Hoy Final Fantasy cumple 35 años, una saga muy querida que a lo largo de cuatro décadas nos ha dejado innumerables obras maestras. No en vano, la serie creada por Hironobu Sakaguchi es una de las principales culpables de haber popularizado los JRPG en Occidente y de haber llevado este maravilloso género a las masas.
Pero, ¿cuál es el mejor Final Fantasy? Como suele ocurrir en estos casos, la respuesta a esta pregunta es algo muy personal que cada jugador debe responder por sí mismo, ya que no a todos nos han llegado por igual sus historias, personajes ni virtudes jugables.
Sin embargo, en Vandal hemos querido lanzarnos a la piscina y compartir con vosotros nuestra lista de favoritos ordenando todas sus entregas numeradas de peor a mejor. Por supuesto, también os invitamos a que nos digáis cuáles son vuestros capítulos favoritos de esta mágica e inolvidable saga, así como los momentos más especiales que habéis vivido en vuestras aventuras por sus fascinantes mundos.
15. Final Fantasy II (1988)
Final Fantasy II es una de las entregas más peculiares y extrañas de toda la saga ya que Hironobu Sakaguchi y su equipo apostaron por hacer una secuela muy rupturista con los cánones establecidos por los JRPG de la época. Por un lado se potenció su narrativa respecto a su predecesor con una historia más madura y oscura que buscaba plasmar toda la crudeza que entrañaba una guerra contra un malvado imperio, aunque si hoy recordamos esta segunda parte es por su peculiar sistema de progresión.
En vez de apostar por la clásica acumulación de experiencia para subir de nivel aquí nuestros personajes aumentarían sus estadísticas y habilidades según lo que hicieran en combate. Por ejemplo, si queríamos subir nuestra pericia manejando espadas lo suyo era que atacásemos con una, mientras que si lo que pretendíamos era subir nuestro máximo de puntos de vida debíamos recibir daño durante los enfrentamientos. Esta idea que tan bien suena sobre el papel se acabó volviendo en su contra, ya que dependíamos por completo de la suerte para que nuestros héroes obtuviesen algún tipo de mejora al final de un combate, algo que podía llegar a resultar extremadamente frustrante, confuso y aburrido.
Como podréis suponer, esto ralentizaba enormemente el desarrollo del juego y se cargaba cualquier tipo de ritmo que pudiese tener, un problema al que debemos sumarle otros defectos como algunas de las mazmorras peor diseñadas de toda la serie. A pesar de ello, se trata también de uno de los Final Fantasy más influyentes y cosas que hoy damos por hecho que son inseparables de la saga como los dragoons, Cid o el cabalgar a lomos de un Chocobo tuvieron su origen aquí, por mencionar tan solo unos poquísimos ejemplos de todos esos elementos recurrentes que tan bien conocemos ya y a los que tanto cariño tenemos. Y ojo con su banda sonora, una auténtica delicia compuesta por Nobuo Uematsu.
14. Final Fantasy XV (2016)
Continuamos con un título que si bien sabemos que tiene sus defensores, nos dejó con un regusto algo agridulce: Final Fantasy XV. Que lo hayamos situado en penúltimo lugar no quiere decir que sea un mal juego, pero su convulso desarrollo y su cuestionable política poslanzamiento acabaron por empañar un producto que aspiraba a ser mucho más de lo que realmente fue. Cosas como un sistema de combate extremadamente simple y con pocas posibilidades, una confusa narrativa que mutilaba y troceaba en diferentes medios su interesante historia o su aburrido diseño de misiones secundarias fueron cosas que costaba pasar por alto. A fin de cuentas, ¿qué otro JRPG ha necesitado de parches que añadiesen secuencias de vídeo para que el guion se pudiese entender en condiciones?
Poco a poco, Square Enix fue arreglando algunos de sus problemas por medio de actualizaciones gratuitas y contenidos de pago, incluyendo un Royal Pack que se dedicaba a mejorar el capítulo final de la aventura, algo por lo que se nos pidió 15 euros adicionales. Con todo esto, resultó complicado quitarse de la cabeza la sensación de que los jugadores que apoyamos el juego comprándolo durante su lanzamiento disfrutamos de una versión incompleta y sin terminar, y si encima queríamos disfrutar de muchas de esas mejoras nos tocaría pagar más que el resto.
