El actor Arnold Schwarzenegger nunca ha dejado de ser un personaje público que encarna la mezcla entre espectáculo y política que tanto caracteriza a Estados Unidos. El actor de Terminator, Conan el bárbaro o Depredador fue también gobernador de California durante dos mandatos, entre 2003 y 2011, y desde entonces ha mantenido un perfil activo como empresario, divulgador medioambiental y comentarista político. Ahora estaría explorando vías para postularse a la presidencia en un intento de frenar la influencia de Donald Trump, aunque la Constitución se lo impida al haber nacido en Austria.
La encrucijada es clara: el artículo II de la Constitución de EE.UU. establece que solo los ciudadanos nacidos en territorio estadounidense pueden optar a la presidencia, lo que bloquea de raíz la aspiración de Schwarzenegger. Aun así, fuentes cercanas aseguran que el actor está buscando fórmulas para ejercer presión en la carrera electoral, ya sea promoviendo una reforma improbable, ya sea respaldando a un candidato que encarne su idea de unidad frente a la división política. El objetivo sería “dar la vuelta a la situación” antes de que, en sus propias palabras, “Estados Unidos pierda la democracia por completo”.
Un mensaje contra la polarización
Schwarzenegger no ha ocultado su frustración con Trump, pero su crítica va más allá del expresidente. En recientes declaraciones, advirtió que el país se encuentra en una pendiente peligrosa alimentada por múltiples actores: “nos dividen las redes sociales, los grandes medios y los partidos políticos”, señaló, subrayando que el peligro proviene de muchos frentes y que es necesario frenar esa espiral antes de llegar al abismo. Su mensaje, más que partidista, apunta al riesgo de erosión institucional en un país marcado por la polarización.
El discurso del exgobernador recuerda a sus intervenciones anteriores tras episodios como el asalto al Capitolio en enero de 2021, cuando se dirigió a la nación en un emotivo vídeo en el que comparó la situación con las heridas del nazismo en Europa. En esta ocasión, sin embargo, la advertencia llega en pleno ciclo preelectoral, con Trump como candidato favorito dentro del Partido Republicano y con un debate social cada vez más áspero sobre el futuro de la democracia estadounidense. Schwarzenegger insiste en devolver el protagonismo al votante, más allá de las trincheras partidistas: “Hoy todo se reduce a contra quién se vota, no a quién se vota”, señaló una fuente próxima al actor.
El mito del inmigrante en el debate democrático
Ante la imposibilidad legal de ser candidato, Schwarzenegger se estaría planteando apoyar a un perfil que pueda encarnar sus valores políticos y derrotar a Trump en las urnas. Su figura, sin embargo, sigue siendo simbólicamente poderosa: representa el mito del inmigrante que alcanzó el éxito en el deporte, el cine y la política, y que hoy utiliza esa plataforma para advertir contra los peligros de la radicalización.
Aunque su regreso formal a la política nacional parezca improbable, su voz se mantiene como una de las más reconocibles en un debate donde, según sus propias palabras, “la democracia no puede permitirse el lujo de caer en el abismo”.
