La inteligencia artificial está marcando el ritmo de la inversión tecnológica. Miles de empresas, lideradas por Meta y Mark Zuckerberg, el omnipresente Elon Musk con Grok y el siempre positivo Sam Altman, luchas por la hegemonía de una poderosa herramienta.
El verdadero problema es que todo este frenesí está inflando una burbuja que ahora mismo ya ha saltado a la atención del citado Altman. El CEO de OpenAI y máximo responsable de ChatGPT no solo reconoce la situación, sino que lanza un aviso claro: algunos están a punto de perder cantidades astronómicas de dinero. El magnate, aficionado a las predicciones, deja claro que no quiere sorpresas cuando la explosión llegue.
Sam Altman lanza la advertencia definitiva sobre la burbuja de la inteligencia artificial: “Muchos perderán su dinero”
Hay detalles que muchos no manejan pero que son reveladores sobre la dinámica real de este mercado. OpenAI ha visto cómo su plantilla de ingenieros se ha reducido progresivamente; algunos de ellos han decidido emprender y lanzar sus propias startups de IA, como ha ocurrido con Mira Murati. Hasta ahí, todo normal. El problema surge cuando descubrimos que estas empresas nacen siendo alimentadas con miles de millones de dólares en inversión, sí, miles de millones, antes incluso de demostrar que su propuesta tiene un valor real.
Altman no lo dice frontalmente, pero deja entrever que esto es insostenible. Y los números hablan por sí solos: se espera que en 2025 haya cerca de un millar de startups de IA solo en Estados Unidos, y casi 500 de ellas ya cuentan con valoraciones que superan los 5000 millones de dólares, muchas con menos de un año de vida. Resulta difícil digerir que proyectos que hace 12 meses no existían ahora se valoren en cifras de vértigo.
"Sí, creo que la mayoría de los inversores se ha dejado llevar demasiado por el entusiasmo. Cuando surgen burbujas, la gente inteligente tiende a emocionarse con una pizca de verdad. Internet, la tecnología… había bases reales, pero se sobrevaloraron", concluye. No obstante, el riesgo es evidente. La inversión masiva en IA no viene solo de fondos privados, sino también de bancos y gobiernos, que mueven cifras millonarias para levantar centros de datos y acelerar desarrollos, a veces con poca transparencia.
Las consecuencias, alerta Altman, pueden ser enormes. "Alguien va a perder cantidades fenomenales de dinero, y alguien va a ganar cantidades fenomenales. No sabemos quién, pero el desequilibrio será enorme", puntualiza. Que no todo esté perdido lo demuestran precedentes como la burbuja de las puntocom: tras la caída, el mercado se recuperó y muchas tecnologías sentaron bases sólidas. Pero lo que diferencia la situación actual es la escala y la velocidad del juego: una carrera entre potencias mundiales por el dominio de la IA y los chips que añade presión y riesgo al tablero.
Altman tiene claro el desenlace: la burbuja no perdonará. Empresas, accionistas e inversores podrían verse arrastrados por ella, quizá incluso algún fondo o banco. Y lo más inquietante es que parece saber no solo que va a suceder, sino cómo y cuándo, mientras todos miran atónitos el espectáculo de dinero y ambición descontrolada que se ha desatado.
