Terra apareció como los magos en la Tierra Media: justo cuando se lo proponen. Ni pronto, ni tarde. A día de hoy podemos tener muy asimilado eso de escribir a otra persona y chatear con ella a través de nuestro smartphone, en cualquier momento y lugar, pero la idea de la conversación con otro ser humano gracias a una conexión a internet, lo revolucionó todo. Si ponemos la lupa en los momentos álgidos que cambiaron nuestra forma de concebir qué se avecinaba en las próximas décadas y de qué manera iban a cambiar las relaciones de pareja o amistad con la llegada de los ordenadores, hay pocas historias más emotivas, influyentes e importantes que la que protagonizó Terra, una empresa filial de Telefónica que lo cambió todo en España y América Latina.
Terra y la comunicación por internet
Estamos en 1988. A un finlandés llamado Jarkko Oikarinen se le ocurre buscar una manera de facilitar las comunicaciones entre personas a través de servidores fiables, y crea el IRC o Internet Relay Chat, el primer servidor de chat del mundo, permitiendo mensajes en tiempo real entre dos o más usuarios. Aquella idea acabaría por cambiar la manera en la que se concebiría internet décadas más tarde, inaugurando una era de herramientas tecnológicas que han conseguido que personas de todo el planeta compartan aficiones, historias o incluso el amor.
Se dice pronto, ¿eh? En cualquier caso, el boom de los chat llegaría a finales de los años noventa, cuando las conexiones seguían dependiendo de las líneas telefónicas y los módem de 56 kbs, los ordenadores eran torres blancas insípidas con botones de 'Turbo' y los monitores eran eso: monitores de gran tamaño.
Mientras los usuarios seguían apegados a sus VHS y el DVD se abría camino, y el CD seguía siendo un formato contenedor que convivía con los disquetes, llegó Terra. Ahora mismo, hay un montón de personas que no comprendan qué significó Terra en España o en determinados países de América Latina, pero es que hablamos de un nombre y un portal que resumía toda la experiencia que podíamos extraer de internet antes de la época de los buscadores y las redes sociales. En otras palabras: Terra llegó a ser el Facebook/Google/Whatsapp de su tiempo. Casi nada. Como filial de Telefónica dedicada a contenidos y portales de internet, se convirtió en el sitio web de referencia en nuestro país, aglutinando además a millones de usuarios hispanohablantes procedentes de todas las partes del mundo. Como la incipiente Yahoo! y American Online (AOL), Terra condensaba en su portal y portada noticias (de Europa Press, cuidado), un servicio básico de correo electrónico, un sistema de descargas y herramientas, algún que otro videojuego online con opciones avanzadas -ojo a esto, se adelantaron al boom de Xbox Live-, un listado de sitios web en forma de directorio y un chat que fue su caballo de batalla durante años.
Hay que tener en cuenta que, tras su fundación en 1999, bajo la presidencia de Juan Villalonga, Terra se convirtió en algo así como el símbolo de la era digital de Telefónica (actual Movistar, aunque la empresa quiere volver al branding original), compitiendo con los grandes de la edad dorada de las puntocom en otros países y usando el mercado español como base de operaciones. Fue un movimiento tremendamente arriesgado, que apostó por la conexión, la comunicación y la idea de ofrecer contenidos 24 horas y durante siete días de la semana, intentando hacer negocio en un mundo y en un contexto en el que apenas vislumbraba la nueva era de internet y en el que nadie sabía exactamente cómo hacerlo. Es difícil comprender lo que supuso para una generación de usuarios lo que llegó a ser el chat de Terra, el símbolo por antonomasia del portal, y el ejemplo más evidente de lo que significaba internet para los jóvenes y no tan jóvenes en aquellos días.
En un mundo en el que la comunicación personal se limitaba al SMS de texto de los teléfonos móviles, formato en el que había que ahorrar caracteres y en el que el dinero jugaba un papel vital, el poder escribir sin límites a través de un ordenador a otra persona y ver que te contestaba en directo y de manera simultánea, era poco menos que ciencia ficción. Fue una época de cibercafés, de salas temáticas, de ligues, de bromas y de suplantaciones varias -tremendas algunas anécdotas nacidas en base a esto-, pero también un momento en el que se forjaron relaciones que a día de hoy siguen patentes y hábitos que hemos dado por asimilados y que nacieron en aquellos años de exploración. Muchas amistades nacieron ahí, así como desencuentros, enfados y auténticas pilladas de novios y novias haciendo la táctica de escribir a su respectivo como otra persona y ver si decía de quedar con ese alias ficticio o similares. En otras palabras: la democratización del catfishing nació allí.
