Dominique Laboureix (París, 1963) ocupa desde hace dos años la presidencia de la Junta Única de Resolución (JUR), el organismo europeo encargado de garantizar que las crisis bancarias no desestabilicen el sistema financiero ni repercutan sobre los contribuyentes. En un momento en el que todo sube, incluso la gasolina y bebidas como el café muchos se preguntan qué pasará en los próximos meses y si la situación será peor.
Laboureix, miembro del equipo fundador que diseñó la JUR, ha concedido una interesante entrevista en el Banco de España en la que ha confirmado los peores temores de muchos economistas.
El presidente de la JUR lanza un aviso: la próxima crisis bancaria podría ser más rápida y devastadora que nunca
Durante su mandato de cinco años, su principal objetivo es llevar a cabo una revisión estratégica del organismo y optimizar su capacidad operativa. "Tomemos un ejemplo práctico: un banco dispone de 100 euros en recursos que podrían perderse. Para ello emite 100 euros en bonos. Si el banco quiebra, esos 100 euros se utilizan para absorber pérdidas y recapitalizar. Pero para poder actuar, necesitamos localizar esos activos", explica Laboureix.
"¿Dónde están esos bonos? ¿En Francia, en España? ¿Quiénes son los propietarios? Son detalles técnicos esenciales para que la resolución funcione. Pedimos al banco que nos facilite de inmediato esa información: esto es, en esencia, operacionalizar la resolución", añade.
La JUR analiza cada aspecto de su funcionamiento para reforzar la resiliencia de todo el sistema financiero europeo. Paralelamente, Laboureix trabaja en mejorar la preparación ante crisis, organizando simulacros que simulan la quiebra de un banco y anticipando escenarios como los colapsos de Silicon Valley Bank o Credit Suisse. "Nos enfrentamos a crisis que se propagan en cuestión de horas, alimentadas por rumores y noticias. Estos son los nuevos retos que quiero abordar", afirma.
Más allá de la JUR, el presidente subraya la necesidad de completar la Unión Bancaria, actualmente incompleta por la ausencia de un sistema europeo de garantía de depósitos. "Legalmente, todos los depósitos están cubiertos hasta 100.000 euros por cliente y banco, pero económicamente los fondos nacionales no siempre tienen capacidad para pagar en caso de quiebra de un banco con presencia europea. La solución pasa por mutualizar el esfuerzo, asegurando que clientes de distintos países estén protegidos, sin importar dónde tenga sede la entidad. No se trata de política, sino de proteger a los clientes", concluye Laboureix.
La amenaza de una crisis económica global se cierne sobre Europa, impulsada por la volatilidad de los mercados financieros y la exposición de los bancos a activos riesgosos. Las turbulencias internacionales, desde la inestabilidad en EE. UU. hasta los problemas de deuda en economías emergentes, podrían desencadenar un efecto dominó en el sistema europeo. Una quiebra inesperada no solo afectaría a grandes instituciones, sino también a ahorradores y pymes, poniendo a prueba la capacidad de los fondos de garantía nacionales y la coordinación de la Unión Bancaria. La resiliencia del sistema está en juego y Laboureix lo sabe.















