King Kong es una de las figuras más icónicas del cine y de la cultura popular. No en vano, desde que debutó en 1933 con el que es a día de hoy uno de los mayores clásicos del séptimo arte, el gigantesco simio no ha parado de cautivar al público en todo tipo de medios y su historia ha sido narrada una y otra vez de diferentes modos.
En el año 2005, Peter Jackson, tras haber concluido la sensacional trilogía de El Señor de los Anillos, se propuso rescatar a este mítico gorila con un ambicioso remake que actualizara la cinta original a la tecnología y medios modernos, dando como resultado una entretenidísima cinta de aventuras que brillaba especialmente en su segunda mitad, pero que tuvo una recepción un tanto tibia por parte de la crítica ante sus excesos y su desmedida duración (el metraje superaba las 3 horas y 20 minutos de duración).
Aunque en Vandal es una película que nos encanta, si muchos recordamos su estreno como todo un acontecimiento es, curiosamente, por su videojuego, uno de esos extraños casos en los que la adaptación al ocio interactivo de un film acaba desembocando en una auténtica maravilla capaz de rivalizar e incluso superar al material original en el que se basa.
Eso sí, nos referimos a sus versiones para plataformas de sobremesa: PC, Xbox 360, GameCube, PS2 y Xbox.
Un juegazo de Ubisoft Montpellier
Una de las principales claves por las que esto fue posible reside en el hecho de que Peter Jackson’s King Kong: The Official Game of the Movie no fue el típico encargo de bajo presupuesto hecho a un estudio cualquiera para aprovechar el tirón de la película, sino que se trató de una auténtica superproducción de la época llevada a cabo por uno de los mejores estudios del sector.
Siendo más concretos, el juego fue responsabilidad de Ubisoft Montpellier, el mismo estudio al que le debemos las diferentes entregas de Rayman, así como joyas de la talla de Beyond Good & Evil, Valiant Hearts o el reciente Prince of Persia: The Lost Crown. Y sí, fue dirigido por el mismísimo Michel Ancel, el creador de Rayman.
Como podréis intuir, el título sigue a grandes rasgos el guion de la película, ofreciéndonos una aventura de acción que cuenta con la peculiaridad de dividir su desarrollo entre Jack Driscoll, el personaje interpretado por Adrien Brody, y el propio King Kong.
Las fases protagonizadas por el humano, hacían gala de una perspectiva en primera persona y nos llevaban por toda Skull Island mientras infinidad de peligros en forma de dinosaurios y otras gigantescas criaturas nos acechaban. Para sobrevivir, debíamos adaptarnos constantemente y usar nuestro ingenio y todas las armas que encontrásemos, ya que la munición escaseaba y no eran pocas las situaciones en las que nos ponían en una clara desventaja.
Esto, sumado a un diseño de niveles de corte lineal que apostaba constantemente por la variedad de situaciones, dio como resultado un juego muy cinematográfico y con un ritmo fantástico que nunca dejaba que nos aburriésemos, pues siempre estaban ocurriendo cosas en pantalla.
En cambio, cuando nos tocaba controlar al gorila, la cámara pasaba a la tercera persona para deleitarnos con unas fases en las que los leves toques de supervivencia quedaban atrás para centrarse en la acción pura y dura. De este modo, podíamos correr y escalar mientras repartíamos unos guantazos descomunales a todo lo que se moviese, permitiéndonos desatar todo el poder de Kong mientras nos enfrentábamos a otros monstruos de su mismo tamaño.
Siendo justos, estos niveles eran los menos inspirados del juego, ya que a nivel jugable resultaban demasiado simples y guiados, pero no se puede negar que eran todo un espectáculo y que cumplían de sobra con su cometido: hacernos sentir como el todopoderoso King Kong.
Entre sus principales defectos podríamos citar, además de la simpleza de las fases del simio, una duración demasiado escasa, algo que se intentaba subsanar con un final alternativo que podíamos conseguir en la segunda vuelta si cumplíamos ciertos requisitos, pero que no conseguía enmascarar el hecho de que podíamos terminarlo en un par de tardes como mucho. Además, su estreno se vio ensombrecido por un buen puñado de errores de programación.
Sin embargo, lo peor de todo es que ahora mismo es un juego un tanto inaccesible, ya que fue retirado de todas las plataformas digitales, así que si queremos jugarlo necesitaremos hacernos con una copia física en el mercado retro y de segunda mano. Por suerte, funcionó tan bien que es relativamente fácil encontrarlo a buen precio y la versión de Xbox 360 (fue juego de lanzamiento de dicha consola) es retrocompatible, aunque eso no quita el hecho de que es una obra que pide a gritos ser rescatada con una remasterización o una nueva versión para las consolas actuales.
¿Conseguirá Ubisoft recuperar algún día esta joya? Es difícil de predecir, especialmente al tratarse de un juego licenciado, pero no sería la primera vez que ocurre algo similar, así que nos gustaría creer que sí.