El célebre director Sir Peter Jackson, conocido por El Señor de los Anillos, ha dado un giro sorprendente a sus intereses: ahora colabora en un ambicioso proyecto de “de-extinción”, sí, como Jurassic Park. Como inversor en Colossal Biosciences, los mismos que recuperaron el lobo huargo, Jackson financia y promueve la resurrección genética del moa gigante, un ave no voladora que alcanzaba los 3,6 m de altura y llegó a extinguirse hace unos 600 años en Nueva Zelanda.
Peter Jackson aparca El Señor de los Anillos para intentar resucitar con ingeniería genética a un ave extinta
El proyecto, en sociedad con el Ngāi Tahu Research Center —una agrupación científica vinculada a una tribu maorí—, busca recuperar el moa más grande utilizando tecnologías de modificación genética avanzadas Jackson fue pieza clave en conectar a Colossal con el centro y facilitar la aportación de su colección privada, que contiene aproximadamente 300‑400 huesos de moa, de los cuales únicamente unas 25 contenían ADN con potencial y apenas dos resultaron viables.
El proceso implica primero secuenciar el genoma del moa a partir del ADN recuperado y compararlo con el de especies vivas emparentadas, como el emú o el tinamú. Luego, las células germinales (precursores de óvulos y esperma) de estas aves actuales se reprogramarían para contener genes del moa. Estas células sufrirían una edición genética muy precisa (similar a la empleada para recrear el lobo fiero), y se introducirían en embriones de emú o tinamú para crear aves donantes capaces de producir gametos de moa, posibilitando así su nacimiento.
Esta aproximación, que se espera que culmine en un plazo de unos diez años, aún enfrenta numerosos desafíos científicos: desde conseguir material genético bien conservado, hasta perfeccionar técnicas de incubación embrionaria dentro de huevos. En la etapa actual, el trabajo se centra en ampliar la muestra del genoma: se han recogido restos de más de 60 ejemplares entre colecciones museísticas y excavaciones en lugares como North Canterbury.
El coste estimado supera los 10 millones de dólares, algo que el propio CEO Ben Lamm comparó con los “72 millones” ficticios mencionados en Jurassic World, aunque se considera que ese presupuesto es realista. Además de la fascinación científica, Jackson subraya que el proyecto tiene un fuerte componente cultural y ecológico: para los maoríes, el moa es una figura central en su mitología y ecosistemas, relacionados con funciones clave como la dispersión de semillas y el mantenimiento de bosques.
Aunque algunos científicos advierten de los riesgos ecológicos o éticos de reintroducir especies extintas, Jackson y los maoríes mantienen que revivir al moa puede reequilibrar ecosistemas degradados, reforzar la diversidad genética y encarnar un testimonio tangible de reconciliación cultural reflexión final, Jackson declara que ver un moa vivo sería “más impresionante que cualquier película”: una hazaña científica única.















