Dice el refrán que las cosas buenas llevan su tiempo, y en el caso que hoy nos ocupa, resulta difícil buscar motivos para pensar lo contrario.Towerborne es lo último de Stoic, estudio responsable de The Banner Saga, una serie de RPG que estuvo en boga la última década y culminó con su capítulo final, y tercera entrega, en el año 2018» y que combina rol táctico con un sublime trabajo artístico y narrativo. El equipo estadounidense lleva nada menos y nada más que cinco años trabajando en su último proyecto, el más grande y ambicioso de todos en los que se ha embarcado hasta la fecha, uno que dista de su ópera prima en la forma, aunque no en lo que se refiere al mimo y cuidado que se ha puesto en su creación.
Aunque el 10 de septiembre se lanzaba oficialmente la versión Early Access, nosotros hemos tenido la oportunidad de probar sus mieles con una edición Pre-Early Access cortesía de Xbox que nos ha permitido sumergirnos en las primeras horas (y un poco más allá) de su contenido. Lo hacemos a través de un pequeño prólogo que sirve de antesala para entender cuáles son los acontecimientos que nos ponen en la piel de Ace, un héroe/heroína que despierta amnésico en The Belfry, única ciudad que sigue en pie tras los trágicos acontecimientos que, de manera aparentemente inexplicable, llevaron a la destrucción parcial de la denominada City of Numbers.
En un mundo sumido en ruinas, solo un selecto grupo de guerreros cuenta con la capacidad de hacer frente a las fuerzas del mal, y como no podía ser de otra forma, nosotros pertenecemos a él. Por desgracia, parte de lo sucedido ha llevado a que nuestro personaje despierte de su letargo no solo amnésico, sino también carente de toda experiencia en el combate. Dicho en otras palabras: tomamos el control de un guerrero que comienza desde cero y junto al cual iremos descubriendo las particularidades de la mecánica de juego que ofrece Towerborne. Primero será menester elegir cómo queremos que nos represente en pantalla a través de una sencilla selección de cuerpo, rostro y de otros rasgos físicos. Luego toca descubrir la ciudad.
The Belfry, ciudad faro de la humanidad
Nuestros primeros pasos en The Belfry nos permiten echar un vistazo a la única urbe que permanece en pie de la humanidad. En realidad, y dado que no se sabe a ciencia cierta cuál ha sido la causa de la última catástrofe que se ha cernido sobre nosotros, no hay por el momento demasiadas cosas a las que dedicarnos más allá de interactuar con algunos de los personajes secundarios que nos indican qué hacer y hacia dónde dirigirnos. En esencia, esta ciudad principal es una enorme base de operaciones desde la que podemos seleccionar misiones, escoger trabajos (objetivos específicos relacionados con vencer una determinada cantidad de enemigos de un tipo, por ejemplo), mejorar nuestro equipamiento y realizar las operaciones básicas antes de salir de ella para aventurarnos hacia el peligro.
En la aventura es donde radica el principal encanto de Towerborne. Con The Belfry como punto de partida, el mapa que se abre ante nuestros ojos toma forma de tablero. Por lo general hemos de alcanzar un punto determinado del mismo, y para ello primero es necesario ir superando misiones, que a su vez están representadas por distintas baldosas. Las primeras misiones sirven como tutorial para familiarizarnos con la mecánica de juego, que a grandes rasgos toma la forma de un beat ‘em up con desplazamiento lateral en el que hemos de eliminar a los enemigos que aparecen en nuestro camino.
Descubriendo el mundo que nos rodea
Sin embargo, para poder superar las misiones hay que hacer algo más que machacar botones. Ace cuenta con una serie de habilidades que vienen impuestas por varios factores. El primero y más importante, por la clase que hayamos elegido desde el menú principal. En esta versión hemos podido conocer cuatro, todas centradas en el ataque: Sentinel, Pyroclast, Rockbreaker y Shadowstriker. Sentinel es la más clásica y equilibrada de las cuatro, ofreciendo la posibilidad de realizar ataques rápidos y también de defendernos con un cómodo escudo. Pyroclast emplea ataques más lentos apoyados por ráfagas de fuego; Rockbreaker centra su atención en potentes combinaciones que nos suelen dejar desprotegidos ante ataques enemigos; Shadowstriker utiliza dos rápidas dagas que nos otorgan cierta ventana en los combates ante grupos numerosos de enemigos, aunque relativamente poca fuerza.
El segundo factor determinante es la selección de nuestro equipo. Podemos equipar a Ace con armas relacionadas con la clase que hayamos elegido. Cada arma cuenta con un nivel de experiencia y con unas habilidades específicas, que pueden variar desde otorgar puntos de curación mientras combatimos a aumentar notablemente nuestra velocidad de ataque. Lo mismo sucede con el resto de las piezas de nuestra armadura, que se divide en distintos aspectos (casco, peto, pantalones, cinto, etcétera) que, sumados, determinan el nivel básico de experiencia de nuestro personaje.