A pesar de la desastrosa gestión del título (que, por cierto, se acabó saldando con la cancelación de su segundo Pase de Temporada con sus respectivos DLC a medio lanzar), tenemos que reconocer que Final Fantasy XV: Royal Edition es actualmente una compra muy recomendable que nos ofrece montones de contenidos, extras y mejoras que se suman a sus virtudes iniciales (mazmorras, personajes, trasfondo argumental, gráficos, arte, la apabullante banda sonora de la inimitable Yoko Shimomura, etcétera) para hacer de la decimoquinta fantasía final algo mucho más digno de nuestro tiempo y de portar su legendario nombre.
13. Final Fantasy XIII (2009)
Probablemente a muchos os sorprenda que no hayamos colocado a Final Fantasy XIII en último lugar tras todas las críticas que recibió, algo perfectamente comprensible, ya que no son pocos los que consideran que esta fue la entrega con la que la saga abandonó la excelencia tras tres generaciones en las que nos dejó una obra maestra tras otra. Y sí, esta fantasía final dista mucho del sobresaliente y tiene algunos errores de bulto difíciles de perdonar, como su nulo diseño de niveles (el mapa era, en esencia, un gigantesco y espectacular pasillo que apenas dejaba margen a la exploración), su incomprensible apuesta por hacernos perder una hora de nuestro tiempo leyendo un glosario para enterarnos del funcionamiento de su mundo o un elenco de protagonistas un tanto irregular con el que no siempre resultaba fácil conectar.
Sin embargo, tenemos que admitir que su sistema de combate nos pareció muy entretenido y divertido, los jefes eran todo un espectáculo y su historia nos sumergió en un mundo realmente interesante y único con un planteamiento muy especial dentro de la saga, algo a lo que debemos sumarle un guion que en cuanto conseguía arrancar hacía gala de un ritmo bastante bueno y con momentos muy intensos. Y ojo con sus gráficos, dirección de arte y banda sonora (el trabajo musical que hizo aquí Masashi Hamauzu es prácticamente intachable). En resumidas cuentas, un Final Fantasy que se quedó lejos de los grandes pero que fue "menos malo" de lo que muchas veces se tiende a recordar.
12. Final Fantasy (1987)
Llegamos al juego con el que empezó todo. Una obra que llegó a rebufo de la moda por los JRPG que se había desatado en Japón gracias a Dragon Quest, aunque esto no quiere decir que no tuviese ideas propias ni hiciese bien las cosas por sí misma, algo que los jugadores nipones supieron ver y recompensar.
Como podréis intuir al tratarse del primer título de la serie, es el más simple y básico de todos, aunque ideas como las de poder escoger la clase de los personajes de nuestro grupo tuvieron su calado y nos abrían muchas posibilidades jugables. Además, se establecieron multitud de características de la serie, como la búsqueda de los cristales elementales o ciertos enemigos que ya son todo un clásico, e introdujo un giro argumental tan inesperado y sorprendente que pilló a todos los jugadores de la época con la guardia baja, pues a finales de los 80 los videojuegos todavía no se terminaban de caracterizar precisamente por tener una narrativa especialmente elaborada.
Evidentemente, los años no han terminado de sentarle del todo bien y cosas como su desequilibrada dificultad, la altísima frecuencia de sus batallas o el errático diseño de sus mazmorras pueden empañar su disfrute a día de hoy. Pero lo que es innegable es que se trata de un juego clave e imprescindible para entender cómo ha evolucionado la industria que merece el mayor de nuestros respetos y toda nuestra admiración por todo lo que supuso y significó.
11. Final Fantasy III (1990)
A pesar del éxito de sus dos primeras entregas, Final Fantasy no experimentó su primer gran salto de calidad hasta la llegada de su tercer juego, uno de los más definitorios de toda la serie al introducir un sistema de trabajos muy mejorado respecto a lo visto en el primer juego. Recogiendo las clases vistas en el título original e introduciendo muchas otras nuevas, debíamos acompañar a un grupo de cuatro héroes en un mágico viaje a lo largo de todo el mundo en el que no faltaban ninguno de los elementos característicos de la licencia.
