Análisis Lake, nostalgia relajada entre cartas y paquetes (PC, PS4, PS5, Switch, Xbox One, Xbox Series X/S)

Quizás no ha sido voluntario, pero lo de que Lake se haya estrenado el 1 de septiembre, mes tradicionalmente relacionado con la vuelta a la rutina, nos viene de perlas para meternos de lleno en esta nostálgica historia bañada de cotidianeidad. Meredith Weiss, protagonista del juego desarrollado por Gamious y publicado por Whitethorn Digital en Xbox Series X/S, Xbox One y PC, es una informática que deja su puesto de trabajo para pasar dos semanas en su pueblo natal; no son unas vacaciones, sino un favor a su padre, a quien sustituirá como cartero mientras él se encuentra fuera de la ciudad.

Lo que llega después seguro que ya lo sabéis: una especie de Death Stranding tranquilito. Cada mañana nos montamos en el furgón, conducimos hasta las casas de los vecinos que han recibido cartas o paquetes y los dejamos a buen recaudo. Volvemos a casa, descansamos y a la mañana siguiente vuelta a empezar. Por el camino, Lake nos permite cierta relación con los habitantes de Providence Oaks, quienes en su mayoría ya formaron parte de la vida de Meredith antes de que esta se marchase a la gran ciudad. Estamos, entonces, ante una aventura narrativa con diálogos en español, decisiones, ramificaciones y, de fondo, una mecánica de entrega de correo que sólo sirve para que la trama se desarrolle durante las aproximadamente cinco horas que dura.

La cartera siempre llama dos veces

Probablemente quienes hayan trabajado en servicios de mensajería no romanticen tanto la profesión como lo hacen los autores de Lake, pero en este juego se pinta esa labor casi como una técnica de meditación. Y hay algo de eso: la rutinaria tarea que se nos encarga puede llegar a ser relajante, no sólo porque no entraña dificultad sino porque la llevamos a cabo en un escenario inmejorable, un pequeño pueblo estadounidense a la orilla de un gran lago. Repartir paquetes en Providence Oaks nos permite patear la zona, tanto a pie como conduciendo, y disfrutar del buen diseño de sus paisajes mientras acudimos sin prisa a cada destino.

Sin prisa y sin control, porque si de algo puede presumir Lake es de una completa y total falta de precisión en el manejo del vehículo, lo que puede llegar a romper la atmósfera del juego. A fin de cuentas, la tranquilidad de un pueblito de este tamaño se vería muy afectada en la vida real si de repente el camión del servicio postal llega arrasando por la calle central o se sube sin querer a una ladera. No pasa nada, no estamos aquí para eso; Lake entra dentro de los tan de moda wholesome games y tiene muchas soluciones para evitar atropellos, caos y destrucción, aunque casi ninguna consigue esconder su escasa factura técnica.

Costumbrismo nostálgico

Nadie puede romper, ni aunque se lo proponga, la balsa de aceite que es Providence Oaks. Durante nuestras dos semanas en el pueblo entablaremos relación con la mayoría de vecinos, conociendo su historia y sus anhelos, pero siempre dentro de unos muy limitados marcos costumbristas, casi de slice of life. A medida que avanzamos en el juego la mecánica de cartero va perdiendo peso en favor de una apuesta por el relato: comienza a importar más la historia que la entrega de paquetes, lo cual es de agradecer porque también se hace más variado nuestro tiempo de juego y pasaremos más tiempo haciendo otras cosas (charlar, quedar con vecinos, ver películas…) que simplemente yendo de aquí para allá. No es un simulador de cartero, afortunadamente, aunque lo que tiene que contarnos tampoco es que sea especialmente reseñable; más bien es el típico relato de crisis existencial, cambio vital y vuelta a las raíces que hemos visto ya en tantas obras, la mayoría con un grado de interés mayor del que hay en esta.

En general, y aunque esté lejos de ser un simulador de cartero, Lake es un juego carente de personalidad. La atmósfera y el tono nostálgico que nos planeta (está ambientado en los ochenta, por cierto) está sobreexplotado, los arcos argumentales de los vecinos son evidentes y un poco aburridos, el paisaje, pese a ser precioso, no termina de encontrar su tono, y el diseño de personajes está bien en el mejor de los casos, cuando no es directamente feo. Con todo lo atrayente que podía llegar a ser la premisa de Lake, su resultado final es pusilánime, carente de toda la fuerza necesaria para llevarlo a buen puerto.

Conclusiones

Los primeros compases de Lake, los más ceñidos a su mecánica de reparto de mensajería, dan todo lo que podemos esperar de su premisa: una relajada simulación de la rutina, una interpretación zen del trabajo del cartero. Sin embargo, a medida que nos adentramos en su trama nos vamos alejando cada vez más de esa idea y acercándonos a una propuesta narrativa que aporta poco más que cierta variedad al conjunto. Es un juego que sabe ser hermoso con sus paisajes, aunque no con sus personajes, pero que se olvida de ofrecer un plus de interés en la exploración de las tramas que rodean a los habitantes de Providence Oaks.

Nos encontramos con una obra muy blanca que se queda a medio camino entre esa aventura tranquila basada en el reparto del correo y una trama verdaderamente interesante, sin llegar a conseguir ninguna de las dos pese a su libertad de exploración tanto física en su mundo abierto como narrativa, con sus varios finales alternativos. Sin embargo, quienes gusten de adentrarse sin prisas en un calmado relato costumbrista, pueden llegar a encontrar aquí una buena propuesta para ello.

Hemos realizado este análisis en PC con un código proporcionado por Resting Relic.