En el corazón de los Montes de Toledo, el yacimiento de La Chorrera en Los Yébenes acaba de dar una de las sorpresas arqueológicas más relevantes de los últimos años en la península ibérica. Un equipo de la Universidad Complutense de Madrid ha identificado un santuario megalítico de 40 metros de diámetro, fechado en torno a hace 3.000 años, que ya ha sido bautizado como el “Stonehenge toledano”.
La magnitud del hallazgo, dirigido por el arqueólogo Arturo Ruiz Taboada dentro del proyecto Entre dos tierras, lo convierte en el primer complejo ritual de estas características documentado en la Meseta Central.
Un circulo megalítico
El conjunto, formado por un círculo incompleto de bloques pétreos dispuestos con orientación este-oeste, muestra claros indicios de haber sido un espacio ceremonial. La ausencia de materiales asociados a la vida cotidiana refuerza la idea de un enclave exclusivo para ritos y funerales, una práctica que enlaza con las tradiciones del Neolítico y la Edad del Hierro. Según los investigadores, este patrón conecta con otros santuarios europeos donde la alineación solar revelaba un conocimiento astronómico avanzado por parte de comunidades que, en apariencia, no disponían de sistemas de escritura.
La zona elegida para levantar este santuario no parece casual. Los Yébenes se encuentra rodeado de manantiales y abrigos con arte rupestre esquemático, algunos de ellos ya catalogados como Bien de Interés Cultural. Ruiz Taboada sugiere que la proximidad de hasta cuatro yacimientos con pinturas prehistóricas podría estar vinculada a la misma tradición espiritual, lo que permitiría fechar con mayor precisión manifestaciones artísticas que hasta ahora habían quedado en el terreno de la conjetura.
Este descubrimiento reabre además un debate clave en la arqueología peninsular: la complejidad social y simbólica de las comunidades ibéricas ancestrales. La existencia de un santuario de tal envergadura en pleno centro peninsular obliga a replantear los modelos de distribución del megalitismo, que hasta ahora parecían concentrados en la fachada atlántica (Extremadura, Portugal, Galicia) o en enclaves mediterráneos como Los Millares en Almería o Antequera en Málaga. El “Stonehenge toledano” sugiere que estas prácticas estaban más extendidas y arraigadas de lo que se creía.
A nivel comparativo, los investigadores destacan que, si bien su monumentalidad no alcanza la escala del Stonehenge británico ni la del Dolmen de Guadalperal en Cáceres —popularmente conocido como el “Stonehenge español”—, el hallazgo en Los Yébenes aporta un valor único: se trata del primer gran espacio ritual descubierto en el corazón de Castilla-La Mancha, una región donde el registro arqueológico de este tipo era prácticamente inexistente. Ello permitirá analizar cómo las creencias y los sistemas de organización ritual se difundieron y adaptaron a entornos muy distintos de la península.
De confirmarse su relación con los ciclos solares y con los asentamientos de la región, el “Stonehenge toledano” no solo ampliará el mapa del megalitismo europeo, sino que reescribirá parte de la prehistoria española.
