Análisis Mount & Blade II: Bannerlord, una experiencia medieval con libertad total (PC, PS5, PS4, Xbox Series X/S, Xbox One)

TaleWorlds inició hace 14 años una saga de lo más particular llamada Mount & Blade, una serie de títulos que quiere llevarnos a vivir una experiencia única en la edad media y que ha vuelto hace unas semanas con Mount & Blade II: Bannerlord, un juego que acaba de salir de un acceso anticipado de dos años de duración en el que se ha ido retocando y ajustando hasta abandonar la plataforma.

En Vandal hemos vuelto a la obra de TaleWorlds para desenvainar nuestra espada, ponernos a servicio de algún noble, reclutar tropas, hacernos más fuertes, comerciar y hacer crecer nuestro poder para vivir una experiencia medieval que nos da libertad total para hacer lo que no de la real gana en un mundo ficticio cruel y despiadado en el que importa muy poco la vida de un ser humano.

Caldaria es una caldera a punto de explotar

En Mount & Blade II: Bannerlord tenemos que tomar el control de un personaje que debemos crear desde el inicio de la partida ya sea en el modo campaña o en el modo sandbox, pudiendo escoger no solo su aspecto u origen, sino también elegir entre distintos hechos clave durante su infancia, juventud y primeros años de la edad adulta que harán que las características y habilidades de nuestro protagonista varíen, por lo que es medianamente importante tomarse estas elecciones con calma y pensar cómo vamos a encarar nuestra experiencia con un juego que nos da tantas cosas por hacer.

Una vez decidamos todo esto comenzaremos una aventura en Calradia, un continente ficticio al que regresamos 200 años después de los hechos ocurridos en el primer Mount & Blade y que se encuentra en un estado político muy delicado, una caldera a presión a punto de explotar que va a provocar guerras, pillaje, cientos de muertes… y que también es el caldo de cultivo perfecto para que una nueva familia o un nuevo aventurero pueda pasar del anonimato a convertirse en un héroe de guerra, en un comerciante de renombre o incluso en un rey.

Estrategia, rol y combates llenos de acción

Pasando a la parte jugable, estamos ante un juego muy especial que combina de una forma única estrategia, rol en su máxima esencia y combates llenos de acción en una fórmula única que nos da libertad total para hacer lo que nos de la real gana desde el mismo momento en el que abandonamos la breve sección de tutorial de la campaña o comenzamos a jugar la partida en el modo sandbox.

Una vez comencemos nuestra aventura podemos hacer y deshacer lo que queramos por Calradia, visitando pequeños asentamientos, comerciando con sus habitantes y viendo cómo evoluciona el mundo de forma aleatoria e imprevisible, ya que la propia IA es capaz de agitar bastante bien la coctelera como para que a nivel político veamos moverse bastante el mapa, surgiendo un montón de conflictos, problemas y oportunidades para alguien dispuesto a engordar sus bolsillos gracias al sufrimiento ajeno.

Por ejemplo, en nuestra primera partida con la campaña decidimos centrarnos en el comercio, buscando rutas que podían ser beneficiosas para nuestras arcas, suministrando de trigo a pueblos a los que se le había arruinado la cosecha y lo necesitaban para sobrevivir o comerciando con vino en grandes asentamientos en los que la tentación de Baco es tan seductora que tiene a los nobles de alta cuna enganchados entre copa y copa, todo esto mientras hacíamos crecer a golpe de talonario nuestro pequeño ejército, comenzábamos a hacer cierto politiqueo a raíz de nuestros lazos comerciales y veíamos cómo nuestro hermano buscaba información sobre nuestros familiares perdidos, para volver tiempo después con nosotros (una vez habíamos cumplido los objetivos) y ayudarnos a trazar los hilos para que vayamos descubriendo todas las propuestas que Mount & Blade II: Bannerlord tiene que ofrecernos.

De hecho, no esperéis una campaña con una carga narrativa impresionante, sino más bien un hilo conductor ideal para la primera o las primeras partidas con el juego en el que se nos va enseñando con una trama ligera todo lo que Calradia puede ofrecernos, incitándonos a hacer un poco de cada actividad para que podamos descubrir todo su potencial. Ese pequeño hilo conductor es la única diferencia con el modo sandbox en el que ya tendremos que ser nosotros los que montemos nuestra propia "película" en la cabeza.

