Análisis de ColorZ WiiW (Wii)
Con una propuesta idónea para el sistema de distribución digital de la máquina de Nintendo, absorber colores en una mecánica aparentemente sencilla puede dar lugar a verdaderos retos para nuestros reflejos. Bajo esta premisa nada primeriza, Colorz aterriza sin miedo tras el creciente escaparate de Wiiware, invitando a nuestros cerebros a no bajar la guardia ni un segundo y convertirnos en los más rápidos del oeste espacial. Firmes a los mandos de nuestra nave, la pigmentación de una burbuja puede significar el fin.
Peligros de colores
Sin apenas preámbulos y directos al lío, la pantalla de inicio del título dará paso a la selección de modos disponibles, pudiendo participar hasta un total de 3 jugadores simultáneos en un mismo nivel. En lo que respecta al modo para un solo jugador, el título de exkee nos permitirá crear hasta un total de 5 perfiles distintos, pudiendo batir nuestras propias puntuaciones sin perder de vista las bonificaciones de nuestros amigos.
Así, a través de un dedo alienígena a modo de puntero (claramente similar al del famoso personaje ET creador por el maestro Spielberg), podremos seleccionar el primer nivel del mundo inicial, lo que nos llevará de pleno a la desafiante experiencia que está a punto de comenzar.
Allí, un misterioso alienígena de forma humana y equipado con unos ojos que cambian de color se encargará de darnos las instrucciones necesarias para iniciar la marcha. La idea pues, residirá en controlar una pequeña nave de un color en concreto, mediante la cual podremos absorber única y exclusivamente los virus que compartan nuestra misma tonalidad. A través del puntero del wiimando, la nave se dirigirá hacia la posición de la pantalla a la que apuntemos, teniendo que esquivar a todos los enemigos de un color diferente al nuestro y sin descuidar uno de los primeros ítems del juego, representado por un corazón gigante, y que nos otorgará otra vida extra a nuestro contador. En este sentido, cada vez que colisionemos contra alguna burbuja de pigmentación distinta a la de nuestra nave, sufriremos una descarga eléctrica a modo de penalización, restándose una vida en nuestro número de intentos.
Reservado para los más intrépidos, podremos acercar la nave al límite de un adversario de color distinto, viendo como los propulsores de nuestra máquina rozan la burbuja y la puntuación sube sin cesar. Por supuesto, un mal movimiento del wiimando y nuestro pulso nos recordará como al jugar con fuego, la heroicidad se termina quemando.
Tras esquivar lo peligroso y absorber lo apropiado, una nave flotante representará el final del nivel, pudiendo aterrizar sobre la misma para tomarnos un merecido respiro. Con ello, el sistema nos bonificará en función de los enemigos liquidados, el tiempo que hayamos tardado en completar la misión, así como los movimientos encadenados o el tiempo máximo que hayamos aguantando rozando a las burbujas de distinto color.
Extra de locura
Superada la primera toma de contacto, nuestro mostachudo amigo de los ojos saltones nos informará acerca de la irrupción de una segunda nave, provista de un color diferente, y controlable a través de la palanca del nunchaku. Desperdigados por ese segundo nivel, el hecho de controlar dos naves disparará la creciente dificultad de la aventura, mirando de coordinar cada ovni para ir abriendo caminos por los que pasar. De esta forma, nos toparemos con ítems que nos permitirán cambiar a las naves de color, pudiendo incluso fusionar ambas y crear así una tonalidad compuesta.
No en vano, centenares de virus se interpondrán en nuestro camino, formando estructuras circulares o alargadas que nos pondrán en más de un aprieto, máxime cuando los objetos de la zona nos obliguen a modificar los colores de las naves en cuestión de segundos.
A modo de ayuda, podremos bloquear la nave principal con tan solo pulsar el botón C, congelando su avance en un punto determinado de la pantalla y facilitando la situación en los tramos más complicados del nivel.
De nuevo, al superar la misión se nos asignará una puntuación en nuestro marcador, a lo que deberemos añadir un sistema de trofeos que serán los encargados de ir desbloqueando las fases más complejas de la aventura.
En caso de querer rejugar alguno de los niveles anteriores, el omnipresente alien de las explicaciones iniciales volverá a informarnos acerca de las reglas del juego, resultando especialmente molesto por no poder prescindir de la charla.
Pero llegados a este punto, cuando el estrés de controlar dos naves en pantalla implicará una clara ración extra de reflejos, nuestro simpático amigo nos informará de la existencia de una tercera nave, la cual no dudará en sumarse al persistente objetivo. Manejable a través de la cruceta del wiimando, este tercer ovni se encargará de potenciar la dificultad de la experiencia de manera considerable. Así, la locura jugable se hará patente a base de cambios de colores constantes, fusiones de naves, y enemigos que se deslizarán por la pantalla buscando una colisión nada recomendable para nuestro contador de vidas. Pero en mitad de todo este caos, dos nuevos ítems harán su aparición estelar en forma de armas de doble filo.
Por un lado, el objeto de aceleración incrementará la velocidad de nuestra nave, por lo que podremos absorber enemigos con mayor rapidez teniendo en cuenta que los choques no deseados serán más difíciles de controlar. Y en el extremo opuesto de la balanza, el ítem ralentizador hará que nuestro cacharro volador sufra una especie de cámara lenta.
Perfectos para determinados momentos del nivel, la utilización de estos potenciadores será una práctica arriesgada, por lo que a veces será preferible prescindir de los mismos.
Por suerte para nuestra tensión, la participación de las 3 naves al unísono no será una constante a lo largo y ancho del título, puesto que habrá niveles de otros mundos más avanzados en los que solo contaremos con uno o dos ovnis. De una manera u otra, conseguir un oro en estos niveles más complejos supondrá toda una titánica tarea, reservada sólo para los expertos más rápidos que sepan coordinar todos los factores con maestría.
No menos desafiante, el modo multijugador nos permitirá disfrutar de los niveles en compañía de hasta dos amigos más en una partida local. Con ello, cada jugador asumirá el rol de una nave de un color característico, siendo la mecánica de juego completamente idéntica a la vista en el modo para un solo jugador. Como apunte negativo, las opciones de juego en línea brillarán por su ausencia.
Arco iris mortal
Como una explosión de colores, el apartado visual de Colorz presenta un estilo simpático y agradable para nuestras retinas. A los mandos de sus respectivas naves, los pequeños pilotos alienígenas contarán con unas divertidas animaciones en las que sus ojos no pararán de dar vueltas como si fueran a salirse de sus órbitas, sacudiendo los brazos y la cabeza en caso de que se sufran una pequeña descarga eléctrica. Navegando por distintos fondos de color pastel, a medida que vayamos absorbiendo más y más virus los cuerpos de los singulares pilotos bailarán al son de la música, la cual será capaz de regalarnos piezas de diferentes subestilos electrónicos que viajarán directamente hacia nuestros oídos.
Poco apto para daltónicos, Colorz ofrece una retante experiencia donde los nervios de acero y la precisión se tornan condición sin ecuanon para avanzar. Provisto de niveles verdaderamente desquiciantes, el título de exkee consigue despertar ese espíritu competitivo que nos empuja a batir con afán nuestras propias puntuaciones. Desafiantes a nuestra llegada, los virus de colores se multiplican sin cesar.