China sigue acelerando su apuesta por el dominio marítimo con un proyecto que parece extraído de una superproducción de ciencia ficción. El país está ultimando una gigantesca isla artificial flotante, diseñada para operar de manera autosuficiente durante meses y capaz de soportar condiciones extremas: desde tifones colosales y olas de diez metros hasta el impacto de una detonación nuclear. Nada de esto es exageración; es ingeniería pura y dura al servicio de una estrategia que ya no se molesta en ocultar su ambición.
China revela la primera isla flotante autosuficiente de 238 tripulantes y 120 días de autonomía en plena expansión militar
Según adelanta el South China Morning Post, la estructura -una mole que se alzará en pleno mar de China Meridional- debería estar terminada para 2028. Sus dimensiones son dignas de un astillero futurista: 138 metros de largo, 85 de ancho y una cubierta principal situada a 45 metros sobre la superficie. Un auténtico fortín flotante donde pueden convivir hasta 238 tripulantes durante 120 días sin recibir un solo gramo de suministros del exterior.
El proyecto nace en la reputada Universidad Jiao Tong de Shanghái, un centro tecnológico clave para el gigante asiático. Sus responsables la presentan como la primera isla móvil y autosostenible del planeta, un concepto que, dicho así, suena tanto a hito científico como a pieza estratégica de manual.
Los ingenieros subrayan que la impresionante resistencia del armazón -incluida su capacidad para amortiguar un ataque nuclear- proviene de un sistema de blindaje basado en paneles tipo sándwich fabricados con metamateriales y tuberías corrugadas. Esta combinación permite absorber el impacto de las ondas expansivas, reduciendo en torno a un 14% el estrés estructural del casco y disminuyendo casi un 60% el desplazamiento causado por la explosión. No es solo fortaleza; es supervivencia calculada al milímetro.
La pregunta que sobrevuela ahora es evidente: ¿para qué necesita China semejante plataforma? La versión oficial apunta a garantizar que los centros de control, energía y navegación sigan operativos incluso en escenarios climáticos o geopolíticos adversos. Sin embargo, gran parte de los analistas internacionales lo enmarcan directamente dentro de la carrera militar del país. Y no es para menos.
Este tipo de estructuras ni siquiera está bien definida en los acuerdos internacionales, lo que deja un amplio terreno gris. Bajo el paraguas de “instalaciones científicas flotantes”, temen algunos expertos, podría esconderse una nueva generación de bases móviles diseñadas para reforzar la presencia de Pekín en una de las zonas más tensas del planeta.
La isla no nace en el vacío: llega tras más de una década de expansión en el Mar de China Meridional, donde el país ha levantado pequeñas islas artificiales para afianzar su control. Este nuevo proyecto, presentado como herramienta para la investigación o la explotación minera, parece más bien el siguiente paso en una estrategia que combina tecnología punta, músculo militar y una visión a largo plazo que no deja nada al azar.















