Análisis de Pillars of Eternity: Complete Edition (PS4, Switch, Xbox One)
Hace dos años Obsidian consiguió demostrar que la financiación colectiva podía dar alas a juegos sin mucha cabida en los cauces habituales. El estudio, especializado en juegos de rol y desarrollador de títulos tan importantes como Fallout: New Vegas, Star Wars: Caballeros de la Antigua República 2 o South Park: La Vara de la Verdad, financió mediante Kickstarter un proyecto propio: Pillars of Eternity. No sólo crearon un juego alabado unánimemente, sino que cosechó el éxito de ventas suficiente para confirmar una segunda parte, Pillars of Eternity II: Deadfire.
Pillars of Eternity se inspira en el rol clásico de PC como Baldur's Gate, Icewind Dale series y Planescape Torment, una corriente que en los últimos años parece recuperar fuerza; ahí tenemos Planescape Torment: Enhanced Edition y Torment: Tides of Numenera, títulos que no requieren costosos motores gráficos pero que a la hora de la verdad pueden ofrecer mejor narrativa y mayor flexibilidad que el RPG con más presupuesto que puedas imaginar. Tras el lanzamiento de Pillars of Eternity llegó una expansión en dos partes, The White March, que ahora está incluida en la versión para consolas, Pillars of Eternity: Complete Edition.
Rol con sabor añejo
Pillars of Eternity se ambienta en un mundo de fantasía medieval llamado Eora que mezcla magia y tecnología, aunque todavía un poco precaria. La historia comienza cuando al huir de una emboscada fatal para nuestros compañeros somos testigos de un fenómeno inexplicable, un extraño ritual que marcará nuestro futuro. Desde ese momento seremos conocidos como El vigilante, capaces de ver las almas y acceder a recuerdos de vidas pasadas. Sin embargo, también tendrá efectos negativos.
Los diálogos, con textos traducidos al español y voces en inglés, están repletos de comentarios a escoger, lo que invita a meterse más en las situaciones o a crear nuestro pasado de una manera tan simple como al contar dónde venimos y quiénes somos. La forma de narrar transcurre a la antigua usanza, con ocasionales ilustraciones a modo de resumen. Sólo se nos ocurre un impedimento para disfrutar del juego y no se debe a Pillars of Eternity en concreto sino a esta modalidad de rol con toneladas textos: que no te guste leer largas descripciones o prefieras el rol de acción.
Ya desde un inicio Pillars of Eternity nos deja patente el alto grado de personalización, más que visual –en este caso un poco irrelevante por la lejanía de la cámara- por las características y habilidades. Podremos escoger entre razas -humano, aumaua, enano, elfo, orlano, divino-, clase, cultura –añade algunos extras según nuestro pasado- y multitud de otros parámetros. Cada jugador vivirá una aventura ligeramente diferente según su enfoque y orientación al combate, hay muchísimas combinaciones.
Además de la interacción con otros personajes –en lo que entra también un sistema de reputación y las elecciones tomadas- un buen RPG se compone de otras dos bases, la exploración –en mapas de vista isométrica- y el combate. En las luchas podremos manejar a un equipo de hasta seis personajes con opción de pausa para aumentar el aspecto táctico, y es que Pillars of Eternity también incluye multitud de ajustes para configurar nuestra partida tal y como deseemos –conservado en la versión para consola-. Eso sí, si no tenéis mucha práctica en el género, es recomendable empezar por una dificultad asequible –los jugones tienen la opción de muerte permanente-.
Al principio estos combates serán sencillos, pero a medida que las posibilidades se abren, poco a poco será necesario hacer un mejor uso de cada especialización de los compañeros. Además, Pillars of Eternity no es un RPG exclusivamente centrado en el combate, de hecho la mayoría de experiencia se obtiene por completar las misiones. Esa es la auténtica definición de rol: jugar como desees, adoptando estrategias de sigilo o directamente evitando muchas batallas. Os recomendamos leer el análisis del original para más información sobre el juego.
The White March, en sus dos partes, añaden aproximadamente unas 20 horas de aventura en una región norteña. Además de esta nueva ambientación, aumentó el límite de nivel –algo que ya dispone Complete Edition desde un principio-. No son tan brillantes como el juego base, pero su inclusión en la versión de consolas era casi de obligado cumplimiento para compensar el tiempo de espera de estas versiones.
La versión de consolas
Pillars of Eternity era un juego "muy de PC", y no únicamente por este estilo de rol que tradicionalmente está asociado a esta plataforma, sino también por el control. De hecho, la propia Obsidian en 2012 descartaba llevar el juego a consolas por sus peculiaridades: "Hay una gran diferencia entre Baldur's Gate: Dark Alliance (para consolas) y Baldur's Gate II (para PC). Y no queremos crear algo que se quede a medio camino. Es una cosa u otra, y vamos a intentar hacerlo bien en PC".
Por suerte, en su salto a consolas no sale muy mal parado una vez nos acostumbramos a navegar por los menús, selección de respuestas y exploración. Esta última se puede hacer controlando a un personaje o al grupo directamente al estilo de juegos de rol de consola, o mediante un cursor controlado con la palanca que simula el ratón de ordenador, lo que permite una selección más rápida de nuestro objetivo cuando sabemos exactamente a dónde ir. Nos parece más natural la primera opción que ir señalando puntos del terreno con el pad, pero cada jugador podrá elegir el control a su gusto.
También hace uso menús radiales para agrupar las acciones de una misma categoría –por ejemplo las de combate- lo cual nos llevará un poco de tiempo de adaptación respecto a los atajos de PC. La interfaz se ha ajustado para que el texto sea fácil de leer a la distancia que se juega normalmente de un televisor, especialmente si la pantalla no es muy grande.
En el apartado técnico hay un par de aspectos no muy pulidos. A veces el desplazamiento pega algún tirón –probablemente por tareas en segundo plano, más que por los gráficos que no muestran nada complejo-, y los tiempos de carga entre mapas se pueden hacer un poco pesados. No son demasiado graves por el ritmo pausado de este género.
Divinity: Original Sin Enhanced Edition ya demostró que en consolas también se puede disfrutar de este tipo de experiencias, y aunque el ideal sería jugar a Pillars of Eternity en PC, Complete Edition no desmerece para nada este grandísimo juego de rol. Sus abundantes opciones para pausar el combate impiden que cometas errores por una confusión al abrir el menú equivocado, así que cualquier incomodidad del pad queda minimizada.
Conclusiones
Pillars of Eternity: Complete Edition es imprescindible para aficionados a esta narrativa rolera. Una profunda historia con muchas ramificaciones, combates tácticos, estupenda banda sonora, rejugable, ambicioso y tan diferente a lo que se destila hoy día que a veces impresiona por toda la complejidad que se esconde detrás de él.
Lo único que podría echar atrás a los jugadores es que este tipo de aventuras no encaje en su perfil; no está diseñado para gustar al grueso del mercado como The Witcher 3: Wild Hunt o Final Fantasy XV. Por supuesto no entra por los ojos tan fácilmente como otras superproducciones –pese a que artísticamente es una delicia-, requiere dedicación para adaptarse a su interfaz o sistemas, hay muchísima lectura y ciertos usuarios no conectarán con la nostalgia o el diseño de hace casi 20 años. Si nunca te ha convencido este género del rol difícilmente Pillars of Eternity cambiará tu opinión. En cualquier caso, seas jugador de PC o con consola, ya no tienes disculpa para no disfrutar de esta joya de Obsidian.
Hemos realizado este análisis en su versión PS4 con un código de descarga que nos ha proporcionado 505 Games.