A estas alturas de la generación que ya está llegando a su fin, el que más o el que menos está un poquito saturado de tanto juego de acción. Ya sea primera o en tercera persona este ha sido el género estrella durante los últimos años, y aunque hemos disfrutado de títulos geniales que nos han divertido durante decenas de horas, también nos hemos tenido que comer mucha morralla que no aportaba nada nuevo, que sin hacer nada demasiado mal, seguía siendo más de los mismo, sin destacar en ningún apartado en concreto.
Dentro de la acción en primera persona, podríamos dividir el género en dos tipos, primero los que ofrecen una campaña intensa y espectacular, pero que marcan las diferencias en sus completo modo multijugador a través de internet, que han conseguido enganchar a millones de jugadores, como Battlefield 3 o las sucesivas entregas de Call of Duty.
Y luego tendríamos los que apuestan por ofrecer una gran experiencia para un jugador, inmersiva y que perdure en la memoria, gracias a elementos como un elaborado argumento o una gran ambientación. De estos últimos tendríamos como grandes ejemplos BioShock y Metro 2033, y de ambos vamos a recibir unas prometedoras secuelas en las próximas fechas.
Hace unos día viajamos a Londres para probar por fin Metro: Last Light, que habíamos podido ver en numerosos eventos y ferias en los últimos años, pero cuya jugabilidad todavía no nos habían dejado probar. Y que mejor manera de hacerlo que jugar sus primeras horas, con una versión ya casi final, ahora que sabemos su fecha de lanzamiento definitiva, el próximo 17 de mayo para Xbox 360, PlayStation 3 y PC. Varios retrasos, bancarrota de THQ de por medio, ya solo quedan dos meses para disfrutarlo, y la espera ha merecido la pena.
Si ya disfrutasteis de Metro 2033, tenéis que saber que estamos ante una secuela bastante continuista, que refuerza todos los puntos fuertes de aquel, e intenta subsanar algunos de sus errores, como la inteligencia artificial de los enemigos. La historia esta vez se desmarca de los libros escritos por Dmitry Glukhovsky. Si el primer juego seguía con mayor o menor fidelidad los acontecimientos del libro, esta segunda parte no tiene nada que ver con la novela Metro 2034, aunque por suerte el creador de este universo, Glukhovsky, ha estado implicado en el desarrollo del juego, en escribir su guión, de manera mucho más intensa que con la primera parte.
No os vamos a contar demasiado, y de hecho nosotros a pesar de jugar el inicio de la aventura seguimos con algunas incógnitas, ya que nos omitieron el prólogo, y no pudimos ver cómo empieza exactamente el juego, nos situaron ya pasada la primera media hora aproximadamente. Volveremos a ser Artyom, y la historia continúa el final malo de 2033, ya que en la primera entrega había varios finales dependiendo de nuestras acciones. Estaremos inmersos en un conflicto entre dos grandes bandos, fascistas y rojos, que están a punto de comenzar una terrible guerra civil, mientras parte de la población de los túneles del metro, sin posicionarse en ninguna de estas dos facciones, simplemente se limita a sobrevivir.
Como en la primera entrega, la mayor parte del juego transcurrirá en los túneles del metro de Moscú, aunque a veces saldremos al irrespirable mundo exterior, equipados con una máscara de gas. Al parecer las fases en el exterior serán más abundantes y menos lineales, con diferentes caminos, pero no os podemos contar mucho sobre esto ya que las primeras horas de la aventura transcurren de manera prácticamente integra en los túneles. Sí que hay al inicio una pequeña sección en el exterior y es muy espectacular, acechados por decenas de criaturas, visitando un avión estrellado, del que mediante un atractivo flashback nos muestran el angustioso momento de su accidente.
