En los ochenta, los muebles arcade ya eran una apuesta segura y un buen negocio. Las compañías que por entonces se aventuraban a programar sus propios videojuegos se centraban en ofrecer una mecánica simple, que iríamos perfeccionando en cada moneda, pero con una profundidad escasa.
Muchos nos perdemos a veces jugando precisamente a ese juego que dominábamos ya de pequeños, y aún hoy son capaces de transmitirnos buenas sensaciones. ¿Quién no ha echado de menos una partida a Pac-Man, Tetris o a Arkanoid? Dig Dug es uno de esos juegos en los que muchos también nos perdimos en nuestra infancia, y que, tras pasar por generaciones y generaciones, nos sigue enganchando irremediablemente.
Antaño ver una cabeza amarilla ir detrás de fantasmas era algo que nadie se cuestionaba porque, ya que los videojuegos eran esa otra dimensión en la que luchábamos contra los "marcianitos", sin preocuparnos por sus formas, y del porqué de estas.
Simplemente nos dejábamos llevar por la diversión que nos proporcionaban, y en un juego como el de hoy, muchos no nos planteamos que atacar a unos enemigos con un arpón e hincharlos hasta la muerte era, pensado fríamente, algo un poco cruel. Dig Dug fue un juego en el que lo único que nos importaba era barrer de enemigos la pantalla, para pasar a la siguiente ¡y qué divertido era y es!
Todo por la diversión
Namco hasta entonces había sido una compañía prolífica en cuanto a éxitos arcade se refiere, ya que desde Pac-Man, pasó por juegos como Ms. Pac-Man, Pole Position o los geniales Galaxian y Galaga, demostrando que tenían buenas intenciones y capacidad de innovar en un mundo en el que por aquel entonces todos se copiaban las ideas con poco sonrojo.
La compañía fue fundada en 1955, y es una de esas pocas empresas en las cuales su fundador, Masaya Nakamura, sigue al frente de la misma, a pesar que este mismo año cumpla la sorprendente cifra de 90 años. La actual Namco Bandai Holdings, como sabemos, ha sido productora de grandes títulos, pero pocos conocen sus comienzos.
Namco es una veterana que empezó con uno de los videojuegos más conocidos y siguió mucho más allá después de su "come cocos". A principios de los ochenta el hardware había evolucionado con poca prisa, y los gráficos en general eran simplones, como los de Dig Dug, un juego como otros tantos que no necesitaba muchos más, puesto que el acento era en la jugabilidad y la diversión. Dig Dug nos presenta a este pequeño personaje ataviado con un traje de minero algo diferente: traje blanco y gafas azules, y con el arma mencionada de una bomba que es lanzada como un arpón, e hincha a los enemigos hasta que explotan.
El planeamiento es muy sencillo: debemos acabar con los Pookas, una especie de tomates con gafas amarillas que son capaces de atravesar la tierra para ir hacia un túnel por el que hemos excavado, y los Fygars, unos dragones que expulsan fuego y viven en pequeñas cavernas. El juego nos enseña la disposición de cada enemigo en una pantalla estática, la cual también dispone de otro arma aparte de nuestra bomba de aire: las rocas. Estas rocas pueden estar situadas a determinada profundidad, y podremos desenterrarlas para aplastar a algún enemigo teniendo cuidado de no estar debajo.
Puntos y más puntos
Al ser un juego basado en rankings de puntuación, los programadores recompensaban si acabábamos con un enemigo a cierta profundidad. Las diferentes capas se pueden ver claramente por un tono más oscuro a medida que avanza la profundidad y la recompensa. Mientras acabar con un Pooka en la capa más alta nos da 200 puntos, en la más profunda son 500, amén de los 400 de un Fygar en la superficie y de los 1000 en la parte más baja.
Aparte de esto vemos a lo largo de las pantallas otras recompensas en forma de frutas, mientras suena la conocida melodía que nos acompaña en todas las pantallas. El jugador se mueve mientras excava, y debemos aprendernos sus rutinas para hacer los túneles de la manera más inteligente, algo que en los niveles más alto necesitaremos, aparte de unos grandes reflejos y saber que hinchar a medias a un enemigo nos puede servir para huir de otro que nos está atacando, aunque el enemigo hinchado a medias se irá desinflando poco a poco hasta volver a la normalidad.
Dig Dug fue versionado a multitud de sistemas con resultados algo dispares, como podemos apreciar en el video, pero intentando siempre conservar su jugabilidad y espíritu.
Namco consiguió hacer uno de esos juegos eternos, con los que muchos de nosotros hoy en día seguimos disfrutando en algún momento, para salir un poco del mundo cada vez más y más realista en el que nos encontramos hoy con los videojuegos. ¿Apetece una partida a Dig Dug?