China ha dado un paso estratégico sin precedentes: su Fuerza Aérea ya cuenta oficialmente con el nuevo caza furtivo J-35A, una aeronave de quinta generación que se suma a la flota del Ejército Popular de Liberación junto al consolidado J-20. Las primeras imágenes del aparato, reveladas el 6 de junio, lo muestran operando desde la 1.ª Brigada Aérea, una unidad que ya integraba cazas pesados desde 2021. Con este movimiento, Pekín se convierte en el primer país capaz de fabricar en paralelo dos cazas furtivos de quinta generación, una hazaña que ni Estados Unidos ha logrado hasta ahora.
De hecho, en el Pentágono ya temen estos movimientos junto al desarrollo de los nuevos dispositivos en miniatura, como el dron del tamaño de un mosquito, un aspecto que ha dejado a todos los Gobiernos realmente a la expectativa de qué pueden hacer en el plano de la industria bélica en los próximos años y en ámbitos más avanzados, como la industria robótica.
El fantasma en el cielo: el caza furtivo chino J-35 desata alarma en EE.UU.
Diseñado por Shenyang Aircraft Corporation y desarrollado desde 2012, el J-35A nace como respuesta a la necesidad de un avión más ágil, económico y versátil que el imponente J-20. A pesar de su tamaño más contenido, hereda gran parte de la tecnología furtiva de su hermano mayor: radar AESA, sensores distribuidos y un diseño optimizado para reducir su huella radar. Su estructura, con entradas de aire serpentinas en forma de S y superficies recubiertas con materiales absorbentes, lo convierten en un blanco escurridizo para cualquier sistema de defensa moderna.
Uno de los avances más notables se encuentra bajo su fuselaje: el J-35A ya no depende de motores rusos. Sus primeras versiones utilizaron propulsores Klimov RD-93, pero la nueva línea apuesta por el WS-19, un motor de desarrollo nacional con capacidad de supercrucero —volar a velocidad supersónica sin postcombustión—, lo que lo sitúa entre la élite tecnológica mundial.
En cuanto a armamento, el J-35A no escatima: seis puntos de anclaje internos, capacidad para misiles aire-aire de largo alcance y bombas de precisión, además de seis soportes externos para cargas adicionales. A esto se suma una aviónica puntera, con radar comparable al del F-35, pantalla de gran formato en cabina y visor montado en casco.
Aunque su radio de combate es menor que el del J-20, sus costes reducidos, mantenimiento más sencillo y su producción en masa convierten al J-35A en un complemento ideal. Su aparición no solo refuerza la doctrina aérea china, sino que plantea una amenaza directa a la supremacía del F-35. Mientras Washington sigue apostando todo a una sola carta, Pekín ya juega con dos.
