Una de las relaciones más duraderas en la industria de los videojuegos es la que éstos mantienen con el cine. Desde el infame E.T. The Extraterrestrial hasta el adorado Aladdín, tenemos todo tipo de adaptaciones de largometrajes al mundo virtual. También tenemos multitud de casos a la inversa, llevando juegos a la gran pantalla, pero eso es una historia para otro día.
Hoy queremos hablar de esas adaptaciones. Prácticamente cualquier película con un mínimo de éxito tiene su videojuego, y las que no, generalmente, no lo tienen porque algo ha salido mal. Ése es el caso de la que hoy nos ocupa, Kill Bill. La cinta de Tarantino es una que tiene todo lo necesario para convertirse en un videojuego, pero, curiosamente, todavía no lo ha conseguido.
Nos tenemos que remontar, mínimo, a 2002. Vivendi, que, por aquel entonces, se había autobautizado Black Label Games, estaba apostando fuerte por las licencias. La compañía francesa venía de firmar un muy buen juego basado en una película, The Thing, que encantó a los amantes del terror, y otro… mejorable. Sí, hablamos de El señor de los anillos: La comunidad del anillo, que también salió de sus oficinas.
Pero un mal juego lo tiene cualquiera, y Vivendi llegó a un acuerdo con Miramax Films para desarrollar el que sería su próximo gran juego. Kill Bill era una cinta muy esperada, y su adaptación videojueguil se anunció incluso antes de que se lanzase la película. Había grandes planes al respecto, y se supone que incluso Tarantino iba a colaborar con los desarrolladores.
En lo jugable, la idea estaba clara. Como no podía ser de otra manera, iba a tratarse de un hack & slash en el que controlábamos a Uma Thurman, dando espadazos a diestro y siniestro, mientras recorríamos los escenarios de la película. Kill Bill era una cinta que lo ponía fácil a la hora de adaptar toda la acción y la narrativa original a un videojuego, y Black Label Games quería mantener esa cinematografía.
En la única demo conocida del juego, que recreaba una de las escenas más conocidas del film, podemos ver que se trataba de un juego que buscaba mantener ese toque propio del cine, alternando la cámara libre con otras fijas, ángulos más espectaculares y otras técnicas para potenciar la espectacularidad, sobre todo del combate. En esta demo, que se ejecutaba en la Xbox original, todo estaba renderizado en tiempo real, por lo que nos podemos hacer una idea de cómo habría lucido de haberse lanzado finalmente.
Como curiosidad, parece ser que había un pequeño estudio interno dentro de Vivendi que llevaba tiempo intentando sacar adelante un juego de lucha basado en espadas. No sabemos qué vino antes, pero este estudio había estado intentando hacer un juego de lucha de La guerra de las galaxias, que compartía ciertas similitudes en el control, a pesar de ser un juego de lucha uno contra uno, en vez de un hack & slash.
Este proyecto también tuvo un intento por convertirse en un juego de lucha uno contra uno con espadas, sin basarse en ninguna licencia, llamado Final Strike, que no pintaba nada mal. Parecía ser un concepto bastante interesante, con una puesta en escena muy cinematográfica, con muchos cambios de cámara, combinando espadas y pistolas –o la fuerza, en la versión de Star Wars–. La verdad es que la cronología no está muy clara, y no sabemos si Star Wars: Duel of the Fates llegó antes y luego se intentó hacer un juego sin licencia, o si fue al revés.
Lo cierto es que Black Label Games intentó en varias ocasiones sacar adelante toda esta tecnología que habían diseñado, aunque ni con ni sin licencia tuvieron éxito. Todas las demos que veis aquí se ejecutaban en tiempo real en la Xbox original, y es innegable que lucían bastante bien. Bill Kill desapareció sin dejar rastro. No sabemos si, después de la fallida adaptación de El señor de los anillos: La comunidad del anillo, Miramax retiró la licencia, o si, simplemente, el desarrollo acabó siendo más complicado de lo que esperábamos. Kill Bill no ha pasado de moda, por lo que siempre queda la esperanza de que vuelva en forma de videojuego.