Netflix acaba de recordárnoslo -otra vez- con Monstruo: La historia de Ed Gein, un producto audiovisual que se ha convertido en fenómeno global sin necesidad de convencer a nadie de su mérito creativo. Para añadir más leña al fuego, además, ha confirmado que en el mundo del streaming prima antes la cantidad que la calidad.
La antología de Ryan Murphy, centrada en diferentes asesinos reales por temporada, arrancó en 2022 con Dahmer, que arrasó en audiencia mientras dividía a la crítica. Su continuación, Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menendez, repitió el patrón: millones de espectadores, pero un entusiasmo cada vez más débil. La historia se vuelve a repetir.
Netflix encaja el golpe con Monstruo: La historia de Ed Gein, un fracaso histórico que evidencia su apuesta por la cantidad antes que la calidad
Y 2025 no ha traído mejores noticias. La nueva entrega, protagonizada por Charlie Hunnam en la piel del asesino que inspiró Psicosis y La matanza de Texas, ha conseguido algo insólito: poner de acuerdo a crítica y público en lo mala que es. En Rotten Tomatoes apenas alcanza un 29 % de aprobación por parte de la prensa especializada y un 53 % del público, cifras que ningún estudio querría celebrar. Es un fracaso absoluto a todos los niveles.
Sin embargo, nada de eso importa. Netflix ya ha renovado Monstruo por una cuarta temporada, que girará en torno a Lizzie Borden. ¿Por qué? Porque funciona. La historia de Ed Gein lidera el top mundial de la plataforma y se mantiene entre los títulos más vistos en España, solo por detrás de Animal. Los números pesan más que las reseñas, y eso basta para justificar su continuidad.
La paradoja es evidente: en el mismo catálogo donde series aclamadas desaparecen por falta de audiencia, Monstruo sigue viva pese al rechazo crítico. El desgaste está ahí, pero cada vez queda más patente que para Netflix, las malas críticas son ruido de fondo. Lo que importa es que el algoritmo siga rugiendo.















