Análisis de Scrap Metal XBLA (Xbox 360)
Microsoft ha decidido potenciar gradualmente los contenidos de Xbox Live ofreciendo a todos los poseedores de Xbox 360 la posibilidad de descargar nuevos títulos bajo el evento Block Party, una "fiesta" online en la que cada miércoles se estrena un videojuego orientado a la modalidad multijugador, uno de los mayores exponentes de la generación. Después del lanzamiento del esperado Perfect Dark por parte de su desarrolladora, ahora le toca el turno a un título mucho más discreto, que pretende ponernos al borde de la locura controlando los Monster Truck más preparados de la historia. Es hora de pisar el acelerado y de no mirar atrás. ¿Estás preparado para pelear por la victoria... aunque te cueste la vida?
Scrap Metal es la propuesta de la semana. Propuesta generalmente arriesgada ya de por si por la gran cantidad de títulos enfocados a la conducción que pueblan el catálogo de la videoconsola. Es difícil competir con obras tan enigmáticas como Forza Motorsport 3 y las diversas series que aparecen cada año en la videoconsola de Microsoft. Por suerte para el jugador, la obra que hoy nos ocupa está centrada en una de las partes más divertidas de la conducción: la destrucción, teniendo como premisa principal la diversión, la acción y la conducción al borde del accidente. No hay nada más gratificante que ver morder el polvo de nuestro contrincante, así como acelerar a fondo y dejar en la cuneta al rival mientras lanzamos potentes granadas al vehículo que va en cabeza en la competición.
Monster Truck de juguete
Slick Entertaiment encabeza un proyecto distinto al de su última obra en Xbox Live, n+, que nos enseño que las plataformas y los puzles pueden ir de la mano si la jugabilidad acompaña. En esta ocasión, nos alejamos del concepto de plataformas para centrarnos en la conducción, con una versión más simplista del mítico "conducir hasta morir". De esta manera, Scrap Metal se alza como un digno sucesor del R.C. Pro-Am, de Rare, ofreciéndonos una vista superior para controlar todos y cada uno de los elementos de la pista y para sentir esa sensación tan única de estar conduciendo coche de radio control. Sólo hace falta jugar unos minutos del juego para darnos cuenta de que no estamos detrás de título de conducción típico, sino que tendremos que realizar un -corto- periodo de aprendizaje si venimos de títulos más punteros, como podrían ser Burnout, Gran Turismo o el ya mencionado Forza Motorsport 3.
Así pues, lo primero que haremos nada más comenzar el videojuego en solitario será un digno tutorial que nos enseñará las bases de la jugabilidad, jugabilidad que divide a los jugadores desde el primer momento. Antes de pisar el acelerador, la obra nos propone dos tipos de control completamente opuestos: uno pensado para los jugadores nuevos, y otro para los que llevan varios años a sus espaldas en el mundo de los videojuegos. El primero, sin ir más lejos, es una evolución clara del control propuesto, por ejemplo, por Geometry Wars, donde controlaremos la dirección de nuestro bólido con el stick analógico del mando, centrándonos única y exclusivamente en acelerar o frenar con los gatillos. Es de agradecer que la compañía no haya querido dejar de lado a los nuevos jugadores con controles difíciles, puesto que como ya comentábamos, la cámara del juego será similar a la que vimos en obras como Micromachines, haciendo los giros y curvas un poco más complicados de controlar si venimos de títulos más punteros.
El primer control propuesto es bueno, simple. La única pega que le encontramos es que cuando se produce un choque o el coche acaba en estampado en una pared, realizar la marcha atrás puede ser un verdadero suplicio para el jugador menos paciente, puesto que no sabrá si tiene que inclinar la palanca de control hacia atrás, frenar o realizar una complicada combinación de botones para lo que, en principio, debería ser una simple marcha atrás. El juego nos da la posibilidad de trasladar nuestro coche a la pista automáticamente con un toque de botón, pero realizando esta acción perderemos unos preciosos segundos que pueden ser más que decisivos en el transcurso de la carrera.
Si optamos por el segundo método de control las cosas cambian. Si bien es cierto los jugadores más atrevidos que no hayan jugado nunca a una obra de estas características pueden encontrar el control un poco complicado, bastarán un par de carreras para hacernos con los controles y comenzar a derrapar de mala manera por el asfalto. El control es similar al que podemos ver en los coches de radio control, que cuentan con una palanca para acelerar y otra para realizar los giros. En función de la posición de la cámara y del sentido de nuestro coche habrá que girar a un lado o a otro el stick analógico, sin pensar que porque la curva esté a mano derecha tenemos que inclinar el joystick a esa dirección.