Quizá su historia no dejaba de ser un cuento de hadas muy típico y simplón, pero la posibilidad de desbloquear nuevas clases y cambiar las profesiones de nuestros héroes siempre que quisiéramos era algo enormemente adictivo y que nos daba una cantidad de posibilidades gigantesca, rompiendo así las limitaciones de tener que ceñirnos a nuestra elección inicial como ocurría en el primer Final Fantasy. Todo esto se tradujo en un sistema de progresión prácticamente impecable que fue capaz de aguantar el peso del juego entero por sí solo, aunque eso no quiere decir que no nos dejase también con momentos muy memorables e icónicos, tal y como demuestra su recta final en la Torre de Cristal, una larguísima y durísima mazmorra rematada por una desafiante oleada de jefes en sucesión que nos llevaría a enfrentarnos a la mítica Nube de Oscuridad para salvar al mundo.
10. Final Fantasy XI (2002)
Que una saga tan arraigada en las experiencias para un jugador se atreviese con el mercado de los MMORPG fue un movimiento que en su momento nos pilló totalmente desprevenidos, más todavía cuando dicho juego no era tratado como un spin-off, sino como la auténtica undécima entrega de la saga, un número que tras dedicarle cientos de horas podemos afirmar que se ganó a pulso, ofreciéndonos uno de los mejores y más respetados títulos del género, el cual, 18 años después, sigue en activo y con una base fiel de jugadores que siguen disfrutando cada día de lo que Vana'Diel tiene que ofrecer.
Como suele ocurrir con este tipo de juegos, desde su lanzamiento hasta hoy no ha parado de evolucionar y expandirse y ha pasado de ser un título brutalmente exigente e inclemente con el tiempo del jugador (prácticamente necesitábamos un grupo y la ayuda de otros usuarios para todo) a una experiencia mucho más ligera, amigable y accesible que ofrece muchas alternativas para jugar en solitario. A destacar su apabullante cantidad de contenidos, su fantástico sistema de clases heredero Final Fantasy III y V, y su fascinante mundo, personajes e historia (expansiones como Chains of Promathia nos han dejado algunos de los arcos narrativos más apasionantes de la serie), los principales culpables de hacer que todo se sintiese como un auténtico Final Fantasy.
9. Final Fantasy XII (2006)
Llegamos a otra entrega que suele generar muchas divisiones entre los fans de la saga: Final Fantasy XII. Tanto es así que se trata de una obra que ha ido ganando adeptos con el paso de los años y que se ha ido revalorizando poco a poco, ya que se trató de una entrega un tanto rupturista y repleta de nuevas ideas que o no calaron entre los aficionados de siempre o no terminaron de entenderse.
El encargado de dirigir esta fantasía no fue otro que Yasumi Matsuno, quien ya había demostrado con juegos como Vagrant Story o Final Fantasy Tactics que todo lo que toca lo convierte en oro, ofreciéndonos unos RPG más maduros, complejos, crudos y con un fuerte y fascinante componente político. Entre sus principales virtudes, destaca su brillante sistema de combate y de gambits, gracias a los cuales podíamos programar la IA de nuestros héroes hasta el más mínimo detalle para así automatizar la mayoría de nuestras acciones durante los enfrentamientos y desarrollar todo tipo de estrategias según lo requiriese la situación.
De este modo, se actualizaban los clásicos combates por turnos para hacerlos más dinámicos al permitirnos movernos por los escenarios en tiempo real mientras se respetaban los tiempos de espera para la realización de acciones y comandos, algo que se ejecutó a la perfección, ya que gracias a los gambits nos ahorrábamos tener que hacer multitud de microgestiones rutinarias que hubiesen entorpecido el ritmo de las batallas.
Por desgracia, el desarrollo del juego estuvo plagado de problemas, incluyendo la marcha de Matsuno por enfermedad antes de que pudiese terminarlo, lo que derivó en un desastroso último tercio que echaba por tierra una primera mitad prácticamente intachable, tanto en lo narrativo como en lo jugable. Además, la forzada inclusión de Vaan y Penelo como protagonistas, dos personajes que no pintaban absolutamente nada en la historia y que se sentían metidos con calzador por exigencias de Square Enix, nos desconectaron a muchos de todo lo que se nos intentaba narrar, lo que sumado a otros problemas menores, como lo inútiles que resultaban las invocaciones, acabaron por ensombrecer la que podría haber sido una de las mayores obras maestras del género.
