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Fecha de lanzamiento:
PC, XBOne, XSX, PS5, PS4:
Switch:
FICHA TÉCNICA
Desarrollo: Drop Bear Bytes
Producción: Versus Evil / tinyBuild
Distribución: Steam
Precio: 33,99 €
Jugadores: 1
Formato: Descarga
Textos: Español
Voces: Inglés
Online: -
ANÁLISIS

Análisis Broken Roads: Un viaje repleto de baches que recuerda constantemente a Disco Elysium (PC, Switch, Xbox One, Xbox Series X/S, PS5, PS4)

Una guerra ha convertido Australia en un yermo de comunidades divididas: tendrás que buscar un hogar para tu gente debatiendo sobre filosofía y tomando decisiones.
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Actualizado: 17:14 11/4/2024
Análisis de versiones PC, Switch, Xbox One, Xbox Series X/S, PS5 y PS4.

Hemos discutido de manera intensa sobre las ideas de Descartes y otros filósofos, pero también hemos pasado muchos ratos clicando en los escenarios para encontrar objetos que alguien nos pidió. Nos hemos encontrado de repente con comunidades con pensamientos y reglas interesantes, pero también hemos deambulado por un mapa sin ton ni son. Hemos conocido a personajes complejos, y a muchos más que no tenían nada que decir. Nos hemos sumergido en un mundo posapocalíptico rico, y también resoplado cuando nos encontramos con la enésima historia de venganza. Hemos trasteado con un sistema de talentos que parecía interesante y nos hemos exasperado al combatir con los mismos enemigos una y otra vez. Nos hemos asombrado por las fuertes consecuencias de algunas de nuestras acciones, pero también hemos tenido miedo de seleccionar alguna opción que rompa un juego que parece que se sostiene con palillos.

Broken Roads es un CRPG, un juego de rol de ordenador (también sale en PlayStation y Xbox, más adelante en Switch) de perspectiva isométrica clásico que remite a Wasteland y que casi constantemente nos hace pensar en Disco Elysium, salvando las distancias imposibles, por muchos motivos: su mundo deprimente, complejo y misterioso; los personajes excéntricos; las discusiones filosóficas e ideológicas; el ritmo tranquilo donde no faltan los momentos en los que te sientes perdido; e incluso en el acabado audiovisual. El primer título del pequeño equipo australiano Drop Bear Bytes tiene una premisa interesante, un mundo influenciado por las acciones del jugador, alguna mecánica original y ciertas conversaciones muy bien escritas, pero también más ambición de la que un estudio de este tamaño podría abordar con éxito, algo que se nota en cuanto se ven sistemas sin desarrollar y algunas carencias de elementos clave en el género.

¿Humanista, utilitarista, maquiavélico o nihilista?

Todo empieza, como no podía ser de otra manera, creando nuestro personaje. No hay un editor complejo, sino que seleccionamos entre un pequeño puñado de avatares al que asignar puntos de talentos y una entre las cuatro historias de orígenes, como asesino a sueldo o topógrafo. Esto cambia ligeramente el inicio y algunas de las respuestas que podremos dar en las muchísimas conversaciones que encontraremos en la aventura, pero tiene mucha menos influencia de lo que el juego te hace creer en un principio.

La brújula de moralidad siempre está presente en las conversaciones. Junto a los talentos, influye en las respuestas disponibles.

Pero en esa creación del personaje hay un examen, algo similar a uno de esos superficiales test políticos que hay por la red que te indican tu cercanía a un partido u otro según lo respondido. Esa prueba fijará nuestra brújula de moralidad, alterable posteriormente con nuestras decisiones y acciones; un sistema que funciona como pilar jugable a la vez que supone el rasgo distintivo de Broken Roads. Esas respuestas establecen si tenemos unas ideas más cercanas al humanismo, al utilitarismo, al nihilismo o al maquiavelismo, siempre con la posibilidad de navegar entre las aguas ideológicas de dos corrientes filosóficas cercanas. La filosofía, tanto en la reflexión interna a la hora de elegir opciones como en el propio debate sobre los grandes autores, se respira por todos los poros de esta obra.