Una vez a salvo de esta incursión exterior, tenemos tiempo para explorar una de las ciudades subterráneas, momento en el que el juego luce en todo su esplendor gracias a la excepcional ambientación, escuchando y viendo a los habitantes en sus quehaceres diarios, desde soldados, artistas y comerciantes a un borracho que se tambalea hasta estamparse contra el suelo, y otras situaciones bastante curiosas e interesantes, que dan la opción al jugador de quedarse parado contemplando y escuchando o bien seguir con su viaje hasta la siguiente escena de acción, sin prestar atención al rico universo de Metro.
Uno de los momentos más peculiares se produce al entrar a un teatro, donde podemos contemplar una actuación de cancán, con unas bailarinas ligeras de ropa, y después a un domador de vigilantes, las temibles criaturas que nos atacan durante el juego. También durante esta escena de exploración, podemos pararnos en las tiendas y comprar nuevas armas o mejorar las que ya tenemos acoplándoles todo tipo de accesorios como distintas mirillas, silenciadores, etcétera. Como en Metro 2033, el dinero son las balas militares, las de calidad, mucho más efectivas contra los enemigos, pero claro, no dejamos de estar disparando dinero, y esta munición escasea, teniendo que utilizar la de peor calidad, menos potente y más traicionera.
A diferencia de la primera entrega, ahora jugando en dificultad normal los recursos abundan, de manera incluso un tanto exagerada. Cada cuerpo enemigo nos suelta unas cuantas balas, explosivos, botiquines y es complicado quedarse sin alguno de estos recursos, algo que era muy habitual en Metro 2033. Por ello recomendamos desde ya que el que quiera una experiencia similar a la del juego original lo comience en difícil, ya que una de las gracias del primer Metro era esa escasez de recursos, que hacía que tuviéramos que administrar bien las balas y buscar objetos por todos los recovecos de los escenarios, una exploración que sigue presente.
Se mantiene el sistema de botiquines teniendo que curarnos las heridas, algo que se agradece, lejos de la tendencia de la regeneración automática de vida, y podemos llevar varias armas secundarias como cuchillos arrojadizos, dinamita, minas y otras armas que vamos consiguiendo poco a poco. Tanto cuando salgamos al exterior como en algunas zonas de los túneles del metro, habrá localizaciones con aire irrespirable, por lo que tendremos que usar la máscara de gas. De manera muy inteligente, sin ninguna interfaz de pantalla, en la muñeca del protagonista vemos el tiempo que queda de oxígeno, aunque podremos usar recambios para recargar el aire.
Lo más interesante de Metro: Last Light, además de su genial ambientación, es la libertad que nos dan para afrontar cada situación, algo que está muy de moda con grandes juegos en los últimos meses que apuestan por algo parecido como Dishonored o Far Cry 3. Cada escenario con enemigos lo podemos superar mediante la confrontación directa o el sigilo, siendo casi igual de satisfactorio elegir una manera u otra, y de hecho no se premia esta elección, es el jugador el que elige cómo desea jugar. Si no queremos que nos descubran, tenemos dos movimientos para sorprender por la espalda, uno que ejecuta a los enemigos y otro que solo los deja inconscientes, con una gran cantidad de animaciones bastante llamativas.
Si nos liamos a tiros, las cosas se ponen complicadas, las alarmas retumban y no dejan de venir rivales, con una inteligencia artificial bastante mejorada respecto a 2033. Todavía queda margen de mejora, y por ejemplo cuando vamos en sigilo ocultándonos entre las sombras, nos ha dado la sensación de que los enemigos son un poco cegatos, y aunque te descubran, si te escondes rápidamente es como si no hubiera pasado nada. Jugamos a una beta, aunque sospechamos que tiene más culpa de esto el hecho de haber jugado en nivel de dificultad normal que el estado de desarrollo del juego.
