La serie de The Last of Us sembró el pánico entre los espectadores. A pesar de que la ficción ha sido catalogada por mucho como una especie de subproducto nacido a raíz de las influencias de The Walking Dead, la infección que presenta es completamente diferente a un virus zombi estándar. En la obra de Neil Druckmann el apocalipsis se desata debido a una infección fúngica provocada por una evolución del cordyceps, un hongo real que, según micólogos, no podría infectar a humanos en la vida real. Sin embargo, las alarmas del mundo científico han saltado tras confirmarse que la Amanita Phalloides, la seta más mortal del planeta, ha empezado a multiplicarse alrededor del mundo. Nueve de cada diez muertes por ingestión de setas venenosas se deben a esta especie.
La Amanita Phalloides se está reproduciendo de forma asexual por el mundo
El hongo en cuestión apareció en el norte de Europa por primera vez, pero con el paso de los años ha logrado extenderse hasta los mismos Estados Unidos. En apenas 50 años, es un hongo que se puede encontrar en la mitad del planeta, y resulta que es el más peligroso de todos. Un estudio realizado en la Universidad de Wisconsin-Madison ha determinado cómo es posible que este hongo haya conseguido reproducirse hasta tal punto de convertirse, de verdad, en una amenaza para la humanidad. El método que ha empleado es muy extraño: la reproducción asexual por esporas (aquí los fans de The Last of Us ya estamos temblando, con tan solo leer esporas se nos hielan los huesos).
Tal y como señaló Jeff Goldblum en Jurassic Park: la vida se abre camino. Por norma general, la Amanita phalloides se reproduce combinando esporas de dos ejemplares diferentes. No obstante, si las condiciones climáticas y ambientales no lo permiten, parece que existe la posibilidad de que el hongo pueda reproducirse de forma asexual. Aparecen así nuevas setas que tienen el mismo material genético que el que lo ha concebido. El aspecto de esta seta es inofensivo y es hasta atractivo, lo que provoca que muchos opten por ingerirla, teniendo después graves problemas de salud: provoca daños graves en el hígado y muerte por fallo hepático si no se recibe tratamiento. Hay pacientes que han requerido hasta de trasplantes de hígado para sobrevivir.