Equipados hasta los dientes
Nuestro equipo no sube de nivel al terminar las misiones, pero sí lo hace nuestra clase y, posteriormente, también lo hará nuestro nivel de habilidad general al ir desbloqueando nuevas baldosas del mapeado.
Aunque sobre el papel puede parecer algo confuso, lo cierto es que Stoic ha realizado un gran trabajo a la hora de establecer una curva de dificultad perfecta para aprender el funcionamiento de la mecánica sin perdernos un solo detalle importante. Así, pronto descubrimos que es posible aumentar también el nivel de las armas en una forja empleando algunos de los materiales que obtenemos al terminar las misiones, como también obtener nuevas y mejores piezas para nuestro equipo. La idea es, por lo tanto, ir superando misiones para lograr así mejores armas y objetos, de tal forma que aumente el poder de ataque y la defensa de nuestro personaje.
Hay algunas limitaciones para avanzar en el mapeado, aquí denominadas danger zones (o zonas de peligro). Durante los primeros compases de la partida solo podemos acceder a las baldosas de nivel uno. Una vez avanzamos, desbloqueamos la opción de realizar una serie de retos específicos con los que podremos acceder a zonas de peligro de nivel dos, tres y así sucesivamente. Además, llegados a cierto punto podremos elegir el nivel de dificultad de las misiones, algo crucial para que todo tipo de jugadores puedan disfrutar de la aventura sin tener que sufrir más de la cuenta durante el proceso.
Cuantos más, mejor
Esto tiene una importancia especial en el caso de Towerborne: si bien es cierto que podemos jugar perfectamente en solitario, también es posible hacerlo con otros tres jugadores en cooperativo. Por desgracia esta opción no estaba aún habilitada en la versión que hemos probado, pero dadas las características de la mecánica de juego, no cabe la menor duda que será uno de los principales reclamos para aquellos que se decidan a probarlo. El componente free to play y multijugador está presente en otros aspectos de la aventura, como bien atestigua la presencia de stickers para comunicarnos con otros jugadores o de las típicas expresiones que podemos realizar con nuestro personaje (y que también podremos ampliar).
Hay otro elemento crucial para entender el porqué de la importancia del multijugador: Towerborne es, ante todo, un juego divertido, de esos con los que las horas pasan volando sin que prácticamente nos demos cuenta. Tal vez se deba al hecho de tratarse de un título enfocado en la acción, o quizás por el tipo de desarrollo dividido en misiones (y no en la exploración de grandes mapeados como sí sucede en otros juegos de rol), pero sea por lo que fuere, lo cierto es que los combates son entretenidos y visualmente atractivos.
Diversión sin fin
El estilo artístico sigue a grandes rasgos lo que pudimos disfrutar en The Banner Saga, con escenarios pintorescos, repletos de todo tipo de naturaleza, amén de una épica banda sonora. Las animaciones son fluidas, no se ralentizan y dan la talla incluso en equipos poco potentes. Prima aquí el colorido antes que el detalle o el realismo, pero todo encaja con la propuesta de Towerborne, desde los mapas que hemos descubierto al diseño de los personajes secundarios que descubrimos poco a poco.
Habrá que ver hasta qué punto Stoic aumenta el tipo de enemigos a los que nos enfrentamos, algo escaso en esta versión, así como la variedad de los escenarios que recorremos al menos en estos primeros compases. Es difícil poder valorar estos aspectos cuando se habla de una versión Early Access, pero sí que podemos asegurar que en nuestra experiencia hemos encontrado muy pocos errores, tanto gráficos como relacionados con la mecánica, algo que nos ha sorprendido muy positivamente. Los que se decidan a apostar por Towerborne desde su lanzamiento no se encontrarán aquí con un título defectuoso o plagado de problemas, sino más bien todo lo contrario, aunque viniendo de Stoic no cabía esperar otra cosa.
Un futuro prometedor
Con todo, las primeras horas que hemos podido disfrutar de Towerborne dejan tras de sí un regusto exquisito. Su mezcla entre distintos géneros le da un toque peculiar, la curva de dificultad (incluso en esta versión) funciona de maravilla y su aspecto artístico encaja a la perfección con la propuesta de juego, entretenida a más no poder. Es evidente que hay muchos aspectos esenciales del juego que no hemos podido probar en profundidad, especialmente el multijugador, que está llamado a ser una de sus características más importantes, pero lo que ofrece hoy es más que suficiente para garantizar disfrutar un buen par de horas frente a nuestro ordenador.
Además, Stoic ha asegurado que en los meses venideros seguirán ampliando contenido (entre otros aspectos, se ha afirmado que una semana después del lanzamiento de la versión Early Access se pondrá a disposición de los jugadores un parche actualizando el juego a un buen puñado de idiomas, entre los que se encuentra el español), por lo que el futuro se prevé apasionante.
*Hemos realizado estas impresiones gracias a un código para PC proporcionado por Xbox España.