La expectación es máxima y la emoción, comparable a la de abrir un regalo sorpresa. Así es la experiencia que ofrecen los eventos de paquetes perdidos, una tendencia de consumo que está ganando terreno en Europa y que ya ha desembarcado en ciudades españolas como Madrid, Zaragoza y Valladolid.
La idea es sencilla: adquirir bultos cuya procedencia es incierta y cuyo contenido solo se revela tras el pago. Un juego de azar que, para muchos, supone una forma de diversión y para otros, un riesgo sin garantías.
Millones de paquetes perdidos
Cada año, se estima que unos 12 millones de paquetes enviados a través de plataformas de comercio electrónico como Amazon o AliExpress quedan sin entregar en Europa. Antes, su destino habitual era el contenedor de reciclaje o la destrucción. Hoy, empresas como la francesa King Colis han convertido este excedente en una oportunidad de negocio y, de paso, en una actividad de consumo masivo que se presenta como una “experiencia eco-responsable”.
Una nueva vida para la paquetería extraviada
Según datos de King Colis, sus tiendas temporales —conocidas como “pop-ups”— permiten recuperar estos envíos y darles una segunda oportunidad. Los clientes tienen un tiempo limitado para seleccionar los paquetes que deseen comprar, sin posibilidad de inspeccionar su interior antes de pagar. La venta se realiza al peso: 1,90 €/100 gramos para los paquetes estándar y 2,79 €/100 gramos para la categoría “premium”.
“Lo que hacemos no solo da una segunda vida a estos objetos, sino que contribuye a una dinámica de economía circular”, asegura Killian Denis, CEO de King Colis. Según la empresa, este modelo reduce la huella de carbono asociada a la destrucción de los productos no entregados, un argumento que apela al creciente interés de los consumidores por prácticas más sostenibles.
Un fenómeno viral… pero no exento de críticas
Los eventos de King Colis han atraído a miles de personas en toda Europa, con récords de participación como el de Milán, donde se congregaron 11.000 visitantes. En España, la asistencia media ronda los 8.000 participantes por cita, lo que demuestra el interés creciente por esta fórmula de consumo que aúna lo lúdico y lo inesperado.
No obstante, las opiniones están divididas. Según la plataforma Trustpilot, el 68% de las valoraciones son positivas y destacan la emoción de descubrir el contenido de los paquetes. Sin embargo, un 24% de los consumidores se muestra decepcionado: consideran que los precios no siempre se corresponden con el valor de los objetos recibidos y que, en algunos casos, la calidad deja que desear.
La propia naturaleza del fenómeno contribuye a su atractivo, pero también a sus limitaciones. La posibilidad de encontrar “tesoros”, como un pequeño lingote de oro o un reloj de lujo, es real, aunque poco probable. Para la mayoría de los compradores, el riesgo de pagar por algo de escaso valor —o directamente inservible— es el reverso de la moneda.
