En tan sólo unos días podremos volver a disfrutar de Onimusha: Warlords, la primera entrega de una de esas sagas de Capcom que, aunque se haya quedado un paso más atrás que las más populares, siguen siendo recordadas con mucho cariño y, entre ciertos jugadores, también con muchas ganas. No sabemos si esta remasterización es el primer paso para una nueva entrega, pero después de lo visto con Resident Evil, no podemos ocultar nuestra emoción.
Onimusha: Warlords se lanzó en 2001 y, gracias a sus fondos prerrenderizados, hoy en día aguanta bastante bien el tipo gráficamente. Son varios los juegos de Capcom en las consolas de 128 bits que apostaron por esta propuesta y que, obviamente, permite centrar la mayoría de los recursos técnicos de la máquina en los personajes. La historia, eso sí, habría podido ser bien diferente.
En 1998, Capcom estaba experimentando con el nuevo hardware que los fabricantes como Nintendo y Sony preparaban. Uno de esos dispositivos era el 64DD, el add-on de Nintendo 64 que iba a expandir las posibilidades de la consola. Yoshiki Okamoto, uno de los veteranos de la compañía, responsables de juegos como 1942, Gun.Smoke o Final Fight, comentó en una entrevista que tenía una idea para este dispositivo: un Resident Evil con samuráis.
Con el exitazo que estaba recibiendo la saga de zombis, es normal que Capcom estuviese dispuesta a aprobar proyectos similares y, por supuesto, le dio luz verde a éste. Eso sí, no para Nintendo 64 o el 64DD, sino para la PlayStation original. No sabemos si por algún acuerdo con Sony o si porque entonces esta consola ya era la plataforma principal para Resident Evil.
Bautizado originalmente como Sengoku Biohazard, en referencia al extenso periodo de la guerra civil japonesa y, lógicamente, al nombre japonés de la saga en la que se inspiraba, este proyecto iba a llevarnos a una mansión repleta de trampas, puertas secretas y extrañas criaturas. La fórmula iba a ser muy similar a la de Resident Evil, siendo la ambientación la principal diferencia.
En abril de 1999, Capcom anunciaba oficialmente el proyecto, ahora bautizado como como Onimusha: Demon Warrior (el subtítulo, básicamente, traduce el título original japonés), y se mostraba además por primera vez con una demostración jugable en la que se podía probar un nivel. Dirigido por Jun Takeuchi y producido por el mismísimo Kenji Inafune, el proyecto despertó un enorme interés desde el primer momento, y no era para menos.
Como podéis ver en las imágenes y en los vídeos que han sobrevivido, el juego lucía bastante bien. Recurría al motor de Resident Evil 2 y, consecuentemente, los resultados eran similares. Es posible que contase con mayor cantidad de elementos tridimensionales y que, aparte, fuesen más detallados, aunque es difícil hacer una comparativa con la calidad de los materiales que tenemos.
El desarrollo de este proyecto fue bastante bien y avanzó sin problemas. El único problema fue que, como otros muchos juegos que se desarrollan con un cambio de generación en el horizonte, dio el salto de plataforma. Mínimo, Onimusha: Demon Warrior alcanzó el 50 por ciento de su desarrollo en PlayStation, antes de que Capcom (o Sony) decidieran llevarlo a PlayStation 2.
Parece ser que el cambio se limitó a saltar de plataforma, y que a efectos jugables y narrativos llegó prácticamente intacto a los 128 bits de Sony. Es posible que, gracias a este cambio de última hora, se mantuvieran los fondos prerrenderizados y se aprovechase la potencia de PS2 para los personajes, permitiendo que Onimusha: Warlords se vea tan bien como lo sigue haciendo hoy en día.
Finalmente, Onimusha: Warlords debutó en enero de 2001, un año y un mes después de lo previsto, pero en una consola totalmente diferente. El juego tuvo una genial acogida tanto comercial como de crítica, y, como os podéis imaginar, no tardó en llegar una versión mejorada para Xbox y una secuela. Y 18 años después, una remasterización.
Apéndice:
Imágenes y artículos del juego:
Vídeos de la jugabilidad y la intro: