Fue todo un hito dentro del cine de catástrofes e invasiones alienígenas. Un blockbuster clásico, con sabor nostálgico, que revitalizó la forma de ver este tipo de películas en los años noventa y que, además, catapultó la carrera de sus creadores y protagonistas. Hablamos de Independence Day, dirigida por Roland Emmerich y estrenada en 1996, una de las películas más emblemáticas del género y uno de los grandes éxitos de la década los noventa. Con un reparto estelar encabezado por Will Smith, Jeff Goldblum y Bill Pullman, la producción destacó gracias sus avances en efectos especiales, impresionantes para la época, así como dejando una marca indeleble en la cultura popular. Repasamos este pelotazo veraniego disponible en Disney+ a 4K en un especial para el que necesitareis guardar el humo de la victoria.
Fue un pelotazo en la taquilla de los noventa, muchos consideran que es una joya de la ciencia ficción y las invasiones extraterrestres, tiene a Will Smith y está en Disney+: 28 años de Independence Day
La trama de Independence Day no es demasiado original, pero eso la hace aún mejor de lo que podría decirse en un principio. La producción de 20th Century Fox sigue a pies juntitas los elementos de un relato clásico de invasión extraterrestre en la víspera del 4 de julio, Día de la Independencia en Estados Unidos. Gigantescas naves espaciales aparecen sobre las principales ciudades del mundo, desatando el pánico global.
A medida que los extraterrestres comienzan su ataque devastador, un grupo diverso de personas, incluyendo al presidente de los Estados Unidos (Bill Pullman), el piloto de combate Capitán Steven Hiller (Will Smith) y el científico David Levinson (Jeff Goldblum), se unen para planear un contraataque desesperado.
Como os podéis imaginar por el título, la historia culmina en un enfrentamiento épico que coincide simbólicamente con el 4 de julio, subrayando el espíritu de lucha y la unidad. Un espíritu que cristalizó en un discurso que sigue siendo un meme y que, además, Donal Trump ha usado políticamente. Pero lo cierto es que la producción de Roland Emmerich fue un éxito rotundo en taquilla, recaudando más de 817 millones a nivel mundial, convirtiéndose en la cinta más taquillera de 1996 y, en su momento, en la segunda más taquillera de la historia, solo detrás de Jurassic Park. Palabras mayores.
Parte del atractivo del filme y de su éxito se explica por el reparto. Will Smith, en uno de sus primeros papeles importantes en el cine, trajo carisma y energía a su interpretación del Capitán Hiller. Jeff Goldblum, conocido por su papel en Jurassic Park, ofreció una actuación inteligente y cautivadora como el científico David Levinson. Bill Pullman, como el presidente Whitmore, entregó uno de los discursos más memorables del cine, encapsulando el espíritu patriótico y la esperanza en tiempos de crisis. El reparto también incluyó a Mary McDonnell, Judd Hirsch, y Randy Quaid, quienes aportaron profundidad y diversidad a la narrativa, que ofrecía un reparto coral, lleno de historias distintas que se fusionaban en determinados momentos de la trama.
Se sigue viendo de lujo. Los efectos especiales de Independence Day representaron un salto significativo en la tecnología cinematográfica, que en aquellos años, avanzaba a pasos agigantados. Utilizó una combinación de miniaturas detalladas y CGI (imágenes generadas por computadora), estableciendo un nuevo estándar en la industria y marcando en las retinas de los espectadores varias escenas icónicas, como la de la destrucción de la Casa Blanca, que se convirtió en un hito visual, siendo replicada y parodiada en innumerables ocasiones.
El esfuerzo fue mayúsculo, tanto en diseño de naves espaciales y las propias criaturas -biomecánicas, similares a lo visto en Alien pero sin olvidar el aspecto retro de los seres- como en las secuencias de destrucción de las ciudades. Urbes como Los Ángeles o Nueva York eran arrasadas por el plasma extraterrestre, generando lenguas de fuego que devoraban todo a su paso. El equipo de los FX del proyecto, dirigido por Volker Engel, acabó alzándose con el merecido Premio de la Academia por Mejores Efectos Visuales, consolidando el estatus innovador de la película y su look audiovisual.
También fue la coronación de Roland Emmerich en Hollywood, conocido por su amor por las películas de gran escala y desastres, coescribió el guion con Dean Devlin, en lo que fue un libreto único, que sabía equilibrar momentos de tensión y humor, creando una narrativa entretenida y accesible para todo tipo de público. El éxito en el filme y la escala demostrada en un blockbuster de esta categoría, le valieron sus credenciales para dirigir Godzilla, el remake norteamericano del monstruo japonés, que se estrenó en 1998 con críticas dispares y un éxito muy moderado. Emmerich volvería a este género en innumerables ocasiones, con producciones como El día de mañana (2004) o 2012 (2009), con suerte diversa. En cualquier caso, su habilidad para manejar escenas de acción complejas fueron cruciales para el éxito de la película, aunque las inspiraciones están ahí -como la copia de la secuencia del ataque a la Estrella de la Muerte de Una nueva esperanza-.
Tuvo una infausta secuela, Independence Day: Resurgence o Independence Day: Contraataque, que llegó veinte años después del original. Aunque no logró el mismo impacto cultural ni financiero, la secuela continuó la historia de la primera invasión, con un nuevo ataque alienígena y la incorporación de tecnología extraterrestre en la defensa de la Tierra. Mejor olvidarla, ya que no contaba con una de las claves del reparto original: Will Smith. Pueden pasar viente años más. Da lo mismo. Independence Day no solo es una piedra angular en el cine de catástrofes e invasiones alienígenas, una cinta hija de su tiempo y de la concatenación de numerosos factores intrínsecos a los años noventa, sino también un testimonio del poder del cine para unir a las audiencias a través del género de la ciencia ficción más comercial. Ahora sí, podéis sacar el humo de la victoria.
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