Un equipo del Instituto de Biología Evolutiva (IBE), centro mixto del CSIC y la Universidad Pompeu Fabra, ha desvelado un fenómeno evolutivo sin precedentes: ciertas lombrices de tierra no habrían pasado de ambientes acuáticos a terrestres por mutaciones graduales, sino por una masiva reestructuración genómica. El hallazgo, publicado en Nature Ecology, aporta una nueva evidencia a favor de la teoría del equilibrio puntuado propuesta por Gould y Eldredge en 1972.
Una evolución acelerada que desafía lo que conocemos
Durante mucho tiempo se creyó que la evolución era un proceso lento y acumulativo, como proponía Darwin en 1859. Sin embargo, el estudio demuestra que, hace 200 millones de años, los antepasados marinos de las actuales lombrices terrestres experimentaron un evento explosivo: su genoma se rompió y reconfiguró de forma aleatoria. Lejos de resultar letal, esta caótica recombinación pudo acelerar la adaptación al nuevo hábitat terrestre.
La investigadora principal, Rosa Fernández, explica al ABC que estos gusanos "no evolucionaron paso a paso, sino a saltos genéticos". La clave, según su equipo, podría estar en la estructura tridimensional de su genoma, más flexible que la de vertebrados, lo que les permitió tolerar una reorganización masiva sin perder funcionalidad. Este mecanismo no solo favoreció la adaptación, sino que creó nuevas combinaciones de genes, o "quimeras genéticas".
El fenómeno, conocido como cromoanagénesis en el contexto del cáncer humano, ha sido ampliamente estudiado por su rol en enfermedades oncológicas. Sin embargo, en estos invertebrados parece haber sido un catalizador evolutivo. El hallazgo plantea si este tipo de reorganización genómica podría haber ocurrido también en otros momentos clave de la historia de la vida, como la explosión cámbrica.
El estudio también destaca que, pese al respaldo de la genetica molecular al neodarwinismo, algunos episodios macroevolutivos podrían explicarse mejor mediante mecanismos como el equilibrio puntuado. Lejos de ser excluyentes, Fernández propone que ambas visiones son complementarias: la evolución gradual explicaría los cambios dentro de poblaciones, mientras que saltos genéticos explicarían transiciones evolutivas drásticas.
Este descubrimiento no solo reabre uno de los grandes debates de la biología evolutiva, sino que sugiere que la estabilidad del genoma podría ser más frágil de lo que se creía.