Además de los tiroteos y la infiltración, es muy interesante el toque survival horror, provocado por las criaturas que pueblan el mundo de Metro, los vigilantes, y la tensión que han plasmado en algunas escenas. Por ejemplo en estas primeras horas tuvimos que atravesar una larga sección de túneles, a bordo de un coche sobre raíles. En nuestro camino ya fuera por paradas obligatorias para seguir avanzando, o por mera curiosidad, podíamos explorar galerías convertidas en nidos de arañas, en escenas más propias de una película de Alien. Para no atascarnos entre las telas de araña y poder movernos más rápido tenemos que quemarlas con un mechero, y nos pegamos algún que otro sobresalto, con la tensión añadida de ir bastante justos de balas en este tramo del juego, sin enemigos humanos.
Nos ha llamado la atención que pese a tratarse de un juego lineal hay bastante más exploración que en la mayoría de los shooter actuales, podemos llegar del punto A al punto B por distintos caminos, más o menos ocultos, hay muchas salas y lugares para investigar y recoger objetos, e incluso algunos eventos secundarios, es lo que podemos elegir si intervenir o no. Por ejemplo cuando íbamos recorriendo los túneles en nuestro extraño coche-tren escuchamos desde lo más profundo de una galería los gritos de una mujer pidiendo ayuda. Esta estaba siendo agredida por dos hombres, y la primera vez no fuimos capaces de salvarle la vida. Lo intentamos una segunda y sí conseguimos rescatarla, sin que nos diera ninguna recompensa, simplemente las gracias. Habrá muchos situaciones como esta, incluso con claroscuros, en los que no sabemos si estamos haciendo lo correcto o lo incorrecto, simplemente tomando la opción que creemos más conveniente en ese momento, lo que puede tener repercusiones futuras, algo que habla muy bien del juego, que trata con respeto y como un ser adulto al jugador.
Entre los momentos de exploración en las ciudades, escuchando a los múltiples ciudadanos, contemplando cómo realizan sus tareas, las escenas de acción, ya sea con enfrentamientos directos o infiltración, las secciones de terror y tensión con criaturas, las salidas al exterior, u otros momentos más espectaculares y "scriptados", Metro: Last Light se hace realmente entretenido y variado, no aburre en ningún momento. Además como nos han prometido sus creadores, será igual o incluso más largo que Metro 2033, un juego que ya estaba por encima de la media del género, veremos si Metro: Last Light consigue mantener el ritmo y la variedad a lo largo de todo su desarrollo.
Lo jugamos en la versión de PC, y lucía muy bien, de hecho Metro 2033, jugado hoy en día en un ordenador de gama media o alta, ha envejecido realmente, y su secuela no iba a ser menos. Su punto fuerte es sin duda la dirección artística, sensacional, recreando uno de los mundos postapocalípticos más creíbles y detallados que hemos visto nunca en un videojuego. También tuvimos ocasión de verlo un rato en consolas, concretamente en Xbox 360, y después de haber estado jugando casi tres horas en PC, nos dejó muy fríos, algo completamente normal, a estas alturas de la generación la comparación entre las consolas y el PC apenas se sostiene. Al menos sí apreciamos que la tasa de imágenes en consola era muy estable, algo llamativo para tratarse de una beta, por lo que parece que será una buena versión a pesar de todo. Sobre el audio comentar que ya se encontraba doblado al castellano, con un trabajo notable, dada la gran cantidad de personajes distintos con los que te cruzas, sin ninguno que desentonara.
No es un shooter más
Por muy cansado que estés de juegos de acción en primera persona, el desarrollo de Metro: Last Light te atrapa, gracias a su gran ambientación, elaborada historia, y planteamiento jugable muy variado, donde hay lugar para la acción más intensa, el sigilo o incluso el terror y la tensión. A todos aquellos que os gustó Metro 2033, que no sois pocos, iros frotando las manos, esta secuela no defrauda para nada, y está a la altura de las expectativas. Si estáis hastiados de shooters genéricos y sin personalidad, Metro: Last Light viene a demostrar que el género todavía tiene mucho que decir, y después de haber jugado el inicio de la aventura no tenemos ninguna duda de que nos encontramos ante uno de los títulos más interesantes de este apasionante 2013.
