Hablar del Leopardo 2E es hacerlo en términos absolutos. España ha pasado de un tanque setentero como el AMX-30E a un carro que juega en la liga de los grandes, con 235 unidades en servicio entre versiones de combate y recuperación y una flota total de Leopard que roza los 347 vehículos.
Detrás hay industria local -Santa Bárbara Sistemas fabricando en Sevilla a partir del diseño 2A6 alemán- y una inversión por unidad que se mueve alrededor de los 11 millones de euros, lo que coloca cada carro en la categoría de hardware premium del Ejército.
Leopardo 2E: 4 hombres de tripulación y un blindado pensado para sobrevivir donde otros se quedan atrás
A nivel técnico, sus números hablan solos: 62 toneladas en orden de combate, cañón de ánima lisa de 120 mm con 42 disparos listos, apoyo de dos ametralladoras de 7,62 mm y un blindaje compuesto multicapa que en su versión 2E alcanza espesores equivalentes de hasta 1350 mm frente a amenazas modernas.
Pese al peso, se mueve de una manera bastante ágil: 70 km/h de velocidad máxima, 340 km de autonomía y unas dimensiones de 9,67 metros de largo por 3,75 de ancho que lo convierten en un monstruo manejable para el tipo de escenarios donde entrena el Ejército de Tierra.
La gracia del Leopardo 2E no es solo la ficha técnica, sino cómo encaja en la “meta” actual de la guerra acorazada: frente a los viejos 2A4 de 55 toneladas, que España ha podido mandar a Ucrania, el 2E añade blindaje reforzado en torreta y frontal, mejores sistemas y margen para integrar defensas activas de tipo Trophy o similares, creando esa sensación de “burbuja” protectora que empieza a ser estándar en carros de primera línea. El Leopardo 2E es ese tanque que todo país necesita en su escuadrón: caro, pesado y brutal, pero decisivo cuando realmente importa















