Kim Kardashian ha vuelto a pulsar el botón rojo de la conversación global: SKIMS ha lanzado el “Faux Hair Micro String Thong”, un tanga con vello púbico sintético en 12 tonos y texturas que se agotó en horas (lista de espera incluida). En EE. UU. salió a 32 dólares; en España, varias cabeceras sitúan el precio en 42 euros. El drop no es un simple “gimmick”: dialoga con un giro estético que lleva años desafiando la depilación total como norma y que, en alta costura, ya hemos visto con las merkins (pelucas púbicas) en el desfile Artisanal 2024 de Maison Margiela firmado por John Galliano.
La campaña —un pastiche de concurso setentero que remata con el lema “your carpet can be whatever color you want it to be”— deja claro el enfoque: shock camp con vocación viral y tallaje inclusivo (de XXS a 4XL, según la comunicación recurrente de la marca). La pieza, confeccionada en malla ultra-sheer con mezcla de fibras “rizadas” y “lisas”, convierte una zona íntima en declaración visible; y, sobre todo, traslada a la lencería el juego de autenticidad artificiosa que SKIMS ya había explotado con su “nipple bra”. Que el “bush thong” volara en horas lo confirman cabeceras de moda y cultura pop en EE. UU., Reino Unido y Australia, y el propio listing de SKIMS.
Camp viral y tallaje inclusivo
Contexto cultural: el producto llega tras un año de repolitización del vello en mainstream y pasarela. Rosalía, por ejemplo, agitó la Paris Fashion Week de finales de septiembre al lucir vello axilar decolorado en blanco, gesto leído como crítica al canon depilatorio y que incendió redes y tabloids. Ese mismo péndulo —de lo depilado a lo “mostrado”— es el que la moda viene explorando desde 2024 con Margiela: merkins bajo gasas y encajes, un shock estético pensado para reencuadrar la mirada del público. SKIMS empaqueta ahora esa conversación en un producto masivo y de precio entry-level.
Hay, además, una capa sanitaria que no conviene caricaturizar. La literatura médica asocia la grooming integral (especialmente el rasurado frecuente) con microlesiones, foliculitis y mayor riesgo de infecciones de transmisión sexual en estudios transversales y revisiones recientes; no es causalidad probada para todas las ETS, pero sí una alerta de daño cutáneo y puerta de entrada. Sociedades dermatológicas recomiendan minimizar lesiones y extremar higiene si se opta por depilar o rasurar. En ese marco, que una gran marca legitime estéticas no depiladas —aunque sea con pelo sintético— también opera como comentario sobre normas de belleza con efectos reales en la salud.
Salud cutánea y canon estético
El movimiento de SKIMS no surge en el vacío: la firma ha construido valor con provocaciones “funcionales”. En 2023 ya lanzó el “Ultimate Nipple Bra” (protrusión de pezón incorporada), que se agotó y llegó a acumular esperas masivas antes de reponerse en 2025 con versión “piercing”; y en 2025 probó suerte con el Face Wrap facial, un vendaje de estética post-quirúrgica cuya eficacia cosmética han puesto en duda dermatólogos y cirujanos estéticos. El “bush thong” es coherente con esa línea: productos que performan discursos culturales sobre el cuerpo —y venden— aunque su “utilidad” sea discutible o puramente lúdica.
De la alta costura (hecho a medida, creación artesanal) a la producción a gran escala:
Maison Margiela Couture 2024 por John Galliano | Skims por Kim Kardashian 2025 pic.twitter.com/DSdnpdySld
— Rebeca Maccise (@rebecamaccise) October 15, 2025
¿Fenómeno de una semana o síntoma duradero? A corto plazo, todo apunta a éxito táctico: sold out global, waitlist, reach millonario en redes y un meme instalado justo a tiempo para Halloween. A medio plazo, el interés dependerá de si el mainstream interioriza el “bush” como estética (no solo broma) y de si otras marcas lo traducen sin parecer burla.