Ir por delante no siempre es bueno
Uno de los aspectos más destacables de Scrap Metal es la cantidad de misiones que tenemos repartidas por los diferentes circuitos propuestos para la ocasión. Comenzaremos, como no, con las típicas pruebas de velocidad en circuitos no demasiado grandes, con giros y cruces que pueden hacer mucho daño a los conductores si no vamos con un mínimo de cuidado. A medida que vayamos ganando oros los nuevas pistas se irán desbloqueando, dando lugar a nuevas misiones, personajes que nos sacarán de quicio y, como era de esperar, recompensándonos con nuevo vehículos para causar estragos allá por donde pasemos.
Cada coche tiene sus propias características, que irán desde el agarre del vehículo, pasando por la velocidad y aceleración, conceptos básicos donde los haya. La novedad reside en que cada máquina contará con un arma distinta, encontrándonos desde metralletas, pasando por sierras cortantes al más puro estilo cuerpo a cuerpo y terminando por misiles teledirigidos, imprescindibles en las carreras más duras. Potenciarlos y mejorar cada uno de los aspectos de nuestro vehículo será una constante clara en el juego, por lo que a medida que vayamos recibiendo dinero será de inteligentes mejorar los aspectos internos del coche y no solo la pintura y demás elementos que también podremos modificar -como poner un donut gigante encima del coche para hacerlo más chic-.
Desde siempre, el objetivo dentro del género de carreras ha sido llegar el primero, siendo pasto de críticas en muchos videojuegos el hecho de adelantar a nuestro contrincantes en un lapso de tiempo muy pequeño para luego pasar media carrera solo y aburrido, sin piques. En Scrap Metal esto no sucede por varias razones. La primera es la más sencilla: los circuitos son minimalistas, por lo que será fácil encontrarse a los jugadores al girar una curva, o dando marcha atrás por si nos hemos dejado un punto de control. La segunda, sin embargo, es la más divertida, y es que ocurre un aspecto muy distinto en otros videojuegos, ya que ir primero no siempre es lo mejor, y de hecho, casi siempre es mejor ir por detrás de alguien. Decimos esto porque si no vamos con un poco de cuidado es posible que de ir en cabeza acabamos siendo pasto de un misil dirigido, o de una doble metralleta, acabemos en última posición, sobre todo cuando estemos disputando encuentros con otros jugadores del mundo.
Y es que, aunque el frenesí esté presente durante toda la partida, hay algunos aspectos que no han acabado de cuajar bien en la entrega. Dejando a una lado el apartado gráfico, que, sin ser una maravilla cumple tajantemente con su cometido, nos encontramos con que la inteligencia artificial de los enemigos es bastante escasa, por no decir nula. En varias ocasiones hemos visto como nuestros contrincantes no estaban a la altura de lo esperado, negándose a finiquitarnos cuando tenían la oportunidad o viendo como los que en un principio deberían ayudarnos a controlar la situación acaban por molestarnos curva sí curva también, dejando una sensación agridulce al jugador.
Más divertido en compañía
Scrap Metal ofrece una experiencia para un solo jugador más que divertida y suficiente para matar los ratos libres que tengamos durante el día. No obstante, su mayor baza reside, esencialmente, en los modos multijugador, donde los piques y las palabras subiditas de tono crean un cúmulo de experiencias que ningún jugador debería perderse. La mecánica es exactamente igual que solitario, aunque sin la pésima inteligencia artificial de los demás competidores. Podremos recrearnos en competiciones espectaculares al más puro estilo Destruction Derby, o también participar en carreras más legales para ver quién llega antes a la meta. La diversión está asegurada.
Para aumentar la duración de la obra, la desarrolladora ha optado por dejar a un lado los prejuicios y hacer que el jugador pueda completar las carreras quedando entre los tres primeros puestos del podio, que dará lugar a las típicas medallas de bronce, plata y oro. Lo que está claro es que este tipo de juegos son una excelente inversión para aumentar nuestra lista de logros, puesto que no son demasiados los puntos que podemos conseguir por la obra y todos son relativamente accesibles. Eso sí, habrá más de un jugador que sudará sangre para conseguir los últimos trofeos, y también para derrotar a algún que otro jugador experimentado que ya pulula por la red.
En definitiva, estamos ante una obra más que digna para todos aquellos quienes quiera echarle horas a la videoconsola sin complicadas historias, giros de guión inesperados -y a veces innecesarios- o conceptos de juegos demasiado complejos para poder jugar unos minutos. Si bien es cierto la obra podría haberse mejorado un poco en œel ámbito de la inteligencia artificial, Scrap Metal se alza como uno de los grandes de la fiesta Xbox Live Bloc Party, potenciando así la competitividad entre usuarios y mejorando gradualmente la experiencia de juego en muchos aspectos. Y por si fuera poco, a medida que vayamos desbloqueando contenido seremos premiados con trajes y complementos para nuestro avatar. Quizá, uno de los problemas es que ha llegado a Xbox Live a un precio superior al esperado, 1200 Microsoft Points, y teniendo en cuenta que títulos tan emblemáticos y queridos como Perfect Dark han salido a un precio considerablemente inferior... quizá el jugador se lo plantee dos veces antes desembolsar su dinero.