8. Final Fantasy VIII (1999)
Continuamos con los Final Fantasy divisivos con la octava entrega de la serie, un juego que enamoró a muchos pero que no terminó de convencer a todos por igual, algo que resulta fácil de comprender, pues Final Fantasy VIII es un título que va a contracorriente de su propia saga y que intentó hacer multitud de cosas nuevas, algunas con mayor fortuna que otras, como el hecho de que los enemigos escalasen de nivel según el de nuestros personajes, algo que llegaba a hacer que el subir de nivel fuese contraproducente, pues las batallas se endurecían bastante.
El sistema de extracción y enlaces de magias fue otro punto polémico (los hechizos pasaban a ser ítems consumibles que podíamos ligar a nuestras estadísticas para potenciarlas, así que solía ser recomendable lanzar pocos conjuros para mantenerlas al máximo) al permitirnos romper el juego con suma facilidad a poco que lo dominásemos y la historia no terminó de ser del gusto de todos por la forma en la que resolvía algunos de sus puntos clave y lo mal que explicaba otros.
De todos modos, tuvo tantas peculiaridades y detalles únicos que no se han vuelto a ver en ningún otro JRPG que hacen de ella una entrega muy especial. Además, nos dejó con auténticos momentazos como el examen a SeeD o el intento de asesinato de Edea, los jefes eran muy buenos, audiovisualmente es una pasada y las invocaciones resultaban tan espectaculares que rara vez nos cansábamos de verlas. A destacar también su adictivo minijuego de cartas y la enorme cantidad de contenidos y secretos que escondía, garantizándonos horas y horas de diversión a poco que conectásemos con todo lo que proponía.
7. Final Fantasy V (1992)
El caso de Final Fantasy V es bastante peculiar, ya que es uno de esos pocos JRPG capaz de compensarnos todo lo que falla a nivel argumental con su jugabilidad. De hecho, el título tiene una de las peores y más aburridas historias de la serie, además de unos personajes a los que les falta cierto carisma, pero su sistema de progresión y de combate son, sin duda alguna, de nuestros favoritos de toda la saga.
En esencia, las batallas usan el sistema ATB que debutó en la cuarta entrega y añadió el sistema de trabajos de Final Fantasy III, pero mejorándolo, ampliándolo y puliéndolo hasta las últimas consecuencias, ofreciéndonos un sinfín de posibilidades para desarrollar a nuestros personajes como quisiéramos y para crear todo tipo de estrategias gracias a su gigantesca flexibilidad.
Y ojo, ya que más nos valía dominar todos estos sistemas para sobrevivir al que podríamos considerar fácilmente como el Final Fantasy más difícil y complicado de todos, con unos jefes capaces de hacernos trizas con suma facilidad a poco que no nos preparásemos bien (estamos seguros que la batalla final sigue muy presente en las pesadillas de muchos de vosotros). Sumadle un mundo clásico con mucho encanto, buenas mazmorras, una banda sonora espectacular repleta de temazos (aquí fue donde se nos deleitó por primera vez con el inolvidable Clash on the Big Bridge, una de las mejores canciones de toda la saga) y tendréis un juegazo que se suele reivindicar menos de lo que realmente merece y del que han bebido numerosos JRPG posteriores.
6. Final Fantasy X (2001)
El debut de Final Fantasy en PlayStation 2 trajo consigo una de las historias más emotivas y conmovedoras de toda la serie. El viaje de Tidus, Yuna, Auron y compañía es uno de esos que no se olvidan y que saben dejar huella en el jugador por todos los temas que se tratan y la elegancia con la que lo hace, implicándonos en el drama que viven sus protagonistas y los habitantes de su mundo. Y todo ello rematado con un final simplemente perfecto que su secuela directa se encargó de arruinar (aunque esa es otra historia de la que ya hablaremos en otro momento).
