Una frase que se le atribuye a Shigeru Miyamoto y que nos encanta es aquella que dice algo así como que "un mal juego que se retrasa puede acabar siendo un buen juego, pero un mal juego será malo para siempre", una sentencia que define muy bien lo que es una compañía como Nintendo, que siempre prioriza la calidad de sus juegos por encima de todo. Y eso es algo que parece que con el nuevo The Legend of Zelda han llevado hasta sus últimas consecuencias, porque llegaron a decir que saldría en 2015, luego en 2016, y finalmente llegará en 2017.
Este último retraso posiblemente sea un tanto artificial, ya que The Legend of Zelda: Breath of the Wild, que es así como se llamará finalmente, saldrá a la vez en Wii U y la nueva consola de Nintendo, en una jugada calcada a la de The Legend of Zelda: Twilight Princess en 2006. Hasta el momento sabíamos muy poco de esta nueva entrega, solo que sería de mundo abierto y que contaría con una estructura que recordaría a la del primer juego para NES. Pero lo que no imaginábamos es que Nintendo iba a romper los esquemas con un juego repleto de novedades, que no tiene miedo de cambiar un sinfín de convenciones de la saga.
Es curioso que en este E3 hemos visto a tres sagas muy importantes del mundo de los videojuegos hacer lo mismo, como el nuevo God of War o Resident Evil 7, que en un montón de aspectos no se parecen a sus predecesores, pero en el caso de The Legend of Zelda: Breath of the Wild es incluso más llamativo, porque The Legend of Zelda no es una saga más, es una leyenda de los videojuegos que ya ha cumplido 30 años, y que pertenece a Nintendo, una empresa a veces tachada de conservadora.
Cuando dijeron que iba a ser de mundo abierto, imaginábamos que iba a ser más o menos lo de siempre pero con unos escenarios enormes y una mayor libertad de movimientos, lo que no nos esperábamos es que fueran a incluir toques roleros, e incluso de aventura de supervivencia, teniendo que estar pendientes de la temperatura de Link, para no morir de frío o de calor. Allí a donde mires en Breath of the Wild verás un cambio, que han roto una tradición, y por ejemplo ya no nos curamos recogiendo corazones, tenemos que comer comida para recuperar la salud, y el salto ya no es automático, y podemos brincar libremente.
El nuevo Zelda se desarrolla en un mundo enorme, gigantesco, y por ello no era fácil para Nintendo mostrarlo en el E3, en el que las demostraciones tienen que ser más o menos breves, ya que tanto los asistentes como las compañías tienen un tiempo limitado. Ya hemos podido probar The Legend of Zelda: Breath of the Wild, unos 40 minutos aproximadamente, y no dejó de sorprendernos a cada momento, con sus cambios, novedades e ideas, es un bestial soplo de aire fresco.
Al encontrarte en un mundo abierto tan grande, y ver tantas novedades jugables, la verdad es que casi no sabes ni por dónde empezar, y nos pusimos a experimentar, a probar cosas. La demo comenzaba con Link al lado de una hoguera, y tras coger un arco prendimos fuego a una flecha, y probamos a dispararla a la vegetación, viendo cómo realizamos un pequeño incendio, que se iba extendiendo dinámicamente. Por primera vez en la serie podemos interactuar y modificar el escenario con bastante libertad, y por ejemplo también nos sorprendió el hecho de poder talar árboles, eligiendo hacia qué lado queremos que caiga el tronco, que podíamos empujar, lo que tendrá diferentes usos.
Hay enormes piedras que podemos empujar y que caen rodando con un sistema de físicas muy convincente, que provoca que estemos ante un juego más orgánico, en el que ya no hay una única solución ante un problema o puzle. Cerca de la zona donde empezábamos había un cofre en medio de una ciénaga, y para alcanzarlo se nos ocurrieron diferentes soluciones, y todas eran válidas, desde poner un tronco de un árbol para formar un puente, hasta arrastrar una roca, o usar una nueva herramienta, la pizarra Sheikah.
Esta es una especie de tablet informático, literalmente, y en él iremos desbloqueando diferentes habilidades, como la posibilidad de crear cubos, o activar un imán capaz de mover grandes objetos metálicos. Esta habilidad es la que más usamos en uno de nuestras primeras incursiones en un santuario, unas pequeñas mazmorras que habrá por lo largo y ancho del mundo, y que nos han dicho que habrá más de 100, independientes de las clásicas y elaboradas mazmorras.