Así, esa brújula de moralidad influye en cómo tratan con nosotros algunos personajes, en las elecciones que tenemos disponibles en las conversaciones y en los combates, pues a cada corriente filosófica se asignan ventajas diferentes para los enfrentamientos por turnos. Sin embargo, afecta menos de lo que parece, algo recurrente en Broken Roads: el título da a entender que tus compañeros de grupo y el resto de personajes te tratarán de manera muy diferente, y aunque es el caso con algunos individuos concretos, es la excepción. Es un sistema con tantísimas posibilidades imaginables que nos hubiera gustado que hubiera ido más allá, pues le habría dado más personalidad a la aventura y habría hecho aún más interesante rejugar el título con otras ideologías.

Un yermo donde florecen distintas maneras de sobrevivir

Aunque sin duda nuestra posición en distintos temas sí que influye en el desarrollo de un argumento que nos lleva a una Australia posapocalíptica de un futuro de algo más de un siglo. Una guerra de la que, como jugadores, no sabemos nada, ha convertido el país en un yermo donde el agua escasea, la electricidad es un lujo en manos de muy pocos, los móviles son una tecnología olvidada, y la gente vive o bien en ciudades medianas con estructuras sociales y reglas dispares, en pequeñas comunidades ocultas o como comerciantes nómadas, a no ser que hayan elegido la vida del saqueador, robando y matando a quien se encuentran en el camino. Es un mundo que encuentra su originalidad en la cultura australiana y al abordar, con mayor o menor éxito según el caso, cuestiones identitarias.

Hay personajes memorables, pero también muchos otros que no tienen nada que decir.

En este pequeño mundo comenzamos con un pequeño grupo de mercenarios que, según nuestras historia de origen, acompañamos o nos escolta hasta una pequeña ciudad. La cosa no tarda en ponerse fea: la urbe acaba hecha cenizas tras el ataque de un comando misterioso y varios de los personajes que hemos conocido fallecen. Con los pocos ciudadanos que hemos salvado de una manera u otra, comienza un viaje hacia el este con el objetivo de encontrar refugio para estas personas y para reconstruir la ciudad. Tareas que en un mundo tan despiadado no serán nada fáciles. Así, tras este prólogo de varias horas, el juego se estructura a través de viajes por un supramundo o mapamundi en el que descubrimos nuevas localizaciones y personajes a los que ayudar para cumplir esa meta, que se va desdibujando paulatinamente para centrarse en los misterios y en cómo funcionan los engranajes de esas comunidades con las que nos topamos.

Es uno de esos juegos de rol que te da cierta manga ancha para abordar las misiones principales, con varias maneras de hacerlas e incluso de omitir algunas de ellas, algo que también se aplica a varias de las misiones secundarias, que en ciertos casos ayudan o son fundamentales para las que hacen progresar la historia. El diseño de esas misiones es dispar: hay algunas geniales y otras que parecen de otra época. Broken Roads brilla cuando nos hace discutir con personajes sobre temas complejos, cuando charlamos con algunos de los individuos más profundos o estrafalarios y cuando nos hace tomar decisiones complicadas que alteran los acontecimientos sucesivos (inmediatamente o en momentos más avanzados de la partida) e influyen en el mundo: al futuro de las ciudades, a quienes hemos conocido y a las muchísimas microvariables de uno de los cinco finales posibles.

Una de las mejores misiones nos manda a encontrar libros perdidos de los grandes pensadores, ¡y a debatir sobre ellos!

Pero también es un juego simplón, poco inspirado y falto de ideas en el grueso de las misiones, que casi siempre nos piden conseguir objetos (agua, flores, libros…) para un personaje. No se nos dice la localización de esos objetos, así que se pueden dar dos situaciones: o nos lo hemos encontrado antes por casualidad en algún comerciante y tenemos buena memoria para recordarlo, o tocará emprender un viaje para hablar con todo quisqui, esperando que tengan alguna opción de diálogo que tenga algo que ver con la misión que estamos abordando o que dispongan del objeto en su inventario en caso de ser mercaderes. Esto no tendría por qué ser algo negativo si diera pie a que nos encontráramos individuos interesantes en nuestras indagaciones o si en la exploración del mundo diéramos con lugares sorprendentes, pero no es el caso.

Una exploración y un combate poco desarrollados

Es un problema estructural por el funcionamiento del supramundo. Las ciudades y lugares realmente importantes aparecen cuando otros personajes nos las descubren o porque una misión indica su ubicación. Por ende, el descubrimiento propio queda para lugares en ruinas, campamentos de saqueadores y poco más, sitios que encontramos al pasar cerca durante los viajes de un punto conocido a otro, momentos en los que también pueden surgir combates por turnos aleatorios de los que se puede huir y que, de nuevo, son un sistema a medio desarrollar.