Pero no os penséis que Final Fantasy X solo tuvo una buena historia, ya que en lo jugable también cumplía con nota con un sistema de combate que regresaba a los turnos clásicos y que hacía gala de un pequeño giro hacia algo todavía más táctico, pausado y estratégico. Además, fue el primero que permitió que las invocaciones se quedasen a luchar junto a nosotros, dándole así mucho peso al rol de invocador de Yuna. Evidentemente, tampoco podemos olvidarnos de mencionar el Blitzball, probablemente uno de los mejores y más currados minijuegos que hemos visto nunca en JRPG alguno. En definitiva, un auténtico clasicazo que solo se vio ligeramente empañado por un diseño de niveles algo plano y "pasillero", la tediosa consecución de ciertos secretos (esa Llanura de los rayos...) y un sistema de progresión mediante un tablero que, sin ser malo, no terminaba de cuajar del todo.
5. Final Fantasy XIV (2013)
Lo de Final Fantasy XIV sí que no nos lo vimos venir. Cuando se lanzó su versión original nos encontramos con el que es, sin duda alguna, el peor MMORPG que hemos jugado nunca. Un juego totalmente roto y disfuncional que no hacía casi nada bien y que la propia Square Enix reconoció como una mancha imborrable para la serie. Por suerte, la historia acabó teniendo un final feliz cuando Naoki Yoshida y su equipo tomaron las riendas del proyecto y lo acabaron convirtiendo en no solo uno de los mejores MMORPG del mercado, sino en un juego totalmente distinto capaz de codearse con los mejores Final Fantasy tradicionales.
Una vez renació como A Realm Reborn, el título nos deleitó con todo lo que hace grande a una entrega numerada de esta saga, una buena historia, un gran sistema de combate, unos jefes y mazmorras geniales, un gran apartado audiovisual y muchísimos contenidos de calidad que nos enamoraron. Desde entonces no ha parado de crecer y mejorar, y expansiones como Heavensward o Shadowbringers nos han dejado algunos de los mejores guiones y personajes de toda la serie, emocionándonos como pocos Final Fantasy y haciéndonos vivir momentos realmente únicos, épicos y espectaculares. Sin duda, uno de nuestros grandes favoritos.
4. Final Fantasy IV (1991)
Con Final Fantasy IV llegamos ya a los auténticos pesos pesados de la saga. De hecho, podríamos considerar a la cuarta entrega como el primer gran Final Fantasy, el juego con el que la serie alcanzó la excelencia y dio un puñetazo sobre la mesa con su cuidadísima y elaborada narrativa, sus inolvidables personajes, sus inesperados giros, su elevada carga dramática y, por supuesto, su innovador sistema de combate ATB, donde los turnos clásicos daban paso a algo más dinámico que nos obligaba a esperar a que la barra de tiempo de nuestros héroes se rellenase para así poder actuar. Esta mecánica fue tan innovadora y revolucionaria que se mantendría en la saga hasta la novena fantasía final, ya que aportaba mucha fluidez y le daba un toque muy diferente a los enfrentamientos que lo distanciaba por completo de otros títulos del género.
Otro detalle que hizo que el título fuese muy especial fue el hecho de hacer que cada personaje tuviese una clase predeterminada que no podíamos cambiar (a menos que el guion lo dictase), por lo que todos ellos eran completamente únicos y cumplían un rol específico que teníamos que tener en cuenta para trazar nuestras estrategias. Se perdía en variedad y posibilidades, pero a cambio se conseguía darles una mayor identidad y relevancia a sus protagonistas y trabajos, tanto en lo jugable como en lo argumental. Y si no nos creéis, ¿alguien es capaz de nombrar a Kain sin acordarse de su icónica clase?
Una auténtica maravilla que ha aguantado genial el paso del tiempo y que sigue haciendo gala de un mundo fantástico, buenas mazmorras, una banda sonora preciosa repleta de composiciones icónicas, una dificultad desafiante pero bien equilibrada, muchos secretos y un guion encantador que nos llevó hasta la mismísima luna. Como veis, le tenemos un cariño enorme a esta entrega y no es para menos, pues se trata de una obra fundamental para entender la serie y los JRPG en general.
3. Final Fantasy VII (1997)
Quizá no haya conseguido alcanzar el primer puesto en nuestra lista, pero nadie puede poner en duda que Final Fantasy VII es no solo uno de los juegos más importantes de la saga, sino también uno de los más relevantes de la historia de esta hobby que tanto nos apasiona. Un título tan bueno, épico y absorbente con el que Squaresoft lo dio todo y llevó el género a las grandes masas, popularizándolo en Occidente y descubriéndonos a muchos, por primera vez, lo que era un gran JRPG.
