"Gorogoa es un mundo ilustrado a mano y con mucho cariño suspendido dentro de un puzle único. Para resolver el puzle, el jugador reordena varias imágenes sobre una simple cuadrícula, colocándolas cerca de o sobre otra. Pero cada imagen también es una ventana hacia una parte diferente del mundo del juego –o quizá hacia otro mundo diferente– y cada ventana se juega como un pequeño juego propio. Incluso así, la clave para progresar nunca reside dentro de una imagen, sino en las conexiones entre éstas".
Así se autodescribe Gorogoa. Y es que escribir sobre Gorogoa es un desafío tan sorprendente como el desafío jugable que el propio juego nos ofrece. El mercado de desarrolladores independiente parece ser una fuente inagotable de creatividad que refresca el mercado a un ritmo probablemente nunca antes visto.
Gorogoa es un juego tan distinto que resulta casi imposible describir su sistema de juego; y aunque dicen que una imagen vale más que mil palabras, las capturas difícilmente ilustrarán mejor su mecánica. Y lo mejor de todo es que, aun siendo tan extraño, nos ha trasmitido unas sensaciones muy, muy positivas.
En serio, ¿qué es Gorogoa?
Gorogoa es un puzle que se desarrolla sobre una cuadrícula de cuatro grandes casillas en las que podremos colocar distintas imágenes. Cada imagen puede, o no, contener distintos niveles de profundidad, distintos niveles de desarrollo lateral o vertical, y con distintos elementos que podemos explorar. Cada imagen puede tener, además, distintas "capas", por lo que de una sola viñeta podemos sacar varias. Por ejemplo, si tenemos una ventana en una cuadrícula, es posible arrastrar la pared que la contiene fuera de ésta, mientras que el paisaje que veníamos a través de la ventana se mantiene en el anterior y nos da la posibilidad de explorarlo llegando a nuevas zonas.
Difícil de explicar, ¿verdad? Pues aun hay más. Llegado el momento, tendremos que formar una especie de puzle de dos o tres piezas en la que los elementos de entornos en principio dispares se mezclen formando un único conjunto. Otras veces tendremos que arrastrar una de las imágenes aparentemente sin motivo para descubrir que bajo éstas se ocultan nuevos escenarios que se añaden a las casillas que forman esta cuadrícula. Otra de las sorpresas es que ciertas imágenes ocupan las cuatro casillas y son inamovibles, por lo que tendremos que ajustar las otras tres para hacer que encajen en nuestra búsqueda de tan sorprendente objetivo.
¿Y un ser humano normal puede jugar a eso?
A pesar de lo caótico que pueda resultar en un principio, Gorogoa sabe guiar al jugador con elegancia y sutileza, haciendo que éste aprenda a manejar el complejo a la vez que sencillo sistema de juego sin necesidad de engorrosos tutoriales y de una manera muy visual. El juego se apoya en la comunicación que ofrece el puntero de Windows (suponemos que acabará haciendo lo mismo en otras plataformas) las cuatro flechas que representan la posibilidad de arrastrar, el círculo que indica que algo está cargando para bloquear los controles cuando hay una secuencia en marcha, etcétera, ofreciendo una interfaz novedosa a la vez que conocida para la mayoría de jugadores.
Otro de los logros que consideramos dignos de destacar es conseguir hacer que un concepto que parece puro caos sobre el papel llegue a convertirse en intuitivo. Tras la confusión inicial, el juego suele plantearnos un objetivo claro, por lo que no perderemos tiempo preguntándonos "¿y ahora qué?", sino "¿y ahora cómo?". Lo que hemos podido probar ofrece puzles a veces descabellados, pero que tras unos segundos de meditación cobran sentido y dejan ante nosotros las pistas para encontrar la ruta adecuada hacia su solución.
¿Y el resto, qué?
Por suerte, no sólo tiene un planteamiento interesante, sino que además, los distintos aspectos artísticos acompañan de maravilla a Gorogoa. Visualmente tiene un estilo muy personal, totalmente dibujado a mano y que goza de una sensación de profundidad muy conseguida en las secuencias en las que la cámara cambia de plano. Este aspecto combina, al igual que su planteamiento jugable, elementos realistas con otros mucho más fantasiosos que nosotros, como jugadores, aceptamos en un conjunto creíble. Nos lleva desde un trastero a la torre de una torre de cuento, pasando por la rama de un árbol a un tranvía con una facilidad que cuando desconectamos del juego nos deja preguntándonos "¿cómo he llegado hasta aquí?".
En el apartado sonoro, melodías calmadas y correctísimas acompañan el devenir de esta particular aventura, cumpliendo su función con creces independientemente de que por ahora no puede gozar de todo el protagonismo que se merece debido al breve fragmento jugable que Gorogoa ofrece hasta el momento. El argumento es igual de sorprendente e interrealista que el juego, y (al menos el fragmento inicial) nos propone, tras leer la entrada correspondiente en la "enciclopedia visual de todo lo que encuentres", recoger cinco manzanas de colores para realizar algún tipo de ofrenda a un pseudodragón gigante que pasea libremente por las calles de una tranquila ciudad.
¿Entonces lo voy reservando?
Ante todo, cautela. Gorogoa es un juego independiente, lo que se puede traducir en un concepto apabullantemente sorprendente que lleva al jugador a probar cosas nunca ante vistas en el sector. La lista de éxitos indie se amplía cada día, pero lo mismo sucede con la de los fracasos. Gorogoa tiene sobre la mesa todo lo que necesita para triunfar: una idea única, un planteamiento novedoso y una personalidad propia, pero como siempre hay que esperar a ver cómo evoluciona su desarrollo y qué depara el juego final. Nosotros por ahora lo seguiremos muy de cerca, y os aconsejamos que os bajéis la demostración que hay disponible en la web oficial del juego. Eso sí, tras jugarla la espera hasta que llegue el juego final, ya bien entrado el 2013, se puede hacer muy, muy larga.