El santuario que jugamos era un pequeño puzle en el que teníamos que usar el imán para mover objetos metálicos, y el tipo de acertijos nos sorprendió mucho, ya que estaban basados en los movimientos y las físicas, propio de muchas aventuras de rompecabezas de los últimos años, pero algo que nunca habíamos visto en un Zelda. Y podríamos estar horas enumerando cosas que nunca habíamos visto en esta saga, porque como ya os hemos dicho Breath of the Wild no paró sorprendernos en ningún momento.
Armas con estadísticas y que se desgastan con el uso como si se tratara de un juego de rol, hasta romperse, diferentes piezas de ropa, que tendremos que ir cambiando para controlar la temperatura de Link, objetos que tenemos que comer para recuperar la salud, ingredientes que tenemos que usar en las hogueras para cocinar alimentos, que nos puedes dar todo tipo de ventajas. Un ciclo de día y noche que cambia el mundo y los tipos de enemigos y su comportamiento, el poder escalar paredes y estructuras como si de un Assassin's Creed se tratara, que haya un medidor de ruido que se usará para jugar con sigilo y a la hora de cazar animales, las bombas que son infinitas, y que se recargan con el tiempo, el poder saltar libremente, que no haya música sonando constantemente, que si llevamos un arma metálica y se desata una tormenta, nos puede caer un rayo...
Breath of the Wild es una auténtica revolución en la saga, y no sabemos qué tal les quedará, pero simplemente por el atrevimiento, por osar a poner patas arriba algo tan venerado e intocable, ya tienen nuestro aplauso. Nos encanta que una compañía como Nintendo haya arriesgado tanto con una de sus vacas sagradas, y creemos que el conservadurismo no hace mejorar y crecer el mundo de los videojuegos, como tampoco innovar en una virtud en sí mismo, si no se hace con sentido.
Y no creemos que este giro tan osado en The Legend of Zelda haya sido por un calentón de Eiji Aonuma, porque este juego se viene gestando desde hace unos cuantos años, y seguro que como buen juego de Nintendo todo está muy bien pensado y tiene sentido, aunque hay detalles que todavía no nos terminan de convencer o encajar del todo.
Para empezar, el enorme tamaño del mapa, que todavía no sabemos qué va a aportar a la experiencia de juego además de para dar largos paseos, porque las localizaciones que hemos pisado en nuestra experiencia nos han parecido demasiado vacías. No sabemos si por intenciones artísticas o narrativas, o por limitaciones del hardware, pero este mundo abierto nos ha recordado un poco al de Shadow of the Colossus, para bien y para mal.
También la narrativa, un tanto enigmática y minimalista, puede recordar a la del juego de Fumito Ueda, aunque ya ha dicho Eiji Aonuma en la demo de este E3 no han querido enseñar nada de la historia, ni personajes ni pueblos, y se han centrado en la jugabilidad. Uno de los fragmentos que se pueden jugar en esta demo es justo el principio del juego, muy misterioso, y la verdad, no nos importaría que los tiros fueran por ahí, con una historia llenas de enigmas y que diera pocas explicaciones, que tuviéramos que descubrir poco a poco.
Sin poder evaluar jugablemente una aventura tan gigantesca habiendo jugado solo unos minutos, sí que podemos mojarnos un poquito más en lo que nos ha parecido gráficamente, y no podemos ocultar una ligera decepción. Porque aun sabiendo que Wii U no es un portento, ya nos ha demostrado hace no mucho que puede dar más de sí, y por ejemplo el mundo de Xenoblade Chronicles X es mucho más detallado y complejo.
Y dejando a un lado que los escenarios estén un tanto vacíos, que puede ser algo intencionado, las texturas no están a la altura, y tenemos una imagen poco nítida y un tanto sucia, con dientes de sierra y que muestra niebla y falta de claridad en las distancias largas. Artísticamente es precioso, pero a la vez nos parece un juego un tanto desfasado, y no dejamos de imaginar cómo se verá en la nueva consola de Nintendo si esta finalmente es mucho más potente que Wii U, se nos hace la boca agua solo de pensarlo.
Celebrando 30 años con una revolución
Es genial que Nintendo haya arriesgado tanto con The Legend of Zelda: Breath of the Wild, y el experimento podrá salir mejor o peor, pero han conseguido convertirlo en el juego que más comentarios y expectación ha generado durante este E3, y los fans de la saga ya están contando los minutos para poder disfrutarlo. Se lanzará en 2017 para Wii U y Nintendo NX, y ojalá no nos hagan esperar demasiado y se ponga a la venta junto a la nueva consola, ya que podría ser sin duda uno de sus títulos bandera, y una buena excusa para comprarla desde el primer día.
Hemos probado The Legend of Zelda: Breath of the Wild en el estand de Nintendo del E3.