En los noventa, con la informática personal aún en pañales, Microsoft quiso hacer de Windows algo acogedor. Así nació Microsoft Bob, un intento pionero de transformar el escritorio del PC en una casa virtual guiada por personajes animados. Si el sistema operativo era intimidante, ¿por qué no hacerlo más lúdico, casi como un juego?
Microsoft Bob: el experimento que quiso humanizar la informática
El programa presentaba estancias como un estudio o un salón, donde los usuarios accedían a funciones básicas mediante la compañía de mascotas digitales como Rover. Pero el diseño caricaturesco y sus exigencias técnicas lo hicieron impopular: en 1995, pedir 8 MB de RAM era pedir demasiado. El público lo rechazó por infantil y por poco accesible.
Microsoft Bob desapareció pronto, pero dejó huella en la historia de la tecnología. Asistentes como Clippy y el regreso de Rover en Windows XP rescataron su esencia. Incluso los CDs de instalación de XP incluían archivos cifrados del antiguo Bob, insertados por un desarrollador nostálgico que no quería despedirse del todo del experimento.
Un fracaso con legado oculto
Aunque fue ridiculizado, Bob tuvo sus defensores. Para muchos niños o principiantes, fue una puerta de entrada amable al mundo digital. Decorar estancias o hablar con una tortuga parlante era más accesible que enfrentarse a líneas de comandos.
En el 50º aniversario de Microsoft, Bob se recuerda como un fracaso entrañable. Una cápsula del tiempo tecnológica que anticipó la necesidad de interfaces emocionales y cercanas.
