Pixar está en problemas. Tras la salida de John Lasseter en 2018, Pixar ha vivido un periodo de agitación interna y crisis creativa, algo que, unido a las presiones de Disney, ha llevado al equipo a no encontrar su naturaleza como estudio cinematográfico. La marcha del que fuera su jefe creativo, forzada por denuncias de comportamiento inapropiado, supuso un cambio de rumbo con la llegada de Peter Docter al mando. Muchos vieron en él una apuesta por la sensibilidad y la frescura, gracias al éxito de Del revés.
Sin embargo, lo que vino después fue una concatenación de fracasos, tensiones internas y una pérdida progresiva de identidad. Ahora, tras el enorme fracaso de Elio en taquilla, muchos afirman que la naturaleza interior de la producción era diferente, y su director original, Adrián Molina, quiso plasmar parte de su experiencia personal en el protagonista, concebido como un personaje queer. No lo dejaron.
Según filtraciones, los responsables del estudio fueron suprimiendo toda referencia a esa identidad. Molina terminó por abandonar la dirección, y otros miembros clave del equipo, como América Ferrera, también se desvincularon. Al parecer, Disney presionó para evitar un descalabro como Lightyear.
Pixar recula en su apuesta LGTBIQ+ tras 'Lightyear' y el batacazo comercial de 'Elio' lo deja claro
Este giro hacia una narrativa más genérica y conservadora no es aislado. Tras el estreno de Lightyear en 2022, cuya inclusión de un beso entre dos mujeres generó controversia internacional, Pixar interpretó su fracaso en taquilla como una advertencia. Pese a que el filme no fue censurado por Disney, sino que sus responsables restauraron la escena ante la presión pública, internamente se asumió que había sido un error estratégico.
Desde entonces, el estudio ha recortado o suprimido cualquier representación LGTBIQ+ visible. En Elemental se introdujo a Lake, un personaje no binario, pero sin diálogo ni desarrollo. Y en Del revés 2, se pidió explícitamente a los animadores que evitaran cualquier atisbo queer en Riley, su protagonista. El resultado fue un gran éxito de taquilla, que ha reforzado esta línea editorial.
Paradójicamente, Elio ha fracasado sin elementos queer a los que culpar, lo que evidencia que la estrategia de invisibilizar diversidad tampoco garantiza el éxito y ahí tenemos un grave problema. Aún así, Pixar sigue en esa senda. Su próximo estreno, Hoppers, ya ha sido objeto de censura interna: se han rebajado temas como el cambio climático e incluso el divorcio. Pixar ya no necesita a Disney ni a políticos conservadores para autocensurarse: lo hace por iniciativa propia.
