El sueño duró lo que un chapuzón. El pasado sábado, la capital francesa celebraba un hito simbólico: por primera vez desde 1923, los ciudadanos se lanzaban al Sena sin miedo. Flotadores amarillos, gritos de alegría y selfies de postal inundaron los muelles del río. “Me he criado viendo el Sena como algo prohibido, casi tóxico”, decía una bañista. “Esto es como recuperar un derecho perdido”.
Pero apenas 24 horas después, la ilusión se fue por el desagüe. Desde el Ayuntamiento se anunció el cierre inmediato de las tres zonas de baño recién inauguradas. ¿La causa? La misma de siempre: la lluvia.
París reabre el baño en el Sena tras 102 años y lo cierra al día siguiente por culpa de la lluvia y la calidad del agua: los bañistas se quejan
Detrás del cierre exprés hay una realidad técnica que condiciona la vida urbana desde hace más de un siglo: el sistema de alcantarillado unificado mezcla aguas pluviales y residuales. Cuando llueve con fuerza, la red no da abasto y parte del contenido—sí, todo eso—termina en el río. Resultado: picos de contaminación microbiológica que hacen inviable el baño durante varios días.
“Es frustrante”, comentaba un joven que llegó desde fuera de la ciudad para estrenarse en la experiencia. Otros eran más comprensivos: “Era de esperar. La infraestructura ha cambiado mucho, pero el clima no se puede controlar”, apuntaba otro vecino resignado.
El baño en el Sena forma parte de un ambicioso plan de transformación ambiental. Con vistas a los Juegos Olímpicos, se han invertido más de 1400 millones de euros en obras de saneamiento, canalizaciones y sistemas de análisis. La joya de la corona es el colector de Austerlitz: una estructura subterránea de 1,4 kilómetros y 50 metros de profundidad capaz de almacenar hasta 50.000 metros cúbicos de agua sucia durante tormentas.
Aun así, la historia se repite. El Sena está más cerca que nunca de ser un río limpio, pero sigue atrapado entre el pasado y el futuro. Por ahora, bañarse en él solo es posible cuando el cielo lo permite. Y en París, eso nunca ha sido garantía de nada.















