e incluso genes relacionados con la fotosíntesis.

Estos datos llevan a los investigadores a replantearse los límites entre lo celular y lo viral. Lejos de ser simples máquinas de replicación, virus como PelV-1 podrían participar activamente en la regulación metabólica de sus hospedadores y en procesos ecológicos esenciales, como el flujo de energía en ecosistemas marinos oligotróficos. Esta plasticidad genética también los convierte en posibles precursores evolutivos intermedios entre virus y organismos más complejos.

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