A finales de los ochenta NES y Master System batallaban entre sí como las consolas domésticas que alegraron a generaciones enteras. Mientras otros sistemas, entre microordenadores y otras consolas con menos repercusión, disfrutaban con juegos que muchos nos perdimos.
R.C. Pro-Am fue uno de esos juegos que disfrutó de su porción de fama, pero no solo esbozó la carta de navegación de muchos otros títulos posteriores (como Mario Kart, sin ir más lejos) sino que demostró que los hermanos Tim y Chris Stamper eran capaces de exprimir el hardware que pasaba por sus manos como nadie.
El juego de hoy fue lanzado para demostrar que la consola de 8 bits de Nintendo tenía detrás el apoyo de compañías como Rare, que se terminaron convirtiendo en second party, como fue el caso, y nutrieron a la consola de uno de los catálogos más legendarios que se recuerdan.
En el año 1988 Nintendo Entertainment System arrasaba. Como sabemos, terminó siendo una de las consolas más vendidas de la historia, pero el secreto de su éxito fue precisamente mantener un catálogo en el que el sello de calidad pasó a convertirse en un referente.
Los hermanos Stamper, de la mano de David Wise, idearon un juego de conducción de coches de radio control en el que las carreras con obstáculos y el destrozar a tu rival eran una constante.
El primero, para Nintendo
R.C. Pro-Am fue lanzado, como decíamos, en 1988, año en el que el panorama no disponía de muchos videojuegos en los que las carreras se resolvieran de otras maneras aparte de la velocidad sin más.
Los hermanos Stamper idearon este juego de carreras sobre un escenario isométrico, donde los sprites de los coches, bastante bien animados iban a toda velocidad en unos circuitos pequeños, tanto que en algunas ocasiones parecían claustrofóbicamente diminutos.
Pero para hacer las cosas mucho más divertidas, iban apareciendo una seria de ítems, que conseguían dejar atrás a nuestros rivales con unas dosis de violencia, en algunos casos, y otros gracias a los empujones hacia los obstáculos repartidos por los circuitos.
El juego nos dejaba varios retos mientras íbamos familiarizándonos con él. Desde la cantidad ingente de trofeos a recolectar, pasando por la famosa tarea de coleccionar todas las letras para formar la palabra Nintendo.
A medida que pasábamos de nivel, la velocidad se iba convirtiendo en un frenesí por alcanzar los primeros puestos que hacían que necesitásemos dominar los coches con reflejos de lince y saber despachar a los demás coches rápidamente.
Sin duda que esto sentó las bases para muchos otros juegos posteriores, como pudieran ser la serie Off-Road o el mismísimo Mario Kart, ya que muchos de sus elementos, como las flechas en el suelo a modo de turbo y los diferentes ítems, nos recuerdan bastante a otros juegos conocidos por todos.
Pero sin duda, lo mejor de esta serie vino después, ya que las magníficas conversiones a Game Boy o Mega Drive disfrutaron de un R.C. Pro-Am mejorado en sus versiones para 16 bits.
El talón de Aquiles de este juego fue que sólo podía ser disfrutado por un único jugador. La versión para Game Boy, con su cable link demostró que el juego subía muchos enteros con jugadores de carne y hueso frente a las vitaminadas versiones de la CPU.
Esto hizo que en el año 1992 Rare lanzara, de nuevo para NES, la mejor versión posible de su idea original: R.C. Pro-Am 2, una secuela que mejoró e incluyó un épico modo para cuatro jugadores que hizo del multitap una razón para comprarlo, junto a la "pequeña" 8 bits de Nintendo.
Las carreras ahora eran bastante más caóticas, al compartir el mismo scroll para todos, y donde el coche que iba en cabeza era el que mandaba sobre el propio scroll.
La recepción de esta serie, sobre todo en sus versiones para NES, dejó a la prensa especializada con una sensación de estar ante "un juego innovador, con un interesante enfoque en las carreras" aunque señalaban que su segunda parte "mejoró en todos los aspectos, aunque para el año que fue lanzado, tanto sus gráficos como el sonido podrían haber ser algo mejor".
A pesar de todo ello, esta serie quedó como unos de los mejores juegos del catálogo para la 8 bits de Nintendo, y con buenas conversiones para las otras plataformas.
Si nos paramos a jugar alguna partida con alguno de estos míticos cartuchos entenderemos por qué Rare empezó a labrarse el buen nombre que tuvo, y a pesar de que hoy día no pasen por sus mejores momentos, nunca olvidaremos lo que ellos aportaron a este, nuestro mundo, el de los videojuegos.