Análisis de Worms: Una gusanodisea espacial (Wii)
Las lombrices más famosas de Team 17 llegan a Wii por primera vez manteniendo la esencia de la saga.
José L. Ortega ·
Actualizado: 21:31 17/8/2020
GRÁFICOS
5.5
SONIDO
6
NOTA
6.7
DIVERSIÓN
7
JUGABILIDAD
8.5
Análisis de versión Wii.
Poca gente hay que no conozca a los gusanos más entrañables y guerreros del universo de los videojuegos. La saga Worms lleva muchos años acompañándonos con diversas entregas en prácticamente la totalidad de las consolas existentes y en otros medios electrónicos como iPods o teléfonos móviles. En la nueva generación, donde los frames por segundo y la resolución en pantalla de cada videojuego son el pan de cada día, Worms: Una Gusanodisea Espacial, mantiene la esencia que ha caracterizado a la serie creada por el Team 17. Por ello, los alardes técnicos quedan a un lado, dejando paso al humor y a una diversión inconcebible.
Aun así, a estas alturas no vendría mal algún cambio o añadido de relevancia, y en el estreno de los Worms en Wii no hemos visto atisbos de originalidad por ningún lado. Bien es cierto que cuando la saga dio el salto a las tres dimensiones el resultado fue nefasto, por lo que cabe resaltar el famoso dicho que reza "Si algo funciona bien, para qué cambiarlo". Bien es cierto que también es muy difícil ofrecer algo nuevo y atractivo después de más de 70 entregas de prácticamente el mismo producto. Aun así, y pese a estar explotada hasta la saciedad, la licencia de estos simpáticos invertebrados ha sido, es y será una inagotable fuente de ingresos para el Team 17.
Esta vez, la ambientación en la que los eternos gusanos llevarán a cabo sus aventuras será en la galaxia, de ahí la coletilla del título -una Gusanodisea espacial-, que ha sido retocada en nuestro idioma para ofrecer un nombre más humorístico y acorde con la saga, además de ofrecer un pequeño guiño a la película dirigida por el gran Stanley Kubrick. El esquema de juego continúa siendo el mismo de siempre, pero con diversos añadidos para compatibilizar el juego con el Wiimote, aunque bien es cierto que el uso del sensor de movimientos no es excesivo, su añadido resulta una bocanada de aire fresco.
Para atacar a los gusanos enemigos debemos apuntar con el botón direccional de nuestro controlador, tanto para colocar a nuestro personaje en el lugar donde queremos que efectúe el ataque como para estimar la dirección del mismo. Una vez realizado esto y tras haber estimado la potencia del lanzamiento, solo queda agitar hacia delante y con brío el mando para ejecutar el golpe.
La mecánica de ataque puede variar en función del arma. Por ejemplo, para atacar con los misíles teledirigidos apuntaremos directamente en la pantalla dónde queremos que impacte el elemento. Según a la distancia donde se produzca el impacto en función de la distancia con el sujeto, decrecerán con mayor ligereza los puntos de salud a los rivales, como si de un juego de rol se tratase. El objetivo es dejar con cero puntos de vida a los rivales para que se den por vencidos y se autodestruyan, dejando en el mapeado su consiguiente tumba. Obviamente, ganaremos si dejamos sin ningún efectivo al equipo rival.
Las armas disponibles son diecisiete, una cifra que se nos antoja algo escasa teniendo en cuenta que en algunas de las versiones aparecidas para PC el arsenal de armas superaba el medio centenar. Alguna de ellas son tan desternillantes como conocidas para los fieles de la saga. Desde las típicas granadas frag pasando por las bombas de racimo, jetpacks para movernos por el escenario –apuntando a la pantalla con él seleccionado para dirigirnos donde deseemos- o las ovejas explosivas son sólo unos ejemplos. Sin olvidar a la recurrente bandera blanca de rendición- A pesar de que el arsenal no es demasiado amplio, no es algo que haga mella en el resultado final de la aventura.
Pese a que Worms siempre ha sido un título centrado en el apartado multijugador, no se ha querido dejar de lado la aventura para una sola persona, donde la trama principal se centra en recoger los trozos perdidos de la nave espacial para poder regresar a la tierra. Además, también contamos con un apartado para personalizar partidas a nuestro gusto o editar mapas para añadir terrenos o armas de la forma que nos plazca gracias a las herramientas de edición disponibles.
Se han incluido además seis minijuegos para hacer uso del Wiimote y alargar un poco más la vida del título. Cavernia, Tentaclia, Frigoria, Kaputzol, Mecanópolis y Tierra. El objetivo en éstos variará desde conducir una nave espacial hasta la meta sin que los obstáculos nos derriben, devolver combustible a los depósitos antes de que el tiempo se agote o disparar alienígenas al más puro estilo "Space Invaders". Lo malo es que los seis juegos no estarán disponibles desde el principio y habrá que ir desbloqueándolos en el orden anteriormente citado.
Uno de los defectos más imperdonables que trae consigo "Worms: Una Gusanodisea Espacial" es la ausencia de modo online. A estas alturas y sobretodo, en un título de este calibre, no hay excusa para justificar la carencia de un modo multijugador a través de la red. En especial, si tenemos en cuenta que la versión descargable aparecida en Xbox Live Arcade incluía un apartado online de hasta cuatro jugadores simultáneamente.
Aunque en red no sea posible, sí que se ha cuidado la posibilidad de que hasta cuatro jugadores simultáneamente puedan participar en las divertidas batallas que los anélidos libran por los escenarios. Es éste el mayor atractivo del título. Las cotas de diversión alcanzadas con al menos un compañero de fatigas son una utopía en el modo aventura para una sola persona
Visualmente el juego cumple sin más, aunque los escenarios nos dejan una sensación bastante sosa y fría a pesar de que éstos posean una gran variedad de tonalidades. Aunque Wii puede dar más de sí, realmente es lo menos importante de la aventura. Por su parte, el apartado sonoro pasa prácticamente desapercibido, destacando solamente las explosiones, onomatopeyas y algún pequeño insulto realizado por nuestros simpáticos personajes de color rosáceo.
En definitiva, un título que pasará por el mercado y por la retina de los jugadores sin pena ni gloria. Sin ofrecer nada destacable a excepción de un decente control con el Wiimote y con la inexplicable ausencia de un modo online, nunca está de más seguir recordando con el paso de los años esos juegos que a muchos nos han hecho crecer. Pese a ello, a buen seguro veremos en más de una ocasión a los Worms paseando por esta generación, solo queda esperar que lo hagan de una forma más digna y elaborada, como ellos se merecen.
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