Análisis de Freefall Racers (Xbox 360)
Ya han pasado casi tres años del lanzamiento de Kinect, y en contra de lo esperado y lo prometido por Microsoft, los juegos que han hecho uso de él y lo han explotado de una forma convincente son más bien escasos. A día de hoy ninguno dudamos que es un portento tecnológico, pero lo cierto es que desgraciadamente todavía no ha encontrado su hueco dentro de los videojuegos, de ahí que pocos entendamos la obligación de incluirlo de salida con Xbox One.
Freefall Racers es el último lanzamiento exclusivo para Kinect, que al igual que los recientes títulos de este tipo nos llegan únicamente a través de Xbox Live Arcade. Ya os adelantamos que es bastante divertido, y que, de nuevo, nos demuestra el enorme potencial de Kinect, pero también podemos deciros anticipadamente que estamos ante un simple minijuego apenas un poco más largo que los Kinect Gems, o Kinect Fun Labs, desarrollados también estos últimos por el estudio canadiense Smoking Gun Interactive, creadores de Freefall Racers.
Ardillas voladoras
El juego se basa en el "wingfly", un novedoso y peligroso deporte de vuelo en el que el piloto se acopla una especie de traje con alas a los brazos, siendo ese su único material protector mientras se lanza al vacío desde un avión o una montaña. Eso es en la realidad, ya que en nuestro juego los pilotos son unas peculiares ardillas las que tienen acopladas esa especie de alas a su propio cuerpo y con las que pueden volar.
Pese a que el juego no tiene la licencia oficial, lo cierto es que recuerda en muchos aspectos, como, por ejemplo, el diseño de algunos de sus personajes, o los paisajes helados que visitaremos en algunas de las pruebas, a las famosas películas de Ice Age, y su ya mítica secuencia de la persecución de la bellota.
El menú principal del juego nos da a escoger en primer lugar si queremos correr solos, o con un amigo, únicamente con la opción de pantalla dividida en la misma consola, para después plantearnos las tres escasas opciones de juego, carrera individual, circuito, que se compone de varias carreras, o contrarreloj.
Planeando con nuestros brazos
Ya en las pruebas, deciros que como imagináis el control de nuestro personaje se hace única y exclusivamente mediante Kinect. Tenemos que estirar los brazos para simular el traje de alas, y a partir de ahí pensar que estamos en pleno vuelo para moverlos conjuntamente hacia los lados para hacer girar el personaje. Para coger más velocidad tendremos que juntarlos e inclinarlos hacia abajo, simulando hacer un "picado", mientras que para frenar tendremos que echarlos levemente hacia atrás.
Las dos o tres primeras partidas pueden ser un poco complicadas, pero enseguida le cogeremos el truquillo hasta conseguir que volar sea una experiencia bastante interesante y divertida. Kinect responderá con rapidez y exactitud a nuestros movimientos, una vez consigamos satisfacer sus requisitos de luminosidad y espacio, demostrándonos, de nuevo, el enorme potencial de este aparato. En este caso no es necesario que andemos moviéndonos hacia ningún lado, por lo que el cansancio tras unas horas de juego únicamente se notará en nuestros brazos-alas.
Ardillas y circuitos
Disponemos de nueve ardillas diferentes con las que competir, aunque solo cuatro de ellas están disponibles de inicio. Cada una de ellas tiene unos valores propios de velocidad, impulso o giro, que las hace determinantes según el circuito al que nos enfrentemos, aunque su elección tampoco es vital.
En cuanto a los circuitos igualmente tenemos únicamente ocho, situados en localizaciones tan variadas como la montaña, el bosque, el hielo, o incluso, una vieja mina. Sus diseños son vertiginosos mezclando zonas lentas y técnicas con otras mucho más rápidas en las podremos y deberemos ir en picado durante varios segundos. Dentro de cada circuito encontraremos diferentes rutas y atajos que merecerán la pena descubrir ya que suelen estar bastante escondidos.
Para complicarlo un poco más escondidos en los circuitos encontraremos diversos potenciadores llamados ráfaga de viento, telaraña, misil, electrocutador, tornado, o tormenta, que perjudicarán sensiblemente al resto de competidores. El juego tiene tres niveles de dificultad, siendo el último realmente complejo precisamente por el continuo uso de estos potenciadores por parte de los enemigos.
Los modos de juegos como ya hemos comentado son muy sencillos, y únicamente consisten en carreras en solitario, o copas, compuestas de varios circuitos, y que serán las que tenemos que vencer para desbloquear personajes.
El juego no dispone de multijugador online, aunque se compensa con la inclusión del modo de pantalla dividida para que podamos jugar con un amigo en nuestra casa, tanto en modo competitivo como en cooperativo, en unas divertidas carreras por equipos, respondiendo perfectamente Kinect, también en este caso.
Técnicamente, Freefall Racers es bastante pobre, limitándose a ofrecernos unos escenarios y animaciones muy coloridos, pero bastante sosos en general, pudiéndose haberse mejorado este aspecto mucho más con algo de dedicación. El aspecto sonoro pasa asimismo totalmente desapercibido. Como suele ser habitual los pocos textos del juego están en castellano.
Conclusión
Freefall Racers es un ejemplo perfecto de lo que ha supuesto Kinect en esta generación, un portento tecnológico del que no se ha conseguido sacar todo el provecho que se podría. Estamos ante una buena idea que ha desembocado en un juego divertido, pero excesivamente sencillo, y corto, que únicamente disfrutarán los más pequeños, o si estamos con un amigo en casa.