La aventura de Cloud es historia viva de la industria y ha conseguido traspasar todo tipo de barreras absorbiéndonos con su guion, rompiéndonos el corazón al final de su primer disco, dejándonos con la boca abierta con sus vídeos y con sus invocaciones, deleitando nuestros oídos con su música, divirtiéndonos con sus adictivos combates y su fantástico sistema de materias con el que podíamos personalizar a nuestro grupo de héroes a nuestro gusto, etcétera.
Resulta muy difícil no deshacerse en elogios ante un juego que ha marcado a toda una generación de jugadores y que ha significado tantísimo para tantísima gente, incluyendo quien firma estas líneas, lo que dice mucho de la calidad que ha alcanzado la saga cuando, a pesar de todas sus virtudes, llegamos a pensar que hay dos entregas que son todavía mejores.
2. Final Fantasy IX (2000)
Squaresoft despidió la generación de los 32 bits con toda una obra maestra del género que sigue resonando y conmoviéndonos hoy igual que hace 20 años. Por supuesto, hablamos de Final Fantasy IX, un juego con el que la compañía decidió regresar a la fantasía clásica y a las historias de espada y brujería que caracterizaron a los primeros títulos de la serie. Lo que no nos esperábamos en aquel entonces es que la jugada saliese tan espectacularmente bien, dejándonos para el recuerdo un juego prácticamente intachable y que lo tenía todo.
Solo su inicio es, sin duda alguna, el mejor y más inolvidable de toda la serie, con unas dos horas iniciales que ya por sí solas justifican su compra, pero la cosa no quedaba aquí: el reparto de personajes era encantador y carismático a rabiar, el guion tocaba temas profundos y siempre conseguía dar mensajes muy importantes y positivos, la aventura está plagada de momentos épicos e inolvidables, su música es una auténtica delicia y a nivel visual fue todo un logro técnico para su época.
Si tuviésemos que sacarle alguna pega, probablemente solo diríamos un nombre, Tiniebla Eterna, lo que no impide que siga siendo uno de nuestros JRPG favoritos de todos los tiempos y una aventura rebosante de magia que cualquier fan del género y los videojuegos en general debería probar al menos una vez en su vida.
1. Final Fantasy VI (1994)
Y llegamos al final de nuestra lista con Final Fantasy VI. Como habréis podido comprobar en este repaso, la serie está repleta de obras maestras, pero ninguna ha conseguido llegarnos de la misma manera que la sexta fantasía final, un JRPG simplemente perfecto que lo tiene absolutamente todo: gráficos, arte, música, historia, personajes, mazmorras, sistema de combate y progresión, secretos, duración, contenidos opcionales, etcétera.
Es una aventura que todo lo que hace lo hace bien, que cuenta una historia increíble, repleta de giros brutales que lo cambian absolutamente todo, con un desarrollo y evolución de personajes exquisito, con una galería de héroes carismática y numerosa, con una cantidad de momentos icónicos y memorables inaudita, con unos combates desafiantes y repletos de posibilidades a la hora de plantear nuestras estrategias y desarrollar a nuestros protagonistas, etcétera.
Además, escondía mil secretos y curiosidades y rara vez dejaba de sorprendernos. Pero, sobre todo, lo que Final Fantasy VI tuvo fue un villano espectacular. Kefka podía ser un bufón, pero era un payaso peligroso, impredecible y que actuaba por pura malicia al que pronto aprenderíamos a temer. No necesitaba de traumas infantiles ni de motivos para hacer el mal, simplemente actuaba por impulsos y por lo mucho que disfrutaba cometiendo actos atroces y de una crueldad inhumana, y eso era precisamente lo que hacía que fuese tan temible y siempre nos hiciese estar alerta.
Se suele decir que la calidad de una historia se mide por la de su villano, y este juego es un gran ejemplo de ello, aunque tal y como hemos comentado, este nivel de refinamiento también se extiende a todos los apartados del juego, motivo por el que lo hemos colocado en el trono de la saga. Una aventura que seguimos rejugando a día de hoy y que nos sigue emocionando y divirtiendo como si fuese la primera vez, recordándonos a cada minuto por qué amamos tantísimo a esta mágica y maravillosa saga.