El caso de IIona, una joven madre de dos hijos residente en Vilna (Lituania), ha causado un profundo impacto en el país báltico y comienza a viralizarse más allá de sus fronteras. Lo que comenzó como el sueño de adquirir un hogar por 70.000 euros se ha convertido en un ejemplo extremo de fraude inmobiliario, vacío legal y desprotección ciudadana.
El problema de adquirir una casa en construcción
Todo empezó cuando IIona cerró un acuerdo con un representante de la empresa UAB Urbanika para adquirir un apartamento en un edificio en construcción. Con contrato preliminar y recibos de pago en mano, pensó que la transacción era legítima. Sin embargo, una llamada lo cambiaría todo: la verdadera propietaria del inmueble, UAB Anreka —constructora del edificio—, le ordenó abandonar la vivienda porque nunca fue suya.
La investigación del medio lituano TV Pagalba destapó el entramado. Urbanika, lejos de ser dueña del piso, era solo una empresa subcontratada para instalar puertas y ventanas, y algunos de sus trabajadores habían recibido la promesa verbal de ser pagados con viviendas en lugar de salarios. Uno de ellos vendió la propiedad a IIona de forma fraudulenta, sin el conocimiento ni consentimiento de Anreka.
No era habitable el piso
Lo más grave es que la vivienda aún estaba legalmente clasificada como inhabitable, ya que las obras no habían concluido. Ni Urbanika tenía derecho a vender, ni IIona tenía permiso para residir allí. Pese a esta situación de total indefensión, la reacción del vendedor fue escandalosa: al ser confrontado por la mujer, simplemente le respondió: “Eres una estúpida”.
Ante el revuelo mediático, el director comercial de UAB Anreka, Aleksandras Šeikinas, ofreció una solución poco habitual pero reveladora: 135.000 euros como compensación, a cambio de que IIona no acuda a los tribunales. Una cifra que casi duplica la inversión inicial de la afectada, pero que plantea más preguntas que respuestas: ¿intenta la empresa evitar un juicio que podría sentar un precedente legal incómodo?
