Antes de que Miércoles lo devolviera al epicentro de la cultura pop con una serie gótica de récord, Tim Burton ya había intentado reimaginar otro clásico universal a su manera: El mago de Oz. Lo hizo a finales de los años noventa, cuando propuso una serie llamada Perdidos en Oz que nunca llegó a producirse, pero que prometía una visión onírica, oscura y muy alejada de la película tecnicolor de 1939 que marcó la historia del cine.
Un mundo de Oz aún más retorcido y bizarro
La serie, que iba a ser desarrollada para televisión, partía de una premisa sencilla, casi adolescente: un grupo de estudiantes de Literatura comparada visita un museo en Kansas y, atrapado por un tornado, acaba en la tierra mágica de Oz. Pero el tratamiento que Burton propuso iba mucho más allá de la clásica narrativa iniciática. Según recoge Cinemanía, su guion estaba plagado de efectos visuales, criaturas imposibles y paisajes retorcidos que requerían una inversión desorbitada. A tal punto llegó la complejidad técnica del proyecto que ni siquiera se filmó el piloto.
El director de Eduardo Manostijeras y Beetlejuice había solicitado incluso asfaltar un camino de baldosas amarillas como parte del set. El presupuesto propuesto, excesivo para la época, y la ambigüedad de tono —más cercana al surrealismo lynchiano que a una ficción juvenil— terminaron por condenar el proyecto. Sin embargo, Perdidos en Oz no era una simple adaptación: pretendía insertar elementos de metarrelato, con personajes que reflexionaban sobre el mito de Oz desde la literatura, anticipando el estilo de narración autoconsciente que después triunfaría en las plataformas de streaming.
La única cara reconocible del reparto era Michael Horse, recordado por su papel como el ayudante del sheriff en Twin Peaks. La dirección del episodio piloto iba a recaer en Michael Katleman, un veterano de la televisión estadounidense con experiencia en series como Expediente X, Doctor en Alaska o Las chicas Gilmore. Aunque Tim Burton figuraba como showrunner, no tenía intención de dirigir el primer capítulo.
Hoy, con Wicked a punto de reavivar la fiebre por el universo de Oz y Miércoles consolidando la estética burtoniana entre nuevas generaciones, Perdidos en Oz se revela como una oportunidad perdida, pero también como una antesala. La televisión de entonces no estaba preparada para esa fábula deforme y melancólica. Quizá ahora sí.















