Dopesick: Historia de una adicción es uno de los grandes proyectos de Disney+. Hablamos de una serie dramática protagonizada por Michael Keaton, Peter Sarsgaard, Michael Stuhlbarg, Will Poulter, Kaitlyn Dever y Rosario Dawson, todo un reparto de lujo, que a través de ocho episodios pretende poner la lupa una de las mayores crisis sanitaria jamás vividas en Estados Unidos por culpa de una nación completamente enganchada y dependiente de los opioides.
La crisis de los opioides en Estados Unidos: una mirada basada en la novela de Beth Macy
Antes de entrar en materia, es interesante intentar entender los orígenes y el contexto de cómo se originó la crisis de los opioides en Estados Unidos, una epidemia silenciosa que mantuvo cautivos a millones de ciudadanos entre las redes de uno de los complots farmacéuticos más terroríficos de la historia reciente. Y eso, lo de contar qué sucedió a finales de los ochenta y mediados de los noventa, la serie lo hace bastante bien. A ratos, la adaptación de la novela de Beth Macy tiene los mimbres de un docudrama, de una especie de relato informativo algo ficcionado, en el que se establecen los temas con regularidad casi mecánica, se exponen, se disertan y luego se concluyen para pasar a otro episodio o capítulo sin importar demasiado lo sucedido anteriormente.
Si bien no llega a la profundidad documentalista mostrada en el libro de Macy, uno de los bestseller más indiscutibles de la lista del New York Times, la producción de 20th Television -emitida en Disney+ en nuestro país- sí logra trasladar de forma clara al espectador aquello que quiere contar. No obstante, la labor en la dirección del oscarizado Barry Levinson (Rain Man) es poco menos que indiscutible, con un sentido del drama tan aséptico como formal durante la gran parte del metraje, un aspecto que le sienta de maravilla al conjunto.
Dopesick: Historia de una adicción viene auspiciada por dos de los nombres propios más importantes del panorama del entretenimiento. Por un lado, hablamos de una serie que está producida por Danny Strong, ganador del Emmy y responsable de joyas como Empire o Recuento, y al mismo tiempo, y más allá de protagonizarla con algún que otro alarde digno de aplauso, cuenta también con el apoyo de Michael Keaton en labores ejecutivas. Huelga decir que Dopesick toca un tema delicado, casi tabú en la sociedad norteamericana hasta hace bien poco, enfocándose en cómo una compañía farmacéutica, Purdue Pharma, desencadenó la peor epidemia de drogas en la historia de Estados Unidos. De esta manera, y a través de varios puntos de vista y marcos temporales, nos transportará al epicentro de la lucha contra la adicción a los opioides desde las salas de juntas de las grandes compañías farmacéuticas implicadas en su comercialización, a una castigada comunidad minera de Virginia, pasando por los despachos de la DEA (Administración de Control de Drogas).
No es un tema menor. Los opioides, por norma general, tienen un impacto masivo en la química del cerebro de los seres humanos y pueden conducir a la dependencia si no se tiene un control exhaustivo de las dosis prescritas. Es más, la sobredosis causa muchas muertes en todo el mundo, ya que los opioides son capaces de paralizar y afectar de forma severa al aparato respiratorio, causando que deje de funcionar de imprevisto. Entre finales de los años noventa y finales de la primera década de los 2000, el gran aumento en el número de muertes relacionadas con este tipo de medicamentos en EE.UU. llevó a reducir la esperanza de vida en el país por primera vez desde la Primera Guerra Mundial. En 2016, 64.000 estadounidenses murieron de una sobredosis relacionadas con los opioides. En 2017, 72.287. La cifra no ha dejado de aumentar desde entonces.
Una fórmula con un gran principio activo pero de dosis irregulares
El arranque de la serie es un tanto confuso. Nos lleva a la misma creación de la fórmula del OxyContin, una píldora basada en el opio cuyos efectos nocivos superan con creces a sus beneficios como calmante. A través de la labor de Richard Sackler, que encarna a uno de los principales autores del medicamento, iremos saltando desde las reuniones de una familia y un grupo de inversores que busca conseguir el máximo rédito comercial diseñando una pastilla capaz de prescribirse en dosis sostenidas a lo largo del tiempo a las consecuencias judiciales de un problema sanitario que involucró a miles de doctores por todo el país. Médicos y enfermeras que confiaron en lo que se les vendió, por activa y por pasiva, por parte de una legión de comerciales: una droga milagro pensada para curar los dolores más severos con menos riesgo de adicción.