Su éxito fue increíble a nivel de usuario y también empresarial, siendo en este ámbito uno de los campos en los que tiene bastante sombras y esqueletos en el armario. Terra acabó tragándose casi todo el dinero que Telefónica decidió poner para reforzarla y hacerla despegar, y fue obligada a salir a bolsa y así pagar los platos rotos de la fallida adquisición de Lycos, que adquirió en 2001 por una millonada con la esperanza de competir contra American Online y Microsoft y que malvendió en 2004. Por el camino arruinó a un nutrido grupo de inversores y accionistas menores, pero logró cuajar al largo plazo gracias a un conjunto de profesionales que no tiraron la toalla y al empuje de una comunidad de usuarios activa y constante, que no dejó de crecer en casi ningún momento. La idea de tener un portal tan completo en información y servicios construyó una base de usuarios potenciales notable, pocas veces vista en la historia de España, y permitió que una sociedad carente de información o formación informática o en la propia red, aprendiese a desarrollar sus conocimientos y forjar sus propias experiencias en ella.
Terra murió de éxito. Pronto, la web comenzó a evolucionar en términos generales, el acceso a internet en los hogares despegó y llegaron nuevas tecnologías de comunicación a través de los ordenadores: apareció MSN Messenger y su integración en Windows, todo un game changer en aquellos años, y los portales de conversación y los chats fueron perdiendo relevancia y peso en internet. Los foros especializados cobraron relevancia, el Messenger se convirtió en la herramienta de moda, pues no tenías ni que enchufarte a tu navegador de turno o iniciar sesión en algún tipo de portal externo, y la era de los chats llegó a su fin. Terra fue desapareciendo y reinventándose de manera paulatina en aquellos años. Pese al control de Telefónica. Se convirtió en una web residual, y aún así, tuvo grandes concurrencias de usuarios. Permitía la música, la cine y la televisión en streaming -sí, como estáis leyendo-, e incluso retransmitió dos Mundiales de fútbol y unos Juegos Olímpicos en vídeo bajo demanda, con conexiones en directo, 40 cámaras seleccionables e información al minuto. Pero pese a que en 2012 se intentó renovar, y Telefónica propuso otro envite bajo la marca Terra, muy querida y asentada, pero apenas duró unos meses. Tras 18 años de actividad y múltiples historias vividas en página, en 2017, el portal Terra dejó de funcionar en países como España, Argentina, Colombia, Chile, Perú y México. Su mítico chat cerró para siempre.
La destrucción del internet que fue y el renacimiento del chat
Era lógico. Las redes sociales y la aparición de nuevas empresas como Facebook, Twitter, Instagram y la entrada de las apps de mensajería instantánea como Whatsapp o Telegram han provocado la desaparición de este tipo de portales o chats, vetustos herederos de otra época. Yahoo, AOL y Lycos han seguido el mismo funesto destino de Terra, e incluso Microsoft ha llegado a tirar la toalla en este ámbito. Los nuevos hábitos sociales y los smartphones han relegado este tipo de herramientas a un tercer plano, siendo sustituidos por servicios como Zoom o Google Meet, que evolucionan algunos conceptos de los videochats de épocas pasadas y los enfocan al entorno más laboral. La pandemia de coronavirus, la enfermedad que surgió en China a finales de 2019 y que ha generado un terremoto político, sanitario, económico y social sin precedentes, ha devuelto a primera línea este tipo de chats y servicios de cara a la comunicación en tiempos de aislamiento, cuarentenas y confinamientos.
Además, no debemos olvidar que el chat sigue presente en nuestras vidas. Las grandes empresas usan el chat en tiempo real para dar soporte a los usuarios y clientes que tienen problemas, derivando el servicio de atención al público a través de esta vía, más instantánea que el teléfono para muchas personas. Universidades y colegios, así como centros de educación, han adoptado el formato de aula virtual, por lo que el chateo sigue presente, aunque no de la misma manera que hace unos años. Los tiempos pasados fueron mejores, sí. Anita89, no te olvido.
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