En España es un tema de debate. Cada vez son más las ciudades que revisan el papel de sus zoos, decantándose por modelos que prescinden de animales salvajes en cautividad, al igual que sucedió con los circos. En medio de ese debate, en Villagarcía de Campos, un pueblo pequeño de Tierra de Campos (Valladolid) con poco más de 300 habitantes, han optado por una propuesta sorprendente: levantar un zoológico. Pero no uno cualquiera.
El zoo más insólito de España abre en Valladolid: solo hay vacas, y hay 32 razas distintas
En este caso, el único “habitante” del recinto no son tigres, ni osos, ni siquiera monos. Aquí, el protagonismo es exclusivo de las vacas y los bueyes. ¿Qué ha ocurrido? En Valladolid, una provincia española donde la conversación sobre el bienestar animal ha ido ganando peso, acaban de inaugurar un zoo que rompe con todo lo habitual: un espacio dedicado por completo al Bos taurus, la especie bovina. Más allá de su peculiaridad, informan medios locales, sus promotores aseguran que es el único en Europa de estas características.
Olvídate de elefantes, leones o jirafas: en este espacio, las únicas criaturas que verás serán vacas, bueyes y terneros de diferentes razas. Nada más. Como explican, en medios de Castilla y León, en unas 17 hectáreas de terreno en Villagarcía de Campos, a menos de una hora de Valladolid, el nombre ya anticipa su esencia: una mezcla entre Bos taurus —el nombre científico de la especie bovina— y Montes Torozos, la comarca donde se enclava.
Pero Bos Taurozos no se presenta como un zoológico al uso. Más bien es un centro de interpretación del vacuno ibérico, que pretende poner en valor la enorme variedad de razas autóctonas de España y Portugal.
En su interior, los visitantes pueden descubrir más de 30 razas diferentes de reses, desde la cachena gallega o la sayaguesa hasta la negra andaluza, la retinta, la blanca cacereña, la menorquina o la albera. Solo por nombrar algunas de las muchas que pastan en las 17.000 hectáreas que ocupa el centro.
Pero la originalidad no queda ahí. La organización de Bos Taurozos no sigue la fórmula habitual de un zoo convencional. El parque está dividido en áreas que llevan el nombre de grandes ríos peninsulares, como el Miño, Duero, Ebro, Guadalquivir, Tajo o Guadiana. Así se pretende que el visitante entienda cómo se distribuyen estas razas a lo largo y ancho del territorio ibérico, siguiendo los cauces naturales.
“El objetivo es que puedas ver en vivo a las reses típicas de cada una de esas zonas fluviales,” explican desde el parque, que ofrece la oportunidad única de conocer, cara a cara, las 32 razas de bóvidos que habitan en España y Portugal.
Detrás de este proyecto están dos hermanos, Carlos y Alicia del Amo, que forman la tercera generación de una familia dedicada a la ganadería en la cercana Villabrágima. Con experiencia en la gestión de cientos de animales, especialmente de razas autóctonas como la alistana sanabresa o la sayaguesa, tenían una ambición mayor: proteger y dar visibilidad a la diversidad ganadera de la península.
“No fue una decisión fácil ni rápida,” comenta Alicia en conversación con El Español. “Queríamos que la gente conociera estas razas que están en peligro de extinción y que muchos ni siquiera saben que existen. Cada una tiene características muy particulares y merece ser preservada.”
La tarea no estuvo exenta de obstáculos. Para traer ejemplares como la marismeña, sometida a cupos estrictos, fue necesario superar una maraña de permisos. En otros casos, la logística también fue compleja: por ejemplo, la idea de transportar una vaca menorquina en barco y camión, con días de viaje, les llevó a innovar implantando un embrión para evitar el sufrimiento del animal.
Para hacer la visita aún más atractiva, Bos Taurozos ha añadido actividades complementarias: desde tiro con arco y rutas a caballo hasta paintball. Además, ofrecen bicicletas de uso gratuito y están preparando una zona de ocio con foodtrucks para completar la experiencia. ¿El precio de entrar en este peculiar zoológico? 10 euros para adultos, 8 para niños, y gratis para los más pequeños.
Un espacio que se aparta de la tradicional idea de zoológico, pero que, en pleno siglo XXI, abre una ventana para valorar el patrimonio ganadero de la península y repensar el modo en que convivimos con la naturaleza y nuestras propias raíces.















