Puede que esta información haya pillado por sorpresa a más de uno, pero no es la primera vez que California intenta separarse de Estados Unidos. En 2016, cuando Donald Trump estaba a punto de ascender al poder, un numeroso grupo de ciudadanos californianos quiso iniciar la independencia de su estado para evitar el mandato del también polémico empresario que actualmente vuelve a sentarse en el despacho de la Casa Blanca como presidente. Bajo el nombre de 'Yes California', este movimiento no llegó a buen puerto después de no haber logrado convencer al 50% de la población para votar a favor de dicha independencia, por lo que la propuesta quedó enterrada. Ahora, con Trump de nuevo en el poder, el 'Calexit' ha vuelto con más fuerza.
California quiere independizarse de Estados Unidos y el proceso ya está en marcha: Así es el 'Calexit'
Siguiendo la tendencia del 'Brexit', el 'Calexit' busca exactamente lo mismo que antaño: convencer al 50% del pueblo para que vote a favor de su separación de Estados Unidos. En esta ocasión, hay más urgencia debido a que Trump ya está ejerciendo de pleno derecho su presidencia en el país, por lo que los componentes de este popular estado están reorganizándose para intentar desunirse de nuevo. No es un movimiento sencillo porque, a pesar de que se alcance ese tanto por ciento mencionado, la decisión debe pasar a manos de un comité oficial organizado por las autoridades debido a las leyes regionales. Según la ley regional de California, además, este estado es parte orgánica de EE.UU. y no se contempla su independencia bajo ningún concepto sobre el papel, por lo que habría que ejecutar una reforma para que pudiera llevarse a cabo.

En cualquier caso, el 'Calexit' ya está en marcha y falta por ver si quienes buscan la independencia lo consiguen. Trump, por su parte, continúa su batalla con TikTok y busca salvar la red social en EE.UU. El presidente de Estados Unidos ha permitido que la app opere en el país durante 90 días mientras encuentran una solución a su desaparición. Hace unas semanas la app parecía condenada a la extinción en EE.UU. El Congreso quería borrarla del mapa por temo a la sustracción de datos personales y sensibles de los ciudadanos estadounidenses en lo que fue calificado como una suerte de Caballo de Troya 2.0 del espionaje. Pero Trump concedió un respiro.