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La nueva forma de guardar energía ante apagones no está en una batería de litio, sino en una bola de cemento bajo el océano

Tal como ya ocurre en California o incluso en algunas regiones de España, las redes eléctricas están experimentando tensiones por el desequilibrio entre generación y consumo y las baterías oceánicas podrían convertirse en la pieza clave.
La nueva forma de guardar energía ante apagones no está en una batería de litio, sino en una bola de cemento bajo el océano
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Actualizado: 17:00 3/5/2025
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En el fondo del océano, una silenciosa revolución energética está tomando forma. El proyecto StEnSea —acrónimo de Stored Energy in the Sea— ha dejado de ser una curiosidad de laboratorio para convertirse en una de las propuestas más prometedoras del futuro renovable.

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Esferas huecas que almacenan energía

Ideado por el Instituto Fraunhofer de Economía Energética y Sistemas Energéticos, este sistema transforma esferas huecas de hormigón en baterías marinas capaces de almacenar grandes cantidades de energía. Tras una prueba exitosa en el lago Constanza, ahora se prepara una nueva fase en aguas de California, donde se hundirá una esfera de nueve metros de diámetro.

El principio es tan ingenioso como elemental: aprovechar la presión del agua a cientos de metros de profundidad para generar electricidad cuando se necesita. Durante el día, la electricidad sobrante de fuentes renovables se utiliza para extraer el agua del interior de la esfera mediante una bomba, dejándola vacía. Cuando la demanda energética aumenta —por ejemplo, de noche o en ausencia de viento—, se abre una válvula y el agua del océano entra con fuerza, haciendo girar una turbina que genera electricidad. Es, en esencia, una forma submarina de almacenamiento por bombeo.

El coste estimado de almacenamiento ronda los 0,046 euros por kilovatio hora

Esta tecnología ofrece ventajas notables en comparación con otras baterías de gran escala. Según cálculos del propio Instituto Fraunhofer, la eficiencia del sistema oscila entre el 75% y el 80%, y el coste estimado de almacenamiento ronda los 0,046 euros por kilovatio hora, una cifra muy competitiva frente a tecnologías como las baterías de ion-litio. Además, su impacto ambiental es mínimo, ya que no requiere metales raros ni procesos químicos, y puede operar durante décadas con un mantenimiento relativamente sencillo: solo deben sustituirse algunos componentes mecánicos cada 20 años.

El Departamento de Energía de Estados Unidos ha respaldado la siguiente fase de pruebas con gran interés. Si las esferas de 9 metros resultan funcionales en el entorno oceánico, el plan es escalar el proyecto hasta versiones de 30 metros de diámetro. Estas aumentarían exponencialmente la capacidad de almacenamiento —hasta 27 veces más que el prototipo—, permitiendo el desarrollo de parques submarinos energéticos capaces de sostener comunidades enteras durante los picos de demanda.

Este tipo de soluciones se vuelve crucial en un escenario donde la penetración de la energía solar y eólica está generando un nuevo dilema: el exceso de producción en ciertos momentos y la falta de capacidad para almacenarla.

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