El combate es demasiado simple en todo: variedad de enemigos, diseño de los escenarios, el equipamiento...

Estos enfrentamientos poco multitudinarios, con armas a distancia y cuerpo a cuerpo, con coberturas, y con porcentajes de éxito del golpe que a veces provocan situaciones como fallar un tiro a bocajarro como en XCOM, son extremadamente simples. En primer lugar porque hay poquísima variedad de enemigos: arañas, canguros, koalas mutantes, mercenarios y para de contar. Y en segundo lugar, porque es muy fácil romper el sistema de niveles y talentos de nuestro personaje (el resto suben automáticamente), por lo que los combates se convierten en un simple trámite, hasta el punto de que el jefe final lo enfrentamos en desventaja por las decisiones tomadas a lo largo de la partida y aun así no nos duró más que unos segundos. Da la sensación de que no está equilibrado, de que falta contenido, de que está a medio cocer.

Pero el mayor problema de Broken Roads está en que te hace ir mucho de aquí para allá por ese supramundo sin interés. Te pierdes, buscando lo siguiente que hacer porque ninguna de las misiones que tienes activas puedes completarlas con las localizaciones y los personajes descubiertos hasta el momento, así que te pones a hacer clic sin ton ni son por las zonas oscurecidas del mapa con la esperanza de encontrar un lugar o un evento que tarda más de la cuenta en llegar.

Algunos de los escenarios están plagados de detalles; es una decoración muy barroca que le sienta genial.

Y todo sin tener nunca claro cuánto influye el paso de los días y de las horas en esas caminatas porque, sí, ves que hay ciudades en las que ocurren cosas al volver cada cierto tiempo, como unas elecciones en las que puedes influir, pero también esa mecánica del tiempo nos ha sabido a poco porque no vemos apenas consecuencias. Por supuesto, ese proceso de estar perdido (y aburrido) estira artificialmente la duración de un título que puede irse a las más de 20 horas, pero que sin estos momentos sería más conciso y robusto.

Y a estos errores estructurales hay que sumar fallos con cierta gravedad. Es cierto que durante el periodo de análisis, hasta llegar a la versión de lanzamiento con la que vimos los créditos, se han publicado un puñado de parches para solucionar problemas, pero hay otros que persisten. A veces hay misiones que no avanzan a pesar de que todos los objetivos están completados. Hay conversaciones y líneas de diálogo que no tienen sentido con el estado del mundo en ese momento. En algunos combates no podemos seleccionar a los enemigos por cómo está colocada la cámara. La traducción al español de Hispanoamérica presenta algunas erratas y ciertos términos se han quedado en inglés. El doblaje al inglés es parcial y no parece haber un criterio claro sobre qué personaje es lo suficientemente importante para tener voz o no. Broken Roads no estaba listo para publicarse.

Hay algunos momentos con un estilo de cómic que contrasta demasiado con la dirección de arte general.

Conclusión

Son un montón de piedras en el zapato que te hacen percibir que esta carretera efectivamente está llena de baches, algunos de ellos muy gordos, y que hay rutas que ni siquiera se han asfaltado. Aún con todo, y sin querer ser más permisivos de la cuenta, Broken Roads nos ha atrapado. Quizá porque echábamos mucho de menos algo similar a Disco Elysium, pero hemos sido capaces de obviar, o de mirar hacia otro lado, a sus muchísimos errores y a sus ingredientes a medio cocinar, para centrarnos en sus disfrutar de sus discusiones filosóficas, de sus decisiones ideológicas, de su interesante brújula de moralidad y de su atractivo mundo anclado en la cultura australiana. Quizá también podáis hacerlo vosotros, pero como ocurre con los propios raciocinios mentales que expone el juego, os advertimos de que conlleva esfuerzo.

Hemos realizado este análisis gracias a un código para Steam facilitado por Plan of Attack El PC utilizado tiene una Nvidia RTX 3070 8 GB, un AMD Ryzen 5600X y 32 GB de RAM.

NOTA

6.2

Puntos positivos

La brújula de moralidad.
Las discusiones sobre filosofía.
Cómo algunas decisiones alteran el mundo.

Puntos negativos

Los combates.
La exploración, o la falta de la misma.
Está repleto de fallos y sistemas a medio cocer.

En resumen

Un CRPG posapocalíptico que nos plantea interesantes debates filosóficos e ideológicos pero que está repleto de fallos sistémicos, de ritmo y de errores que son difíciles de obviar.