España seguirá levantando la vista hacia el cielo con cierta preocupación en los próximos años. Las sequías han dejado de ser un problema temporal para convertirse en un desafío estructural: ni las reservas recuperadas ni las lluvias ocasionales alcanzan para garantizar agua suficiente.
Esta tensión hídrica no se limita a la península; muchas regiones vecinas ya experimentan un escenario climático igualmente severo. Ante esto, surgen numerosas propuestas para ampliar las fuentes de agua de manera rápida y, sobre todo, asequible. Este invento lo cambia todo.
No es un experimento: el MIT desarrolla un dispositivo que obtiene agua del aire y revoluciona la lucha contra la sequía
Desde sistemas domésticos que atrapan la humedad ambiental hasta pequeñas máquinas que potabilizan agua sin electricidad, pasando por prototipos de desaladoras portátiles, la creatividad es casi ilimitada. Sin embargo, ninguna ha captado tanto la atención como el último desarrollo del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
El equipo del MIT parte de una idea aparentemente simple: incluso en los desiertos más secos, el aire contiene vapor de agua. El verdadero reto es extraerlo de forma rápida. Mientras que los métodos tradicionales dependen de materiales que absorben humedad y del calor solar para condensarla, la innovación del MIT introduce vibraciones ultrasónicas que liberan las moléculas de agua al instante.
Hasta ahora, los sistemas en desarrollo usaban materiales “imantados” para atraer y retener vapor durante horas, liberándolo luego mediante calor. Un proceso que, además de lento, depende del clima. Con este nuevo enfoque, la radiación solar deja de ser necesaria y el ciclo de obtención se acelera hasta 45 veces, aumentando drásticamente la eficiencia.
El núcleo del dispositivo emite ondas ultrasónicas que, al contactar con un material saturado de humedad, generan vibraciones de alta frecuencia que rompen los enlaces entre el agua y la superficie. Las gotas resultantes caen hacia un colector, listas para ser usadas. El sistema necesita energía, pero en cantidades muy reducidas. Su prototipo funciona con una pequeña célula solar capaz de activar las vibraciones y controlar el momento exacto en que el agua se extrae. De esta forma, el mecanismo solo actúa cuando el material está saturado y se detiene automáticamente al completar la recolección, optimizando recursos y reduciendo pérdidas.
Además, no depende de un material específico: el diseño es compatible con la mayoría de los absorbentes empleados actualmente en la captación de agua atmosférica. Aunque todavía es un prototipo, el MIT ya baraja posibles aplicaciones. Desde la instalación en marcos de ventanas o paredes exteriores, hasta su uso en zonas desérticas sin acceso a agua potable ni a infraestructura de desalinización. Una tecnología que promete convertir el aire en un recurso tangible, justo cuando más falta hace.















