En la vasta y distinguida filmografía de Clint Eastwood, su última película se erige como un nuevo monumento a su habilidad para contar historias con profundidad y clasicismo. Este filme, que llegó a Max hace unas semanas, y que ha capturado la atención tanto de críticos como de audiencias, es un drama judicial que no solo mantiene al espectador en vilo, sino que también ofrece una reflexión profunda sobre la justicia, la verdad y la humanidad. Hablamos de la excelente Jurado Nº 2, una película que Warner ninguneó en su paso por los cines y que ahora parece tener posibilidades en las nominaciones a los Óscar.
Max estrena el thriller judicial que corona la carrera de Clint Eastwood como cineasta
Desde el primer fotograma, Eastwood demuestra una vez más por qué es considerado uno de los directores más influyentes de nuestro tiempo. Su dirección en Jurado Nº 2 es magistral, manejando el ritmo de un thriller clásico, sí, herencia de la fórmula hollywoodiense más formal, con una precisión que solo años de experiencia pueden otorgar. La historia de la película es sencilla. Nos cuenta cómo un miembro del jurado en un juicio por asesinato, encarnado de forma magistral por Nicholas Hoult, se da cuenta de que pudo haber causado la muerte de la víctima y debe lidiar con el dilema de manipular al jurado para salvarse o revelar la verdad y entregarse.
La tensión se construye de manera casi palpable, no a través de giros de guion forzados -práctica habitual en el cine y las series más recientes del género-, sino mediante el peso de las decisiones humanas y el drama inherente a un juicio en el que se están jugando muchas cosas. Eastwood, con su característica economía visual, sabe cuándo quedarse en silencio, no atiborra de estímulos y ruido al espectador, permitiendo que las actuaciones y el diálogo se desarrollen con una autenticidad que pocas veces se ve en el cine contemporáneo. Su uso del espacio dentro del juzgado, así como las escenas fuera de él, crea un contraste que subraya la lucha interna de los personajes entre lo público y lo privado.

Hoult nos ofrece una actuación que podría ser uno de los puntos culminante de su carrera -y hablamos de un talento emergente en la industria-, capturando la complejidad de un hombre enfrentado a un dilema moral extremo. También es destacable Toni Collette como la fiscal Faith Killebrew, la cual ofrece una actuación intensa y matizada, mostrando la lucha por la justicia con cada palabra y mirada, así como su propio dilema interno en cuestiones de ambición personal y carrera profesional. J.K. Simmons aporta profundidad, al igual que Kiefer Sutherland y Chris Messina, quienes también destacan, cada uno aportando su propio matiz, y sumándose al particular microcosmos de la película.
Podríamos decir que Jurado Nº 2 no es solo un thriller judicial; es una meditación sobre la justicia en la era moderna. Eastwood, siempre preocupado por temas más grandes que la vida misma, nos invita a reflexionar sobre cómo la verdad puede ser manipulada, interpretada o simplemente ignorada en la búsqueda de justicia, todo ello planteando preguntas profundas sobre el sistema judicial, la responsabilidad personal y la ética del individuo frente a la colectividad. Sin ser didáctica -pues tampoco lo pretende-, la narrativa nos lleva a cuestionar nuestras propias percepciones de lo justo y lo injusto, mostrando que la verdad puede ser tan subjetiva como la justicia misma.

Es curioso, pues Eastwood no solo critica, sino que también ofrece una visión esperanzadora de que, a pesar de las fallas humanas, hay un camino hacia la verdad y la justicia, siempre y cuando estemos dispuestos a enfrentarnos a nuestra propia humanidad. Jurado Nº 2 es una pequeña gran obra maestra que se suma al legado de Clint Eastwood, y como otros grandes directores han señalado, nos recuerda la capacidad del medio cinematográfico para iluminar, cuestionar y, en última instancia, transformar. Jurado Nº 2 está disponible en Max.