Es aquí cuando entra Samuel Finnix, el doctor interpretado por Michael Keaton, un profesional de la medicina en una remota comunidad minera de Virginia. Conocedor de sus pacientes y sus dolencias, decide usar el citado medicamento en Betsy (Kaitlyn Dever) de cara a garantizarle una mejor calidad de vida en su día a día en el trabajo. Desgraciadamente, lo que en principio parece ayudarle a sobrellevar la carga de una labor exigente a nivel físico como el hecho de trabajar en una mina de carbón, pronto acaba por convertirse en una gigantesca losa sobre su espalda que la lleva a hundirse en una espiral de adicción sin final. El OxyContin la sepultó en vida. Si por un lado tenemos las salas de juntas y ventas de una gran farmacéutica, y por otro las desventuras de un doctor que cree tener en sus manos la solución para sus pacientes, de forma paralela nos encontramos con una investigación a cargo de la DEA, que busca desenmascarar una adicción latente en el seno de múltiples comunidades y estados por todo el país.
Lo cierto es que, pese a lo ambicioso de su visión, y al montaje frenético de varios de sus episodios -recordando al mejor Steven Soderbergh-, Dopesick sería mejor si la historia no saltara tanto en el tiempo durante sus capítulos. Sí, sabemos que el cambio de marcos temporales es una muleta televisiva cada vez más popular y usada, todo un recurso que ayuda a los mejores guionistas a exponer sus temas de una manera más inteligente sin tratar de tonto al espectador. Pero, como os comentábamos, los primeros episodios de la serie llegan a desorientar al más pintado. No sabes qué está ocurriendo, quiénes son los verdaderos protagonistas o de qué manera se van a desarrollar los acontecimientos. Esto se soluciona cuando, a partir del segundo o tercer episodio, las motivaciones de cada uno de los personajes principales comienzan a estar claras y revelarse de una forma directa, cruda y descarnada. Sí, a veces se pasa de grandilocuente, haciendo especial hincapié en las tragedias evidentes de cada uno de ellos, pero debemos reconocer que se trata de una fórmula que funciona a la perfección.
Lentamente, con sin pausa pero sin prisa, Dopesick desvela todos sus principios activos, dejándolos hacer su trabajo ante los ojos del espectador que comienza a comprender cómo encajan todas las piezas del puzle, desde el diseñador principal de la fórmula de la pastilla al vendedor que persuade al médico para que la use, pasando por la persona a las que se les prescribe el medicamento y se acaba haciendo adicta al mismo. Además, en el plano informativo y narrativo, el guion sabe en qué plazas torear y a qué escenarios acudir, sin importarle demasiado esa sensación de cherry picking a menudo algo embarazoso. En cualquier caso, existe un momento especialmente llamativo, y en el que parece que la producción se eleva varios enteros en el mejor sentido, cuando se explica el concepto de breakthrough pain, en el que la serie comienza a desvelar una capa aún más profunda y compleja. Es justo en ese preciso instante, tras ciertas indagaciones de los agentes de la DEA -Rosario Dawson, Peter Saarsgard y Rick Mountcastle cuajan el mejor trío interpretativo de la serie-, cuando se entiende que la trama llega incluso a implicar a ciertas administraciones estadounidenses.
Es el epítome perfecto para comprender cómo, hasta qué punto, la sanidad en Norteamérica está condicionada a los cheques y requisitos de determinados lobby. Pronto, los investigadores se encontrarán topando con verdaderos muros, siendo víctimas de los caminos burocráticos más contradictorios y de su propio éxito. Abnegados, decidirán dejar sus propias tragedias y problemas personales a un lado para salir victoriosos de una batalla que quizás no puedan ganar.
Dopesick: Historia de una adición es un relato a veces incómodo de cómo una gran parte de la población de Estados Unidos se dejó embaucar por el poder de las grandes farmacéuticas, las cualidades de una píldora increíblemente adictiva y la palabrería distribuida por la propia maquinaria administrativa que la aprobó como segura. Si bien la historia está clara y las pruebas de esta crisis son más que evidentes -y lo siguen siendo en la sociedad norteamericana-, lo que hace grande a Dopesick son los testimonios personales de los afectos. Un manifiesto de carne y hueso que demuestra cómo todo un país convirtió en cautivos de una peligrosa pastilla a toda una generación de ciudadanos. Y eso es un relato realmente estremecedor. Dopesick: Historia de una adicción se estrenará el próximo 12 de noviembre en Disney+.
Hemos visto Dopesick: Historia de una adicción gracias a un pase de acceso anticipado proporcionado por Disney+