Claire’s, la histórica cadena estadounidense especializada en bisutería y accesorios pensados para niñas y preadolescentes, ha vuelto a tropezar con la misma piedra. La compañía ha solicitado protección judicial bajo el Capítulo 11 del Código de Quiebras de Estados Unidos, una figura que le permitirá seguir operando mientras reestructura su deuda. Es la segunda vez en menos de una década que la empresa se ve obligada a acogerse a este procedimiento.
La solicitud se ha presentado ante un tribunal federal en el estado de Delaware y confirma lo que muchos analistas del sector venían advirtiendo desde hace tiempo: Claire’s, como tantas otras cadenas tradicionales, no ha logrado adaptarse al ritmo de un consumidor que ya no pisa el centro comercial con la misma frecuencia, ni busca los mismos productos.
Claire’s vuelve a declararse en bancarrota: la icónica tienda de accesorios no resiste el golpe del comercio online y una deuda asfixiante
Chris Cramer, director ejecutivo de la compañía, no ha evitado el tono sombrío al explicar los motivos: “El auge de la competencia, la evolución en los hábitos de compra y la presión financiera acumulada nos han dejado sin margen de maniobra”. El comunicado, recogido por la CNN, retrata a una empresa atrapada entre un modelo de negocio anclado en el pasado y una deuda que amenaza con devorar su viabilidad a corto plazo.
Claire’s ya protagonizó una reestructuración similar en 2018, cuando operaba más de 4500 tiendas en todo el mundo. Desde entonces, la cifra se ha reducido a unas 2750, incluyendo su marca secundaria Icing, con presencia en 17 países. En España, su implantación fue siempre más modesta, limitada a locales en centros comerciales y outlets donde destacaban por ofrecer servicios de perforación de orejas y un catálogo de accesorios a precios bajos.
Pero los problemas no son solo de escala. Según la agencia Debtwire, Claire’s acumula una deuda cercana a los 500 millones de dólares que vence en 2026. En los últimos meses ha dejado de pagar los intereses de parte de esa deuda y ha renunciado a abonar el alquiler de varias tiendas deficitarias.
Para Neil Saunders, analista de GlobalData, la situación es un síntoma más de una crisis sistémica en el retail tradicional: “Claire’s ha sido víctima de una combinación de errores propios y presiones externas. No ha sabido reposicionarse en un entorno donde la competencia digital es feroz y los márgenes se han reducido al mínimo”.
El peso de las importaciones también ha contribuido al deterioro. Claire’s depende en gran medida de proveedores situados en Asia, especialmente en China y Camboya. Las políticas arancelarias iniciadas durante la administración Trump —y cuyas consecuencias siguen latentes— encarecieron significativamente los costes de aprovisionamiento, mermando aún más su rentabilidad.
El contexto es sombrío para el comercio físico en Estados Unidos, y Claire’s no está sola en esta debacle. En lo que va de 2025, otras cadenas como Forever 21, At Home o Liberated Brands —propietaria de Quiksilver— han seguido el mismo camino hacia la bancarrota, lo que confirma que la transformación del consumo juvenil no da tregua a quienes no logran reinventarse a tiempo.















