Invasión Secreta, la serie de Marvel con Samuel L. Jackson no ha generado el interés suficiente el día de su estreno. La ficción no ha conquistado a las audiencias, pese a que ha pasado algo más de un año entre el estreno de She-Hulk y esta miniserie evento en Disney+. Más allá de las polémicas con la inteligencia artificial, algo que ha generado buenos titulares en los medios, y el gran gancho de un reparto de primer nivel con Emilia Clarke y Olivia Colman entre otros, no ha sido suficiente. ¿Qué ha pasado?
Invasión Secreta no conquista en Disney+: la serie es la segunda menos vista en el ámbito de Marvel y parece no despertar interés
Como explica la agencia Samba TV, que ha revelado las cifras de audiencia de Invasión Secreta en Estados Unidos -el llamado mercado doméstico, nada de internacional-, y en base al estreno de su primer episodio, parece que únicamente Ms. Marvel se queda por debajo de su número de espectadores. Invasión Secreta apenas tuvo 994.000 espectadores en Estados Unidos en Disney+, superando por poco los 775.000 con los que inició su andadura la ficción protagonizada por Iman Vellani. Ni la trama, ni su intención de evento -que ayudará en forma de prólogo a The Marvels-, han ayudado.
Este thriller de espías no ha sabido conectad con la audiencia, y parece el síntoma en el plano televisivo de la llamada fatiga del género de superhéroes, algo que afecta tanto a Marvel como a DC y que aleja a las últimas incorporaciones del Universo Cinematográfico de Marvel de los 2,5 millones de espectadores en su debut que cosechó Loki en 2021. Disney+, que ha estado enarbolando políticas muy mal recibidas por los suscriptores, también vio cómo The Mandalorian, de la saga Star Wars, recibía menos apoyo que nunca con la tercera temporada. Muchos analistas creen que el streaming ha devaluado los contenidos, sagas y productos que tanto éxito tuvieron en su día.
Ahora mismo sólo queda darle un voto de confianza a Invasión Secreta y ver si es capaz de remontar en las próximas semanas o si acaba convirtiéndose en otro síntoma evidente de una fatiga del género y de las grandes sagas que incluso el propio Kevin Feige se resiste a creer.
