Barbarian ha sido de las pocas películas de terror recientes que ha conseguido mantenernos sin aliento durante todo su metraje. Es un tópico decir que una cinta de género es capaz de dejarte sin oxígeno y con la tensión por las nubes, porque grosso modo es una característica que pueden compartir múltiples largometrajes que toquen las mismas teclas. Pero sea porque no lo esperábamos o sea porque Barbarian no pretende esconder las bases de las que procede, la obra firmada por Zach Cregger ha sido un tren de la bruja que hemos disfrutado de principio a fin. Lo sorprendente es que Cregger no tiene experiencia en el horror como tal, dado que como director viene de filmar proyectos como Miss Marzo o The Civil War on Drugs, comedia y drama histórico, respectivamente.
Terror contemporáneo con aroma de perfume clásico
Con Barbarian entre al género por la puerta grande rindiendo homenaje a figuras como Wes Craven (Las colinas tienen ojos) y Tobe Hooper (La matanza de Texas). El terror de Barbarian no solo se limita a replicar lo que veíamos en el slasher de los setenta y ochenta (quede claro que Barbarian pertenece a este género), donde la figura de los serial killer creció una barbaridad en Estados Unidos poniendo a los ciudadanos norteamericanos en peligro contraponiéndose así por completo los conflictos bélicos que se habían librado, y se libraban, alrededor del mundo. El pueblo americano siempre luchaba en las guerras fuera de casa, por lo que los horrores quedaban extramuros, con el pueblo bien resguardado en sus casas. El terror de esas décadas jugó a introducir a los monstruos en los propios barrios del pueblo, a mostrar que el terror puede estar en cualquier sitio, incluso al lado de tu casa, porque puede que el vecino más educado del mundo sea en realidad un maníaco. Barbarian sabe jugar con esas ideas pero adecuándolas a nuestro momento.
En el largometraje de Cregger empezamos siguiendo los pasos de una joven que viaja a Detroit para realizar una entrevista de trabajo. Para pasar la noche, alquila una casa, pero pronto descubre que en realidad ya estaba reservada por otra persona. Sin tenerlo claro, toma la decisión de compartir piso igualmente, y pronto se desencadena su peor pesadilla. Barbarian aplica ese ideal de seguridad que tenemos todos al alquiler de casas por webs y aplicaciones.
Moradas en las que nos metemos sin tener ni idea de su historia, las barbaridades que se han hecho o quién vive en ellas. Cregger, que también firma el guion, da en el clavo al estirar de un concepto tan común como este, usado por millones de personas cuando viajan, sea por trabajo o por vacaciones. El terror de Barbarian se construye a tamaño reducido, y ahí es donde reside la mayor parte de su mérito.
Barbarian apuesta por lo sencillo para triunfar
El largometraje no requiere de grandes escenarios, ni de toneladas de personajes ni tampoco de una sangre y gore que haga que la gente vomite por las salas de cine o en sus casas (al estilo de Terrifier 2). Barbarian juega sencillamente con la luz de una linterna y un pasillo estrecho. Con entrar en habitaciones y túneles de una casa que desconocemos. Con toparse de frente con un extraño y vivir situaciones un tanto tensas que no sabes cómo pueden terminar desencadenándose. Cregger pone al espectador en un punto inicial más o menos conocido para que se confíe y espere lo más evidente de las películas de terror más comunes, pero luego transporta al patio de butacas a otro escenario completamente diferente donde se desata la locura y esos monstruos escondidos bajo las piedras en suelo estadounidense afloran para devorar a cualquiera que se cruce en su camino.
Barbarian tiene un argumento, como habéis podio ver con la sinopsis, que cabe en una servilleta, pero posee una fuerza visual y unos giros de guion lo suficientemente atractivos como para mantenernos enganchados. El guionista y director, además, no hace abuso en absoluto de los sustos más físicos, a pesar de que los hay. Saltaremos en varias ocasiones del sofá o la butaca, eso seguro (hay un intento de replicar el mítico de La maldición de Hill House de Mike Flanagan que es muy resultón), pero donde de verdad hace que el corazón se nos encoja cuando se pone a jugar al gato y al ratón con su escaso reparto que incluye al famoso Justin Long, Georgina Campbell o al legendario Bill Skarsgård, por no hablar de Richard Brake, conocido sobre todo por interpretar papeles brutales en largometrajes de Rob Zombie (31 puede que sea su broche de oro).
Nuestras conclusiones
Cregger debuta en el terror con una mano excelente. Se puede tachar a la película de predecible si se tiene amplia experiencia en el género, pero desde luego es una obra que cala en los huesos y que cuesta sacarse de la cabeza gracias a las impactantes imágenes que presenta. Junto a Smile, Pearl o X, estamos frente a una de las mejores películas de terror de este año. Se puede ver la película en España a través de Disney+.