En otra partida decidimos tener un enfoque completamente diferente para centrarnos más en el combate, cazando malhechores o poniendo nuestra espada al servicio del mejor postor, lo que nos permitió sumergirnos en un sistema de combate bastante interesante y profundo en el que no nos conviene para nada hacer locuras ya que nuestro personaje es un comandante, no un superhéroe. Este sistema de pegarnos de leches medievales con nuestros enemigos es divertidísimo y bastante realista, aunque quizás premia demasiado a los jugadores hábiles en combates a distancia (y a las tropas, claro). Lo más interesante de este sistema, de hecho, son todas las posibilidades que tenemos para comandar nuestras tropas en tiempo real con un sistema bastante ágil, así como donde más brilla todo es en las batallas multitudinarias o en los asedios, donde se mezcla el caos con la estrategia, la sangre y la acción desmedida que nos van a hacer sonreír.

El problema de Mount & Blade II: Bannerlord más allá de este satisfactorio combate o de que nos permite vivir una experiencia sandbox única con libertad real, es que si decidimos especializarnos en una sola cosa o rascamos un poco alguna mecánica vemos que estamos ante un juego que hace bien un poco de todo pero que no brilla con excelencia en nada de lo que propone y que, de hecho, en las mecánicas verdaderamente importantes apenas ha evolucionado tras su paso por el acceso anticipado. Por ejemplo, hay algunas misiones secundarias repetitivas, la diplomacia es demasiado básica para un mundo tan en conflicto (con conversaciones bastante banales con pocas opciones), el comercio a veces es demasiado fácil de explotar y la estrategia, más allá de poder dirigir tus tropas o situarlas en el tablero al inicio de la batalla a gran escala es un tanto anecdótica, lo que hace que a corto plazo el juego nos deslumbre pero a medio y largo plazo este título puede pecar de monotonía.

Un multijugador para romper el ritmo de cada día

Precisamente para intentar romper esa monotonía tenemos un modo multijugador que es más anecdótico que interesante y que con su propuesta jugable no consigue superar a otros títulos como Chivalry (con la similitud que tiene en su sistema de combate). Aquí de hecho lo más interesante es el modo Capitán que nos permite liderar nuestras propias tropas y enfrentarnos a un enemigo para decidir la partida capturando banderas. Para nosotros, el multijugador es un añadido para sacudirse un poco de los modos para un jugador, pero no brilla demasiado y es más anecdótico que destacable.

Un aspecto técnico sólido

A nivel técnico no es que a un título de corte sandbox como Mount & Blade II: Bannerlord le pidamos demasiado, si nos fijamos en las texturas es bastante bueno, las animaciones a veces son un tanto erróneas y algunas físicas tienen sus errores, pero en general nos ofrece un resultado sólido que además tiene un rendimiento bueno tanto probándolo en PC con nuestra NVIDIA GeForce RTX 3080 Ti como en PS5, encontrándonos en este último caso con modo Rendimiento a 60 FPS con resolución dinámica y modo Calidad a 4K y 30 imágenes por segundo con una mayor carga de unidades en pantalla.

No creemos que en un juego de este tipo tener unos "graficotes" sea importante, pero sí que lo es el que tuviera una interfaz un poco más bonita y amigable para el jugador, algo que nos facilitaría bastante la experiencia de juego sobre todo a la hora de jugarlo con mando con el que puede ser más tedioso navegar por los menús (aunque más gratificante combatir cuerpo a cuerpo). Por suerte estamos ante un título con textos traducidos al castellano latino, algo que como residentes en España no nos ha supuesto problema alguno más allá de no estar acostumbrados a algunas expresiones.

Conclusiones

Mount & Blade II: Bannerlord es un juego especial que nos permite hacer lo que nos de la real gana en un mundo ficticio medieval en crisis en el que un fuerte guerrero o un comerciante avispado pueden amasar toda una fortuna poniendo su espada o sus productos al servicio del mejor postor.

Como experiencia sandbox es un título satisfactorio que nos va a tener unas cuantas horas delante de la pantalla viviendo una experiencia que combina rol, acción y estrategia de una forma única, aunque a medida que pasa el tiempo y rascamos la superficie empezamos a ver cómo muchas mecánicas son un tanto superficiales y le vemos las costuras, algo que nos temíamos que podía pasar con un título tan ambicioso en su acceso anticipado. Pese a esto, el dinamismo de Caldaria, las posibilidades que nos da y todo lo que podemos llevar a cabo han hecho que pasemos unas horas muy agradables con esta entrega y esperamos que, en el futuro, TaleWorlds pueda regresar con un tercer Mount & Blade más profundo, redondo y que esté acompañado de una buena historia para hacer que no queramos salir del medievo que nos propone.

Hemos realizado este análisis en su versión de PC con un código proporcionado por TaleWorlds Entertainment. También hemos probado la versión de PS5 con un código proporcionado por Plaion.