La carrera armamentística y tecnológica no conoce pausas: en la era de la guerra moderna, los desafíos se multiplican y los países buscan adelantarse a cualquier amenaza. Entre ellas, junto a las cazas de sexta generación, están los drones de combate, elementos que se han convertido en un objetivo prioritario. La respuesta ha llegado en forma de armas de microondas capaces de neutralizar enjambres enteros en cuestión de segundos.
China no ha esperado a nadie y presentó su sistema Hurricane, un arma de microondas que despertó inmediatamente la atención de Washington. El Pentágono, consciente de que no podía quedarse atrás, ha acelerado sus propios proyectos y ha invertido recursos masivos en este tipo de tecnología. El resultado es el sistema conocido como Leonidas, diseñado para asegurar que Pekín no tome la delantera en esta nueva dimensión del conflicto.
EE. UU. contraataca: su rayo de microondas neutraliza la ventaja militar china
En una demostración reciente, junto al nuevo misil hipersónico, la compañía estadounidense Epirus puso a prueba su arma durante dos horas, derribando de forma simultánea hasta 49 drones. Una exhibición que no solo refleja su potencia destructiva, sino también la capacidad de neutralizar amenazas masivas antes de que puedan causar daños.
Este tipo de tecnología, sin embargo, no se limita al campo de batalla. Su aplicación se extiende a entornos civiles como aeropuertos, puertos o grandes estadios, donde la prioridad es proteger vidas y garantizar la seguridad frente a posibles ataques masivos.
Estados Unidos, en esta pugna tecnológica con China, busca mantener la supremacía en un momento en el que los drones cobran cada vez más relevancia en conflictos militares y operaciones de seguridad. Tener herramientas capaces de desactivar estas amenazas se ha convertido en un elemento crítico para definir el poderío del siglo XXI.
