La historia de Elena Álvarez no arranca con una vocación temprana ni con un perro imposible de manejar. Comienza en casa, en un momento de transformación personal: su embarazo, dos perros radicalmente distintos —uno inquieto y eléctrico, el otro sereno y modélico—, y una intuición que, sin saberlo, cambiaría su vida.
Psicóloga de formación, Elena ya había aprendido a observar más allá de las palabras. Pero fue su perro Will, un auténtico torbellino incontrolable, quien le enseñó que había algo más profundo en la comunicación con los animales: no se trataba de imponer, sino de comprender. De escuchar lo que el perro era, no lo que debía ser.
Elena Álvarez, sobre la educación canina: "La experiencia no siempre se traduce en conocimiento"
Como explican en su entrevista para la sección Peludos en La Vanguardia, atrapada entre el torbellino emocional de la maternidad, y la frustración de métodos tradicionales que no funcionaban, Elena decidió ir más allá. Empezó a formarse en un enfoque diferente, alejado del adiestramiento clásico basado en la obediencia ciega, y más cerca de la empatía, la paciencia y el respeto. Para muchos otros educadores caninos, este cambio no tenía demasiado sentido. Se equivocaban.

Hoy, Elena Álvarez es psicóloga, educadora canina especializada en modificación de conducta y Terapia Asistida con Animales, y una referencia para quienes buscan algo más que un perro obediente: una relación basada en la confianza. Su filosofía es clara: convivir no significa dominar. El mito del “macho alfa” —popularizado por adiestradores de televisión y basado en estudios desmentidos sobre lobos en cautiverio— ha hecho mucho daño, perpetuando técnicas de fuerza y miedo. “Los lobos viven en familias, no en jerarquías de violencia”, explica la experta.
La confianza no se impone: se construye, paso a paso, dejando que el perro se acerque cuando esté preparado, sin forzar, sin invadir. El trabajo de Elena no termina en el animal. Acompaña a las familias, escucha sus miedos, desmonta creencias heredadas de la cultura popular —“el perro quiere dominarte”, “siempre ha de obedecer”— y recuerda que cada perro es único, como también lo es cada vínculo.
Desde BeDog Educación Canina, su proyecto impulsado con ayuda de MicroBank, Elena guía a quienes están dispuestos a recorrer el camino de la comprensión, no de la imposición. Porque convivir con un perro no es una cuestión de corregir errores, sino de construir una relación de respeto mutuo.
“El objetivo no es que el perro te obedezca, sino que confíe en ti”, resume. Y en esa premisa, sencilla pero revolucionaria, late la esencia de su trabajo: transformar la convivencia en un vínculo verdadero, basado en la paciencia, el tiempo y el entendimiento real de quién es el animal que nos acompaña.